Por: Óscar Jairo González Hernández
¿Desde su formación, podría decirnos, en qué consistió y como se realizó, como se desarrolla en este momento, qué inquietudes desde el realismo y su transformación en y desde la observación, y los vaciamientos técnicos, le causan y le causaron interés, que temas y como alcanzó a revelarse a sí misma, el tema de los Intervalos, de qué se trata, que tensiones estéticas como sueños y obsesiones, la llevaron a este tema, y qué intenta hacer nuevo desde ahí, lo nuevo; por qué la naturaleza, que se disemina de ella, y usted que alcanza a poseer, qué misterio la domina en su ser y hacer en y desde la cámara medusal de la fotografía, y de su mirada sensible y crítica de sí misma y la realidad; como se dio su intervención en la BIAM 2025 y qué ha sido en su desarrollo la misma, qué consideración tiene sobre ella?
Desde mis intereses, la fotografía ha sido el medio indicado para plasmar diferentes emociones y sensaciones que, de alguna manera, me habitan, me cuestionan y me mueven profundamente. Asimismo, amo profundamente tener una cámara fotográfica en mis manos: son máquinas asombrosas, cuya mecánica y forma de funcionamiento me ha causado gran curiosidad.
A la par, desde aquella física encantadora de la formación de la imagen, he sentido también ese encanto, pues realmente es comprender las formas en que se da la formación de la imagen fotográfica. Todo este encanto por la fotografía fue, en primera instancia, una de las razones por las que elegí mi carrera universitaria, aunque debo afirmar que aquella elección también estuvo atravesada por el hacer audiovisual, con el que también resueno profundamente.
Esta carrera, que fue Comunicación en Lenguajes Audiovisuales, fue una etapa hermosa porque aprendí un montón; soy una mujer demasiado curiosa y hay muchos temas que me llaman la atención. En sí, durante aquel tiempo de estudio, vi fotografía por un par de semestres; incluso, mi énfasis fue en dirección de fotografía; claro que todo estaba enfocado en la imagen en movimiento.

Sin embargo, durante toda la carrera, e incluso hasta la actualidad, la fotografía fija como arte es lo que más me remueve. En sí, llevo 10 años en los que he estado explorando, investigando, cuestionando y profundizando en este hacer, y ha sido en su mayoría de forma empírica.
Aunque también es importante mencionar que uno de mis primeros acercamientos con la fotografía fue en la Casa de la Cultura de mi pueblo natal, donde, con los años, conformamos un grupo de fotografía análoga y alternativa, colectivo que también me ha llevado a explorar y profundizar más sobre la fotografía desde lo experimental.
La fotografía ha estado desde hace varios años presente en mi vida, y actualmente me siento profundamente dichosa porque estoy realizando un máster en fotografía artística y siento, por fin, aquel rigor que siempre había querido con este bello hacer que elegí en mi vida, que me sostiene y me mantiene un poco equilibrada ante tanto caos.
Dentro de aquel realismo y la observación, la naturaleza ha sido siempre ese sujeto que genera en mí un sinfín de fascinaciones. Quizás el origen de esto es que viví una parte de mi niñez en el campo y he tenido una conexión bonita con el estar rodeada del monte, observarlo, apreciarlo y sentirlo. En la naturaleza he encontrado también diferentes cuerpos cargados de valor simbólico, con los que he podido abordar conceptos e ideas que, de alguna forma, me habitan.

En sí, la naturaleza no solo es bella y perfectas características que también he abordado en mi obra, es también increíblemente frágil y vulnerable. Incluso la misma vida lo es: los humanos lo somos; finalmente, venimos de ella. Aquella fascinación con la naturaleza, su fragilidad, belleza y poder, la he venido plasmando por medio de la cámara fotográfica, siendo este un artefacto nostálgico que, desde su misma mecánica, permite plasmar lo irrepetible: el tiempo que para mí también es frágil en su pasar constante.
