El ministro del Interior, Juan Fernando Cristo, expresó un enérgico rechazo a los recientes ataques perpetrados por el Ejército de Liberación Nacional (ELN) en el departamento de Antioquia, que dejaron como saldo la muerte de cinco uniformados del Ejército Nacional.
En sus declaraciones, el alto funcionario cuestionó la actitud de la guerrilla, señalando que el grupo armado continúa con una estrategia que combina discursos de paz mientras perpetra actos violentos.
“Están dedicados a tomar el pelo permanentemente, como lo hicieron en anteriores gobiernos. Es muy triste y decepcionante esa actitud del ELN; genera rabia e indignación a todos los colombianos y a mí como víctima”, afirmó Cristo con visible molestia.
El ministro subrayó que el ELN está desperdiciando una oportunidad histórica para alcanzar la paz bajo el actual Gobierno, que ha intentado mantener los diálogos abiertos pese a los constantes ataques de la guerrilla.
“A los del ELN les fascina estar sentados en una mesa, hablando de paz y haciendo la guerra y daño a la población civil y a las fuerzas militares”, agregó, destacando la incongruencia entre las palabras y los actos del grupo insurgente.
Continuidad de los diálogos en medio de la violencia
Cristo indicó que la responsabilidad de los diálogos con el ELN recae ahora en el comisionado de Paz, Otty Patiño, quien continuará liderando la Mesa de Diálogo. No obstante, dejó claro que las Fuerzas Militares no cesarán en su misión de combatir a los actores violentos mientras estos sigan optando por las armas.
“Estos señores que insisten en la violencia tienen que ser enfrentados por el Estado militarmente, y lo están haciendo nuestras Fuerzas Militares. No han tomado la decisión de dejar las armas y las actuaciones violentas”, puntualizó el Ministro.
Las declaraciones de Cristo se dan en un momento crítico para el proceso de paz con el ELN, cuyo compromiso con la negociación ha sido cuestionado debido a sus acciones armadas contra las fuerzas del Estado y la población civil.
Mientras el Gobierno insiste en su intención de lograr un acuerdo que ponga fin a décadas de conflicto, los hechos violentos en territorios como Antioquia representan un obstáculo cada vez mayor para la confianza en las conversaciones.
El ataque en Antioquia no solo deja víctimas humanas, sino que también debilita la esperanza de paz en un país que sigue dividido entre los anhelos de reconciliación y la realidad de una guerra que parece no tener fin.