Por: José Ignacio Penagos H.
La Comuna 13 de Medellín ha sido testigo de una de las transformaciones más impactantes en la historia reciente de Colombia. Sin embargo, en el corazón de esta historia de resiliencia permanece una herida abierta: La Escombrera, un terreno cargado de simbolismo y misterio, cuya historia refleja el sufrimiento y la esperanza de una comunidad que luchó por sobrevivir en medio del conflicto armado.
Los intereses políticos de muchos de los protagonistas de la historia de La Escombrera han alterado la comprensión de lo que ha ocurrido en este espacio a lo largo de las últimas décadas, alterando con narrativas, la contextualización de los hechos manipulando los datos históricos, testimonios y reescribiendo no solo la historia sino las dinámicas sociales y políticas que siguen marcando la memoria colectiva de los habitantes de la Comuna 13.
Un corredor estratégico de violencia
La Comuna 13, ubicada en el occidente de Medellín, ha sido históricamente un territorio de importancia estratégica debido a su conexión con Urabá, la puerta a un corredor que hacia una región clave para el narcotráfico y el comercio ilegal. Durante los años 80 y 90, este corredor se convirtió en un campo de batalla entre diversos actores armados: guerrillas como las FARC y el ELN, grupos paramilitares, y estructuras delincuenciales conocidas como combos.
Todos utilizaron la comuna 13 como punto de enclave para asentarse y cuidar el paso de armas y droga, aprovechando las estrechas calles de los barrios y las zonas suburbanas y rurales, hasta donde no llegaba el Estado ni la autoridad.
Los enfrentamientos constantes dejaron una estela de terror entre los habitantes. Según cifras reseñadas en diversos informes, durante los años más críticos, se registraron más de 300 homicidios anuales en la comuna, con un alto número de desaparecidos. Las calles se convirtieron en trincheras, y muchas viviendas, hechas de materiales precarios, no ofrecían protección ante el fuego cruzado, dejando víctimas inocentes en sus propias casas.
En medio de esta violencia, La Escombrera emergió como un lugar clave en el relato del conflicto. Este terreno, utilizado originalmente para el depósito de escombros, comenzó a ser señalado por los habitantes como el sitio donde se arrojaban los cuerpos de las víctimas de los diferentes actores armados inmersos en el conflicto.
La Escombrera: Un lugar de muerte y desapariciones
El testimonio de antiguos habitantes y organizaciones sociales sugiere que La Escombrera fue utilizada como un botadero de cadáveres, especialmente durante los años en que los grupos paramilitares comenzaron a consolidar su control en la comuna atacando de frente a las milicias guerrilleras. Según datos recopilados que hoy utiliza la JEP, se estima que en la Comuna 13 podrían haber más de 300 personas desaparecidas, muchas de las cuales habrían terminado en este terreno. Hace más de 10 años, los medios titulaban que La Escombrera, sería la “fosa común” más grande del mundo; aunque aún no hay pruebas de ello a pesar de los años de búsqueda en estos terrenos.
Aunque estas cifras son aproximadas, las investigaciones han sido insuficientes para esclarecer la magnitud de las desapariciones. En 2015, la Alcaldía de Medellín, en conjunto con la Fiscalía General de la Nación, inició excavaciones en La Escombrera. Sin embargo, estas labores fueron suspendidas tras no encontrar restos humanos, lo que dejó más dudas que respuestas. Para las familias de las víctimas, esta falta de resultados ha sido un golpe emocional, avivando la percepción de impunidad.
La Operación Orión: Entre la paz y la controversia
La llegada de la política de Seguridad Democrática en 2002 marcó un punto de inflexión para la Comuna 13. Bajo el gobierno de Álvaro Uribe Vélez y la alcaldía de Luis Pérez Gutiérrez, se diseñó la Operación Orión, una ofensiva militar que buscaba desmantelar las estructuras armadas que se disputaban el territorio.
La operación, que se llevó a cabo el 10 de octubre de 2002, tras una llamada del alcalde Luis Pérez al presidente Uribe, tras la la muerte de dos estudiantes inocentes. La operación involucró a más de 1.000 efectivos del Ejército, la Policía y otras fuerzas del Estado. Según reportes oficiales, se logró la captura de más de 200 personas y la neutralización de varios cabecillas de grupos armados ilegales.
Para muchos habitantes, Orión representó el fin de años de terror y el inicio de un proceso de recuperación social y urbana. No obstante, las denuncias de violaciones a los derechos humanos durante el operativo dejaron una marca profunda que tuvo origen en la manipulación retórica de los grupos terroristas y delincuenciales afectados, a través de ong’s y sectores afines que, comenzaron con la manipulación retrórica. No obstante, las denuncias han marcado la operación como también lo ha hecho la felicitación social a la acción y el respaldo a la misma de quienes aún habitan la Comuna 13 y reconocen que la retoma a través de la acción militar, ha sido lo mejor que les ha ocurrido
Algunas Organizaciones han señalado que han documentado casos de desapariciones, torturas y ejecuciones extrajudiciales atribuidas a las fuerzas del Estado en la operación sembrando una sombra que ha sometido a La Escombrera, aún más en el misterio y el mito urbano macabro.
