El presidente venezolano, Nicolás Maduro, regresó a Caracas tras un encuentro con su homólogo ruso, Vladimir Putin, en el que discutieron posibles inversiones para revitalizar la debilitada economía de Venezuela.
Sin embargo, su intento por ingresar al bloque de economías emergentes BRICS fue nuevamente frustrado, a pesar del respaldo ruso.
Este revés ha sido interpretado en Caracas como un golpe inesperado, ya que en el régimen de Maduro se daba casi por hecho su adhesión al bloque integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
Las inversiones rusas: salvación en tiempos de crisis
Durante la reunión del pasado 23 de octubre, Maduro expresó su deseo de fortalecer la cooperación económica y política con Rusia.
«Estamos dispuestos a seguir recibiendo inversiones rusas en Venezuela, a seguir fortaleciendo nuestro comercio y la alianza con la gran Rusia en todos los campos», señaló Maduro, quien no había viajado a Moscú desde 2019.
En su regreso a Rusia, en medio de crecientes sanciones y de una economía devastada, el líder venezolano busca con urgencia el respaldo económico que le permita aliviar las dificultades que enfrenta su gobierno.
Veto de Brasil: un golpe inesperado
La negativa a la inclusión de Venezuela en los BRICS fue atribuida al veto del gobierno brasileño de Luiz Inácio Lula da Silva, lo que desató una reacción de la Cancillería chavista.
«La representación de la Cancillería brasileña, liderada por el embajador Eduardo Paes Saboia, decidió mantener el veto en una acción que constituye una agresión a Venezuela y un gesto hostil», afirmó la Cancillería venezolana en un comunicado emitido tras el fracaso en las negociaciones de ingreso al bloque.
Desde la llegada de Hugo Chávez al poder en 1998, Venezuela ha buscado estrechar lazos con potencias como Rusia y China, pero la negativa de Brasil ha bloqueado esta ambición. La administración de Maduro consideró el veto como una «reproducción del odio, la exclusión e intolerancia» promovidos, según el régimen, desde «los centros de poder occidentales».
La relación entre los gobiernos de Venezuela y Brasil ha estado en tensión tras las últimas elecciones presidenciales venezolanas del 28 de julio, en las que Nicolás Maduro fue declarado reelecto en medio de denuncias de fraude.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ha instado al régimen de Maduro a divulgar las actas que respalden los resultados de los comicios, lo que añade una nueva fricción a la relación entre ambas naciones.