Con ella puedo representar ese algo que generó en mí una emoción, sensación o idea, o que, a la vez, fue un encuentro que complementa o hará parte de algún proyecto que esté realizando. Porque sí, siempre voy en busca de aquel instante inesperado: no siento tanto interés por crear un escenario, siento una conexión más profunda con plasmar lo real, aquello que pasó solo una vez en la línea del tiempo. Por otro lado, desde mis intereses con el arte y el hacer con las manos, realizar fotografía con procesos alternativos ha sido fundamental para llevar mis imágenes a otro nivel, pues con estos he podido tener un acercamiento más profundo con la fotografía, en donde puedo, de alguna manera, volver a sentir eso que me llevó a capturar un instante, pero también darle un nuevo significado o incluso potenciar ese primer sentir.
Dentro de los diferentes procesos alternativos que he explorado y que exploro, debo decir que uno de los que más me ha movido y sorprendido es la impresión al carbón. Esta técnica tiene varias características increíbles que me han permitido explorar la fotografía desde una alquimia que es prácticamente mágica. Asimismo, por su maniobrabilidad y flexibilidad en cuanto a su empleo, permite que pueda ser abordada desde los intereses y deseos de quien la emplea.
Para mí, uno de mis principales objetivos con esta técnica fue, en un momento, tener la posibilidad de hacer que la fotografía flotara en el agua. Pues, nuevamente, vuelvo a la fragilidad: aquí, con la técnica, la fragilidad no solo está en ese instante capturado o en el mismo cuerpo retratado, se presenta también desde la misma materia.
Por lo que aquel interés en hacer flotar la imagen es, en sí, para lograr que, al momento de transferir la fotografía al soporte final, tenga la posibilidad de fragmentar la imagen, generar pliegues y fisuras, crear aquella visual en donde la fotografía se desintegra en sí misma. Esto es completamente fundamental dentro de mis búsquedas actuales.

Con mi obra Intervalos, esta se ha venido gestando desde hace un par de años. En sí, la captura de las fotografías la realicé en 2020. Debo decir que aquel momento en que tuve aquel maravilloso encuentro con el ave, que es un gallinazo rey o gallinazo cabecirrojo, fue increíble, porque las aves suelen ser muy difíciles de fotografiar; de hecho, si se logra una sola fotografía de un ave, ya es un completo éxito. Pero en este caso, particularmente, este bello carroñero estaba completamente sereno, entre la niebla, perchado en un pequeño árbol que ya estaba acabando su ciclo.
Ese momento, además de majestuoso por la misma ave, me permitió hacer varias fotografías, como 15, cada una con una pose diferente, ángulo distinto y diferentes tensiones. Aquella secuencia se convirtió en mi favorita de las muchas que tengo de aves, y especialmente de carroñeros, pues recordaba y aún sigo recordando con gran asombro aquel momento.
Las primeras veces que realicé estas fotografías en impresión al carbón, había algo que me volaba la cabeza, y era que, realmente, el ave parecía suspendida en el espacio-tiempo. Fue increíble apreciar aquel poder invisible que se desvelaba. Por ello, empecé a darle forma a la obra, en donde quería principalmente representar aquel poder del ave, pues los carroñeros son seres de suma importancia para el ecosistema; incluso son profundamente sabios y pacientes, características que admiro.
A la par, son aves supremamente vulnerables, pues están siempre en riesgo de envenenamiento y de problemas de salud por los diferentes elementos que pueden ingerir, especialmente cuando están presentes en los rellenos sanitarios. En este mismo orden de ideas, la relación que estas aves tienen con la muerte se basa en la desintegración y descomposición de aquello que ya no tiene vida: lo regeneran, le dan un nuevo ciclo.
Estas características de poder, suspensión en el tiempo, fragilidad y desintegración son, a la par, develadas en la obra desde la impresión al carbón. Por un lado, desde la gama tonal que brinda la técnica, se puede representar el poder y la presencia del ave en aquel momento; por otro, desde la desintegración y vulnerabilidad de la materia que conforma la técnica, se puede hacer que el gallinazo se desintegre en sí mismo, para evocar aquella vulnerabilidad del ave, pero también la relación que tiene con lo muerto. Asimismo, desde el tiempo y las tensiones que conforman la obra, estos intervalos me permitieron conformar diálogos entre cada pieza, siendo esto fundamental para la distribución de las obras en el espacio que se me fue asignado desde LABIAM.
