Este Viernes Santo, la Iglesia católica conmemora uno de los momentos más solemnes del calendario litúrgico: la crucifixión y muerte de Jesucristo en el Calvario. Se trata de una jornada de duelo, silencio, ayuno y oración, en la que millones de fieles en todo el mundo recuerdan con devoción el sacrificio de Cristo por la salvación de la humanidad.
Durante la mañana, los católicos participan del tradicional viacrucis, una oración que rememora los momentos más significativos del «camino de la cruz», desde el prendimiento de Jesús hasta su crucifixión y sepultura. Esta práctica es una de las expresiones más sentidas de la fe cristiana, marcada por el recogimiento y la meditación.
En este día no se celebra la Eucaristía, como signo del dolor de la iglesia por la muerte del Señor. En su lugar, se realiza la celebración de la Pasión del Señor, que incluye la liturgia de la Palabra, la adoración de la Cruz y la sagrada Comunión. Uno de los momentos más significativos de esta celebración es la oración universal, que pone de manifiesto el carácter redentor y universal de la Pasión de Cristo.
Finalizada la celebración, el altar queda desnudo, mientras que la Cruz permanece expuesta junto a cuatro candelabros para que los fieles puedan acercarse, orar y rendirle adoración en silencio.
En la noche millones de fieles en todo el mundo meditan las siete palabras que Jesucristo pronunció en la cruz, momentos antes de entregar su vida.
Las “siete palabras” son una de las meditaciones más tradicionales del Triduo Pascual, y forman parte esencial de la espiritualidad cristiana.
- “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”
- “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso”
- “Mujer, ahí tienes a tu hijo… Ahí tienes a tu madre”
- “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
- “Tengo sed”
- “Todo está cumplido”
- “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”
Cabe señalar que en este día no se celebran otros sacramentos, con excepción de la penitencia y la unción de los enfermos.
El Viernes de la Pasión del Señor es también un día de ayuno y abstinencia obligatoria para todos los católicos, en señal de penitencia y unión con el sufrimiento de Cristo.
