El jurista Mauricio Gaona expuso duras críticas frente a los intentos del Gobierno de Gustavo Petro por insistir en una consulta popular previamente rechazada por el Congreso, señalando que se trataría de un quiebre institucional sin precedentes. La intervención, respaldada por argumentos jurídicos, ha sido destacada por figuras de la oposición como David Luna, quien la calificó como un “jaque mate” al discurso del exfiscal y ahora Ministro de Justicia, Eduardo Montealegre.
Gaona, en un enfrentamiento directo con el ministro de Justicia, dejó claro que el presidente no tiene facultades para revivir mecanismos democráticos previamente denegados por el Legislativo. En su análisis, sostuvo que el uso de la “excepción de inconstitucionalidad” para desconocer la decisión del Congreso sobre la consulta no solo sería un abuso del marco legal, sino una distorsión del diseño constitucional.
“Permitir que el Ejecutivo actúe como juez de su propio caso implica una amenaza directa al principio de separación de poderes”, afirmó. Además, advirtió que, si el Gobierno logra legislar, reinterpretar la Carta Política y convocar mecanismos como la consulta sin aval legislativo, el Congreso perdería su razón de ser.
Sobre la posibilidad de impulsar una Asamblea Constituyente a través de firmas ciudadanas, una alternativa mencionada por Montealegre como “plan B”, Gaona recordó que el artículo 376 de la Constitución exige un procedimiento formal con participación del Congreso, delimitación temática y reglas claras. Evadir estos pasos, según el jurista, equivaldría a abrir la puerta a una reforma constitucional sin controles democráticos.
Finalmente, Gaona enfatizó que los intentos de deslegitimar al Congreso, tildándolo de obstruccionista, constituyen una narrativa populista que erosiona la democracia. Rechazar un proyecto no es sabotaje, afirmó, sino una expresión legítima del pluralismo.
El académico cerró su intervención con una advertencia: permitir estas prácticas sentaría un precedente que habilitaría a futuros mandatarios a ignorar los contrapesos institucionales. “Una democracia sin límites al poder presidencial no es democracia”, sentenció.
