miércoles, diciembre 17, 2025
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Es el segundo día de la Novena y se invita a reflexionar sobre la entrega de María y la preparación espiritual para el nacimiento de Jesús

En el segundo día de la Novena de Navidad, la reflexión propone una mirada centrada en la entrega de María, el sentido del amor de Dios al hacerse hombre y la invitación a vivir con fe, humildad y comprensión hacia el prójimo. Este momento del itinerario espiritual previo a la Navidad busca fortalecer los vínculos familiares y comunitarios, al tiempo que orienta la preparación interior para el nacimiento de Jesús.

La meditación de esta jornada se articula en torno a la Anunciación, episodio narrado en el Evangelio de Lucas, en el que el arcángel Gabriel se presenta ante María en Nazaret para comunicarle que será la madre de Jesús. Este acontecimiento es presentado como el inicio del cumplimiento de una promesa y como un punto central del mensaje cristiano, al introducir el misterio de la Encarnación. En este marco, se invita a considerar el significado del anuncio y la respuesta de María como elementos que orientan la vivencia de la fe.

El “sí” de María ocupa un lugar central en la reflexión. Su aceptación, expresada en el “hágase en mí según tu palabra”, es entendida como un acto de fe y de disponibilidad ante la voluntad divina. Este consentimiento, conocido en la tradición cristiana como el “Fiat”, es presentado como una decisión libre que abre el camino a la Encarnación y a la Redención. En la Novena, este pasaje se propone como referencia para la vida cotidiana, destacando la importancia de la confianza y la entrega en los procesos personales y comunitarios.

La Encarnación es otro de los ejes de la jornada. La reflexión recuerda que, según la fe cristiana, el Verbo eterno asume la naturaleza humana para compartir la condición del ser humano. Este acto es presentado como una expresión del amor de Dios y como una cercanía concreta con la realidad de las personas. Desde esta perspectiva, se propone contemplar la Navidad no solo como una conmemoración histórica, sino como un llamado a reconocer la presencia de Dios en la vida diaria.

La comprensión hacia el prójimo es destacada como una consecuencia de este mensaje. Al recordar que Dios se hace cercano y comparte la experiencia humana, la reflexión invita a practicar la comprensión, el perdón y la aceptación de las limitaciones ajenas. Este enfoque subraya la necesidad de construir relaciones basadas en el respeto y la solidaridad, especialmente en el contexto familiar y comunitario que acompaña la Novena de Navidad.

La humildad y la fe son presentadas como virtudes que se desprenden del ejemplo de María. Su actitud es propuesta como una guía para vivir la fe de manera coherente, reconociendo la propia fragilidad y manteniendo una disposición abierta al servicio.

Aquí les contamos como se hace la novena de Navidad.

Invocación inicial: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Oración introductoria

Benignísimo Dios de infinita caridad que nos has amado tanto y que nos diste en tu Hijo, la mejor prenda de tu amor, para que, encarnado y hecho nuestro hermano en las entrañas de la Virgen, naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; te damos gracias por tan inmenso beneficio. En retorno, te ofrecemos, Señor, el esfuerzo sincero para hacer de este mundo tuyo y nuestro, un mundo más justo, más fiel al gran mandamiento de amarnos como hermanos. Concédenos, Señor, tu ayuda para poderlo realizar. 

Te pedimos que esta Navidad, fiesta de paz y alegría, sea para nuestra comunidad un estímulo, a fin de que, viviendo como hermanos, busquemos más y más los caminos de la verdad, la justicia, el amor y la paz. Amén.

(Se reza un Padrenuestro)

Oración por la familia (esposos)

Señor, haz de nuestro hogar un sitio de tu amor. Que no haya injuria porque Tú nos das comprensión. Que no haya amargura porque Tú nos bendices. Que no haya egoísmo porque Tú nos alientas. Que no haya rencor porque Tú nos das el perdón. Que no haya abandono porque Tú estás con nosotros. Que sepamos marchar hacia ti en el diario vivir. Que cada mañana amanezca un día más de entrega y sacrificio. Que cada noche nos encuentre con más amor. 

Haz, Señor, con nuestras vidas, que quisiste unir, una página llena de ti. Haz, Señor, de nuestros hijos lo que anhelas, ayúdanos a educarlos, orientarlos por tu camino. Que nos esforcemos en el apoyo mutuo. Que hagamos del amor un motivo para amarte más. Que cuando amanezca el gran día de ir a tu encuentro nos conceda el hallarnos unidos para siempre en ti. Amén.

Oración a la Virgen María

Soberana María, te pedimos por todas las familias de nuestro país; haz que cada hogar de nuestra patria y del mundo sea fuente de comprensión, de ternura, de verdadera vida familiar. Que estas fiestas de navidad, que nos reúnen alrededor del pesebre donde nació tu Hijo, nos unan también en el amor, nos hagan olvidar las ofensas y nos den sencillez para reconocer los errores que hayamos cometido.

