Durante el de Consejo de Ministros, que fue disfrazado como alocución presidencial para burlar lo sentenciado por el Consejo de Estado, y que nuevamente fue transmitida en vivo a todo el país, el presidente Gustavo Petro dejó entrever que su visa para ingresar a Estados Unidos habría sido revocada por las autoridades de ese país. La revelación, inesperada y sin confirmación oficial por parte de Washington, desató una oleada de reacciones en la opinión pública y en los círculos políticos nacionales.
El mandatario, en medio de una reflexión sobre el viaje de funcionarios a Estados Unidos y eventuales cambios, soltó sin filtro: “Hay que preparar para cosas”, ya renglón seguido, agregó, “yo ya no puedo ir porque creo que me quitaron la visa”. La frase surgió a propios y extraños, incluyendo a sus ministros, cuyas expresiones de asombro quedaron registradas en la transmisión.
Con un tono entre relajado y sarcástico, Petro trató de minimizar el comentario agregando que “ya vi al Pato Donald varias veces” y que, en todo caso, no necesitaba visa. La referencia al famoso personaje de Disney desconcertó aún más, dado que hasta ahora no se conocían restricciones de viaje hacia Estados Unidos para el jefe de Estado colombiano.
El comentario del presidente se da en un contexto de relaciones bilaterales frías con la administración Trump, marcadas por diferencias en temas como la política antidrogas, la transición energética y la situación de Venezuela. Sin embargo, hasta el momento no hay pronunciamiento formal por parte de la embajada estadounidense en Bogotá ni de la Casa Blanca que confirme o desmienta la afirmación.
La situación ha despertado inquietudes sobre las posibles implicaciones diplomáticas que podrían tener esta supuesta cancelación de visa. Aunque Petro intentó restablecerle importancia, sus palabras dejaron abierta la puerta a especulaciones sobre roces cada vez más evidentes entre los dos gobiernos, que hasta ahora mantenían una relación estable, aunque con matices críticos.
Los analistas políticos consideran que el comentario, lejos de ser casual, podría reflejar un deterioro en las relaciones o un gesto calculado para tensar aún más el escenario político, a pocos meses de las elecciones en Estados Unidos y en medio de los desafíos internos que enfrenta su administración.