Este lunes, 25 de noviembre, fuentes del gobierno colombiano confirmaron que llegó a la Casa de Nariño una invitación enviada desde el Palacio de Miraflores para la “posesión” de Nicolás Maduro como Presidente de Venezuela, prevista para el próximo 10 de enero de 2025.
La recepción del documento puso al presidente Gustavo Petro en una difícil situación política y diplomática.
Aunque la invitación ya se encuentra en el despacho presidencial, Petro no ha emitido ningún pronunciamiento público al respecto, dejando a la opinión pública y a los analistas políticos en suspenso sobre cuál será su postura.
El dilema político
Mientras el régimen de Maduro insiste en que las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio fueron legítimas, la oposición venezolana ha denunciado un fraude masivo, respaldado con actas que, aseguran, demuestran la manipulación del proceso electoral.
Esta polémica ha llevado a varios países, incluidos algunos aliados regionales, a reconocer a Edmundo González como el verdadero ganador de los comicios.
Para el gobierno de Petro, aceptar la invitación y asistir a la ceremonia implicaría un reconocimiento explícito de Maduro como líder legítimo, algo que podría minar su credibilidad internacional, especialmente frente a las democracias que condenan al régimen venezolano.
Por otro lado, negarse podría tensar las relaciones bilaterales con un país vecino, crucial para Colombia en términos económicos, de seguridad fronteriza y migración.
Las declaraciones de Petro
La invitación llega en un contexto complicado para Petro, quien hace pocos días declaró al medio brasileño O Globo que las elecciones venezolanas fueron un “error”.
En sus palabras, aunque inicialmente apoyó que se celebraran, cuestionó la transparencia del proceso debido a la falta de acceso a las actas: “No hay un voto libre si hay un bloqueo… Ganaron las elecciones y dejaron ese mapa oscuro al no mostrar las actas”, señaló el mandatario colombiano.
Estas declaraciones parecen evidenciar una ambivalencia en la postura de Petro, quien aún no ha definido públicamente si reconocerá o no a Maduro como presidente. Este silencio prolongado podría ser una estrategia para ganar tiempo y evaluar las repercusiones políticas de cualquiera de las decisiones que tome.
Con la fecha de la posesión cada vez más cerca, la expectativa sobre la decisión de Petro aumenta. Cualquier acción que tome tendrá repercusiones: asistir podría ser interpretado como un respaldo tácito al régimen de Maduro y sus cuestionadas prácticas antidemocráticas; no asistir podría abrir una grieta en la relación bilateral que Petro ha tratado de reconstruir desde su llegada al poder.