Realmente, lo nuevo que busco realizar está principalmente marcado en la técnica y el medio que empleo para representar todos aquellos cuerpos, instantes y momentos. Pues la fotografía ha sido un medio que ha estado en constante evolución desde sus inicios, y se ha buscado que realizarla sea cada vez más fácil e inmediato. Para mí, está bien esta noción; finalmente, la fotografía tiene diferentes usos. Ya cuando hablamos de fotografía como arte, el asunto cambia drásticamente.
En sí, mi fascinación con los procesos alternativos fotográficos está enmarcada en el materializar, crear con las manos y explorar, pues me llama profundamente la atención crear fotografías también desde hibridaciones modernas junto con otras antiguas y arcaicas. Por ejemplo, las fotografías que conforman Intervalos fueron realizadas con una cámara digital, posteriormente editadas para pasarlas a negativos fotográficos e impresas en acetato, para luego realizarlas con la impresión al carbón, una técnica arcaica con una gran maniobrabilidad que me permite, a la par, explorar soportes no convencionales y generar así nuevos diálogos entre la fotografía y el arte. De este modo, he venido buscando explorar la imagen fotográfica desde una técnica que no solo es antigua, sino que también es poco explorada a nivel nacional por su complejidad.
En sí, mi búsqueda principal con Intervalos y con mi obra es explorar la fotografía artística desde el hacer con las manos, por medio de técnicas como la impresión al carbón, que permiten explorar este medio desde la alquimia, el asombro y la paciencia. Porque si la fotografía y el arte en sí requieren de paciencia, los procesos alternativos, particularmente, sí que lo requieren, pues todo debe ser realizado con la mayor minuciosidad posible. Aquí no hay forma de borrar: si hay un error o algo no deseado, toca empezar desde cero. Incluso han sido también aquellos momentos de frustración los que más me han motivado en diferentes momentos para repetir nuevamente los pasos, porque cuando se obtiene lo que se buscaba es cuando se siente aquel éxito y sosiego por cumplir algo; además, los resultados suelen ser asombrosos en su mayoría.
Desde el tema de la BIAM 2025, mi participación se dio gracias a la convocatoria abierta que realizaron por medio del Instituto de Cultura y Patrimonio de Antioquia y con la colaboración de la Gobernación de Antioquia. Esta convocatoria tenía dos líneas; una de ellas era la línea NOVA, que fue a la que me presenté, pues esta estaba enfocada en artistas emergentes, en donde los ganadores tenían la posibilidad de exhibir su obra en alguna de las sedes. Mi obra Intervalos resultó ganadora, siendo este acontecimiento un momento bastante importante en mi vida, pues que mi primera oportunidad para exhibir mi trabajo llegara a ser en una bienal, realmente, aún me sigue sorprendiendo la magnitud del asunto. Intervalos estuvo exhibida en la sede del Pabellón de Antioquia, un espacio con una gran diversidad.
En sí, agradezco profundamente la oportunidad y espero que para próximas versiones se realicen nuevamente este tipo de convocatorias, pues son una gran oportunidad para los y las artistas que están empezando su trayectoria. En relación con esto mismo, debo mencionar que, si bien la BIAM 2025 fue un gran espacio de difusión y reconocimiento, no puedo dejar pasar que se presentaron diferentes incongruencias en cuanto a lo que se mencionaba en el documento de la convocatoria.
En sí, no hubo claridades. Por ejemplo, con el espacio en donde exhibíamos quiénes fuimos ganadores: en este documento se mencionaba un espacio y que íbamos a exhibir en una exposición final, pero, al momento de la verdad, este espacio fue cambiado; incluso no era una exposición final, sino que resultó siendo en el lugar donde se dio la inauguración oficial de la misma Bienal. Detalle que en su momento fue complejo de manejar, especialmente por la misma naturaleza de la convocatoria, e incluso de mi propuesta. Además, se presentaron también distintas situaciones que hablaban claramente de poderes que, en cierta forma, no deberían presentarse tan marcadamente en estos espacios.
Finalmente, desde mis intereses con Intervalos y con mi obra en general, es continuar explorándola y expandiéndola para próximos proyectos, en donde serán la fragilidad de la materia, la naturaleza y la vida los ejes fundamentales que van a componer estos próximos devenires. Asimismo, mi exploración continúa con el hacer de la fotografía desde procesos alternativos que permiten explorar aquella alquimia que fue el gran origen de este bello medio, que cada día sigue sorprendiéndome más.






