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lunes, octubre 21, 2024
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    Madre Laura: La santa colombiana que encontró en el sufrimiento su camino hacia Dios

    Hoy, 19 de octubre, recordamos el legado de Santa Laura Montoya Upegui, la primera santa colombiana, una mujer cuya vida estuvo marcada por el sacrificio, la fe inquebrantable y el amor a los más vulnerables. Nacida el 26 de mayo de 1874 en Jericó, Antioquia, Madre Laura es un símbolo de entrega y dedicación al servicio de los demás, en especial de las comunidades indígenas de Colombia, a las que consagró su vida misionera.

    Desde temprana edad, Laura experimentó las dificultades de una vida marcada por la tragedia y la pobreza. A los dos años, su padre, Juan de la Cruz Montoya, fue asesinado durante la Guerra Civil Colombiana, un evento que sumió a su familia en la pobreza y la obligó a vivir con distintos parientes. Sin embargo, lejos de quebrantar su espíritu, esta experiencia la fortaleció en su fe. En sus escritos, Madre Laura relató cómo, a través de este dolor, encontró consuelo en Dios.

    “Mi corazón experimentaba un dolor profundo por la ausencia de mi padre, pero comprendí que Dios estaba usando esa tristeza para acercarme más a Él. Desde pequeña entendí que, aunque mi vida estuviera marcada por la pobreza y el sufrimiento, Dios sería mi refugio y mi todo,” escribió en una de sus reflexiones, testimonio de su resiliencia espiritual.

    A lo largo de su juventud, Laura desarrolló un profundo deseo de servir a los más necesitados. Sintió un llamado particular hacia las comunidades indígenas, que en aquel entonces eran marginadas y estigmatizadas por la sociedad colombiana. Su misión era clara: evangelizar a los pueblos originarios, pero también dignificarlos y educarlos, enfrentando los prejuicios y la discriminación que muchos religiosos de su tiempo compartían hacia ellos.

    En 1914, fundó la Congregación de las Misioneras de María Inmaculada y Santa Catalina de Siena, con el objetivo de llevar el mensaje cristiano a las zonas más remotas del país y trabajar por la protección de las comunidades indígenas. En una época en la que la mujer tenía un papel limitado en la vida pública y religiosa, Madre Laura rompió con los esquemas y abrió camino para futuras generaciones de mujeres misioneras y líderes en la Iglesia.

    A lo largo de su vida, fue una incansable defensora de los derechos de los indígenas, luchando por su dignidad y demostrando que la evangelización debía ir de la mano con el respeto a sus tradiciones y cultura. Su amor por los marginados y su profunda espiritualidad la llevaron a realizar una obra que sigue viva hasta el día de hoy a través de la congregación que fundó.

    Laura Montoya también fue una prolífica escritora. Entre sus obras destacan sus “Escritos Espirituales”, donde plasmó su experiencia mística y sus enseñanzas espirituales, así como las “Cartas a Mis Hermanas”, en las que compartía reflexiones y consejos a las religiosas de su congregación. Sus escritos muestran una profunda confianza en la Providencia divina, que la guió incluso en los momentos más oscuros de su vida.

    El 12 de mayo de 2013, el Papa Francisco la canonizó, convirtiéndose así en la primera santa colombiana. En su canonización, se destacó su trabajo en favor de los más pobres y su coraje para llevar el evangelio a lugares inhóspitos. Su fiesta se celebra cada 21 de octubre, fecha en la que se conmemora su partida hacia la eternidad en 1949.

    El legado de Madre Laura sigue vivo no solo en la congregación que fundó, sino también en los corazones de miles de colombianos que ven en ella un ejemplo de fe, entrega y amor al prójimo. En su tierra natal, Jericó, su vida es motivo de orgullo y devoción, y su santuario se ha convertido en un lugar de peregrinación para quienes buscan inspiración en su vida y obra.

    Hoy, en el aniversario de su canonización, recordamos a Santa Laura Montoya como una figura luminosa que, a través de la adversidad, encontró el camino para servir a Dios y a los demás, dejando una huella imborrable en la historia de la Iglesia y de Colombia.

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