Las celebraciones de Navidad y fin de año suelen asociarse con reuniones familiares, descanso y espacios de disfrute colectivo. Sin embargo, para una parte significativa de las personas, diciembre también concentra emociones complejas como tristeza, ansiedad, cansancio emocional o soledad.
Especialistas en salud mental coinciden en que estas sensaciones no son excepcionales y responden a dinámicas personales, sociales y contextuales que se intensifican durante esta época.
La soledad, en particular, ha sido identificada como un factor que impacta de forma directa el bienestar físico y emocional. Jake Van Epps, psicólogo y especialista en bienestar del Centro de Resiliencia de la Universidad de Utah Health, ha señalado que la conexión social cumple un papel central en la regulación del estrés, la ansiedad y la depresión, además de incidir en la salud cardiovascular y en la capacidad de afrontar situaciones difíciles. De acuerdo con estudios citados por expertos, este fenómeno afecta a una proporción amplia de la población y tiende a acentuarse durante las fiestas.
Las causas son diversas, para algunas personas que atraviesan duelos recientes o antiguos que resurgen con rituales, fechas simbólicas o ausencias visibles en la mesa. Otras enfrentan distancias familiares, rupturas de vínculos, exigencias laborales que impiden compartir las celebraciones o presiones económicas que condicionan la experiencia. También existen quienes eligen pasar estas fechas en soledad, una decisión que no necesariamente implica malestar cuando es voluntaria.
Desde la psicología se plantea que el primer paso para afrontar estas emociones es reconocerlas sin juicio. La autorreflexión permite identificar si existe un deseo de mayor conexión social o si, por el contrario, se necesita transitar el tiempo desde la introspección.
En los casos en los que se busca mayor cercanía con otros, se recomienda retomar el contacto con amigos o familiares, acordar encuentros posibles, participar en actividades comunitarias o realizar acciones solidarias que faciliten nuevas interacciones.
Otra estrategia señalada por especialistas consiste en fortalecer vínculos existentes a través de gestos de gratitud. Expresar reconocimiento, recordar experiencias compartidas o escribir mensajes de agradecimiento puede contribuir a reforzar relaciones y a modificar la percepción emocional del entorno. Estos ejercicios, según Van Epps, también influyen de manera positiva en el estado de ánimo individual.
En contextos de duelo, algunos profesionales sugieren crear rituales propios que permitan recordar a quienes ya no están, sin evitar el significado emocional de la fecha. Espacios simbólicos, actos religiosos o momentos de memoria compartida forman parte de estas alternativas.
Cuando la tristeza está asociada a limitaciones económicas o a la distancia física, se mencionan opciones como actividades de bajo costo, recorridos urbanos, encuentros virtuales o dinámicas sencillas en casa.
Los expertos también advierten sobre la importancia de no aislarse de manera prolongada y de identificar cuándo las emociones se tornan abrumadoras. En casos en los que la soledad se acompaña de síntomas de depresión o angustia persistente, se recomienda buscar apoyo profesional o acudir a líneas de ayuda disponibles para atención emocional.
Así, entre celebraciones y silencios, diciembre se configura como un periodo de alta carga emocional, donde reconocer lo que se siente y contar con recursos de apoyo resulta parte del cuidado personal y colectivo.