El debate sobre La Escombrera también se conecta con estas denuncias. Algunos sectores críticos afirman que este terreno podría contener los cuerpos de víctimas de abusos cometidos durante la operación. Esta denuncia, entre algunos, quiere ser la única verdad tratando de borrar el pasado real del terreno como botadero de muertos de los narcoterroristas mientras otros lo suman e insisten que La Escombrera siguió recibiendo muertos de acciones violentas posteriores, enredando la obtención de la verdad. Estas acusaciones han alimentado una narrativa polarizada, donde los logros de Orión se enfrentan a las demandas de verdad y justicia de las víctimas.
Es así como la manipulación retórica se mancha de intentos de “post verdad” por parte de quienes estuvieron antes y después la Operación Orión y el presunto a hallazgo reciente de tres huesos humanos, deja más preguntas que certezas, pues son los primeros huesos en décadas de búsqueda, sin saberse si son previos o posteriores a la operación Orión o, inclusive, si fueron “sembrandos” allí solo para argumentar la acción de la JEP o si estos restos óseos, son de otros episodios que nada tienen que ver ni con el pasado ni con la operación en cuestión y por el contrario, es la muestra que La Escombrera sigue siendo utilizada para enterrar víctimas de la violencia actual.
La Transformación de la Comuna 13
Pese a su historia de violencia, la Comuna 13 ha logrado una transformación notable. Gracias a la inversión social, proyectos de infraestructura y el esfuerzo colectivo de sus habitantes, este territorio pasó de ser un símbolo de guerra a convertirse en un destino turístico de renombre internacional.
Uno de los proyectos más emblemáticos fue la construcción de las escaleras eléctricas al aire libre, inauguradas en 2011. Este sistema no solo mejoró la movilidad de los habitantes, sino que también se convirtió en un atractivo turístico. Además, los coloridos murales que adornan las calles de la comuna cuentan historias de resiliencia y esperanza, atrayendo a miles de visitantes cada año.
En términos de seguridad, los índices de homicidios se han reducido significativamente. Según datos de la Secretaría de Seguridad de Medellín, los homicidios en la Comuna 13 disminuyeron en más del 70 % entre 2002 y 2020. Esto refleja el impacto positivo de las intervenciones sociales y el fortalecimiento del tejido comunitario.
Hoy en la comuna 13 se ha dado un proceso de renovación en sus habitantes, la zona ha sido atractiva para nuevos residentes. Sus barrios han sido escenario natural para películas, series y producciones nacionales e internacionales de alta factura y su oferta turística y cultural, complementan el desarrollo social que ha vivido.
Después de Orión, la comuna 13 recibió toda la oferta institucional. Desde entonces, hospitales, escuelas, colegios, nuevas vías, nuevas ofertas de viviendas con urbanizaciones y edificios han sido construidos. A la zona llegó la seguridad, el Estado y la autoridad que antes no podía llegar. Hasta hoy la Comuna 13 continúa recibiendo atención prioritaria de todas las administraciones.
La Escombrera hoy: Memoria, justicia y polémica
A pesar de los avances en la Comuna 13, La Escombrera sigue siendo un tema sin resolver. Para las familias de los desaparecidos, este lugar es un símbolo de impunidad y una herida abierta en su búsqueda de verdad. Organizaciones de derechos humanos continúan exigiendo que se retomen las excavaciones y que se brinden respuestas claras sobre el destino de las personas desaparecidas.
Pese a que se han desarrollado varias misiones de excavación a lo largo de casi década y media, nada se ha encontrado hasta ahora, salvo restos de animales. Han sido miles de toneladas de tierra movidas sin éxito hasta ahora. Por eso es que sorprende que, sin procesos de rigurosa excavación vigentes, se haya producido el hallazgo de tres piezas óseas humanas que no revelan nada contundente aún, aunque la JEP promete continuar la investigación a lo que la alcaldía de Federico Gutiérrez ha ofrecido todo el apoyo; mientras que se le pide a la JEP, que estas investigaciones se desarrollen con estricta simetría y desprovista de manipulaciones políticas.
Por otro lado, algunos sectores señalan que La Escombrera ha sido instrumentalizada políticamente para alimentar narrativas que buscan desacreditar la Operación Orión y la política de Seguridad Democrática que en su momento emprendió el gobierno del expresidente Uribe y el exalcalde Luís Pérez. Los ataques recientes del presidente Gustavo Petro han merecido la contundente respuesta de los sectores uribistas y del propio expresidente, en defensa de la acción de recuperación. Este debate refleja las profundas divisiones ideológicas en Colombia, donde las acciones del Estado en el marco del conflicto armado, son objeto de interpretaciones opuestas según los intereses.
Hacia el Futuro: ¿Reconciliación o polarización?
La historia de La Escombrera y de la Comuna 13 es un microcosmos de los desafíos que enfrenta Colombia en su camino hacia la reconciliación. Mientras el país busca superar décadas de conflicto armado, es fundamental que se aborden las demandas de verdad y justicia de las víctimas, sin caer en la polarización política.
La Comuna 13, con su transformación ejemplar, demuestra que es posible superar el pasado y construir un futuro de esperanza. Sin embargo, la memoria de lugares como La Escombrera debe ser preservada como un recordatorio de los costos del conflicto y la importancia de garantizar que la violencia nunca se repita.