Madre de Dios y Madre Nuestra, intercede por nosotros. Amén.

Oración a San José

Santísimo San José, esposo de María y padre adoptivo del Señor, tú fuiste escogido para hacer las veces de padre en el hogar de Nazaret. Ayuda a los padres de familia; que ellos sean siempre en su hogar imagen del Padre Celestial, a ejemplo tuyo; que cumplan cabalmente la gran responsabilidad de educar y formar a sus hijos, entregándoles, con un esfuerzo continuo, lo mejor de sí mismos. Ayuda a los hijos a entender y apreciar el abnegado esfuerzo de sus padres. San José, modelo de esposo y padre, intercede por nosotros. Amén.

(Se reza un Padrenuestro)

Meditación del día

El segundo día de la Novena está dedicado a meditar sobre la COMPRENSIÓN. Comprensión es una nota distintiva de todo verdadero amor.

Podemos decir que la Encarnación de Dios -Dios que se hace hombre- puede leerse en clave de ese gran valor llamado comprensión. Dios es alguien capaz de ponerse en nuestro lugar, capaz de romper las distancias y compartir nuestros afanes y nuestras alegrías. Es gracias a ese amor comprensivo de Dios Padre que somos sus hijos realmente, y hermanos entre nosotros. 

Como afirma San Juan Evangelista, Dios nos muestra la grandeza de su amor y nos llama a vivir como hijos suyos (puedes leer 1 Jn 3, 1-10). Si de verdad actuamos como hijos de Dios seremos capaces de amar como Dios ama y dar la vida por los hermanos (puedes leer 1 Jn 3, 16).

Con un amor comprensivo somos capaces de ver las razones de los demás, de ponernos en su lugar y seremos más capaces de aceptar sus fallas y ayudarlos a que se sobrepongan a ellas, sin condenarlos.

Si la NAVIDAD nos torna más ‘comprensivos’ con los demás, entonces podremos decir que la venida de Jesús sí tiene la fuerza para cambiarlo todo de raíz. 

Una Navidad feliz es aquella donde en lugar de juzgar desde nuestras heridas y resentimientos, aprendemos a ponernos en el lugar de los demás y somos capaces de dialogar y perdonar.

Oración al niño Dios

Señor, la Navidad es el recuerdo de tu nacimiento entre nosotros, es la presencia de tu amor en nuestra familia y en nuestra sociedad. Navidad es certeza de que el Dios del cielo y de la tierra es nuestro Padre, que tú, Divino Niño, eres nuestro Hermano.

Que esta reunión junto a tu pesebre nos aumente la fe en tu bondad, nos comprometa a vivir verdaderamente como hermanos, nos dé valor para acabar con el odio y sembrar justicia y paz. Oh, Divino Niño, enséñanos a comprender que donde hay amor y justicia, allí estás tú, y allí también es Navidad. Amén.

(Se reza un Gloria)

Gozos

R. Dulce Jesús mío, mi niño adorado. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

Oh, sapiencia suma del Dios soberano, que a nivel de un niño te hayas rebajado. Oh, Divino infante, ven para enseñarnos la prudencia que hace verdaderos sabios.

R. Dulce Jesús mío, mi niño adorado. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

Niño del pesebre, nuestro Dios y Hermano, Tú sabes y entiendes del dolor humano; que cuando suframos dolores y angustias, siempre recordemos que nos has salvado.

R. Dulce Jesús mío, mi niño adorado. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

Oh, lumbre de oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas tú esplendor veamos, Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios.

R. Dulce Jesús mío, mi niño adorado. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

Rey de las naciones, Emmanuel preclaro, de Israel anhelo, Pastor del rebaño. Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca ya el cordero manso.

R. Dulce Jesús mío, mi niño adorado. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

Ábrase los cielos y llueva de lo alto bienhechor rocío, como riego santo. Ven hermoso niño, ven, Dios humanado; luce hermosa estrella, brota flor del campo.

R. Dulce Jesús mío, mi niño adorado. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

Tú te hiciste Niño en una familia llena de ternura y calor humano. Vivan los hogares aquí congregados, el gran compromiso del amor cristiano.

R. Dulce Jesús mío, mi niño adorado. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

Del débil auxilio, del doliente amparo; consuelo del triste, luz de desterrado. Vida de mi vida, mi sueño adorado; mi constante amigo, mi divino hermano.

R. Dulce Jesús mío, mi niño adorado. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

Ven ante mis ojos, de ti enamorados; bese ya tus plantas, bese ya tus manos. Prosternado en tierra te tiendo los brazos y aún más que mis frases te dice mi llanto.

R. Dulce Jesús mío, mi niño adorado. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

Haz de nuestra patria una gran familia; siembra en nuestro suelo tu amor y tu paz. Danos fe en la vida, danos esperanza y un sincero amor que nos una más.

R. Dulce Jesús mío, mi niño adorado. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto! 

Ven Salvador nuestro por quien suspiramos. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven, no tardes tanto!

Invocación final: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

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