Son muchas las suspicacias que han surgido en los últimos días ante lo que parece ser una relación cada vez más tensa entre el presidente Gustavo Petro y su canciller, Laura Sarabia.
Diversos episodios han evidenciado momentos incómodos y posibles diferencias de criterio entre ambos. Uno de los más comentados ocurrió durante una visita a la casa del expresidente uruguayo hoy fallecido Pepe Mujica, donde, según versiones conocidas, Sarabia habría intentado disuadir al mandatario de utilizar la bandera del M-19. El gesto generó evidente tensión y dejó al descubierto un posible desacuerdo de fondo en cuanto a las formas y símbolos del jefe de Estado.
Estos episodios han alimentado el debate sobre el verdadero nivel de sintonía entre el Presidente y quien fuera una de sus más cercanas colaboradoras, ahora al frente de la política exterior del país.
Otros episodios recientes también han evidenciado las tensiones entre el presidente Gustavo Petro y su canciller, Laura Sarabia. Uno de ellos fue la desautorización pública por parte del mandatario a una publicación de la Cancillería en la que se felicitaba a Daniel Noboa por su elección como presidente de Ecuador. Petro descalificó el mensaje, dejando en evidencia la falta de alineación entre ambos.
Otro hecho que causó fricción fue la convocatoria a la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, realizada por Sarabia en su calidad de canciller. La decisión, aunque legal, generó el enojo del presidente, quien consideró que no se había coordinado con la Casa de Nariño.
Asimismo, el más reciente viaje a China reveló nuevas señales de distanciamiento. Por protocolo, en los desplazamientos internacionales del jefe de Estado existe una avanzada que se encarga de preparar su llegada, y habitualmente la Canciller o el Ministro de Relaciones Exteriores forma parte de la comitiva. Sin embargo, en este caso, Laura Sarabia no fue incluida, lo que refuerza las versiones de un deterioro en la relación entre ambos funcionarios.
Laura Sarabia viajó a China antes que el presidente Petro, en un vuelo comercial y en clase turista, hecho que ella misma hizo público. Un detalle que no pasó desapercibido fue su ausencia durante la alocución presidencial, lo que volvió a alimentar las versiones sobre una relación distante entre ambos.
Además, trascendió que el presidente Petro habría acusado a la Cancillería de intentar modificar el documento de adhesión de Colombia a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, también conocida como la Ruta de la Seda, promovida por el gobierno chino.
Otro episodio que llamó la atención ocurrió durante el traslado de la comitiva presidencial a la ciudad de Shanghái. Según fuentes, Sarabia fue retirada del avión oficial con el argumento de falta de espacio, lo que la obligó a desplazarse por tierra, en tren. La situación ha generado interrogantes sobre su verdadero rol en la agenda internacional del gobierno.
La pregunta que muchos se hacen es inevitable: ¿Cómo es posible que la jefe de la diplomacia colombiana sea relegada en un viaje oficial al que sí asistió, por ejemplo, el director de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres?
Todo esto refuerza la percepción de que la relación entre el presidente Gustavo Petro y la canciller Laura Sarabia es tensa y distante. Y ante esta evidente falta de sintonía, surge una inquietud aún mayor: si el mandatario no está conforme con el desempeño o la presencia de su Canciller, ¿por qué la mantiene en el cargo?
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