Las elecciones presidenciales del 5 de noviembre en Estados Unidos se acercan, y aunque la política latinoamericana no ha sido protagonista en la contienda, podría desencadenar consecuencias para los migrantes y el sueño americano.
El mensaje de ambos candidatos, Trump y Harris está dirigido a endurecer las políticas migratorias para reducir el flujo de migrantes que llega cada día a los Estados Unidos.
Sin importar la tendencia política, tanto demócratas como republicanos están de acuerdo en que la inmigración es uno de los problemas más apremiantes que enfrenta el país, según indican las encuestas.
Trump y Harris se muestran firmes en sus promesas de cerrar las puertas a quienes buscan en Estados Unidos una alternativa a la pobreza, la violencia y el deterioro democrático en sus países.
Trump: «el mayor esfuerzo de deportación de la historia»
Para Trump, esta elección es una oportunidad para retomar su agenda de «América Primero» y cerrar la entrada a los migrantes.
El exmandatario prometió intensificar las deportaciones, eliminar el Estatus de Protección Temporal (TPS), que ha beneficiado a miles de venezolanos, haitianos, nicaragüenses y cubanos, y terminar con la ciudadanía por nacimiento.
Además, busca implementar un sistema masivo de deportación con apoyo del ejército y una nueva fuerza de deportación dedicada exclusivamente a estos operativos.
Según Adolfo Franco, ex asesor republicano y analista, el rechazo de la población hacia los migrantes es palpable y, según afirma, Trump «tiene el apoyo de la gran mayoría de los estadounidenses que ven con preocupación el flujo de ilegales al país y desean medidas contundentes».
Remesas y economías al borde del colapso
Las políticas de deportación masiva y proteccionismo económico de Trump tendrían un impacto devastador en las economías latinoamericanas.
En países como El Salvador y Nicaragua, las remesas representan más del 30% del PIB, y para México, el principal receptor mundial, constituyen alrededor del 3.5% del PIB, según Fitch Ratings.
Una política de deportación y cierre de fronteras reduciría considerablemente estos ingresos, desestabilizando a países que dependen de ellos para subsistir.
Benjamín Gedan, director del programa para América Latina del Wilson Center, advirtió que incluso una implementación parcial de estas políticas tendría repercusiones dramáticas en la región.
Con un Trump comprometido con la imposición de aranceles de hasta el 200% en productos como automóviles, México, que se convirtió el año pasado en el principal socio comercial de EE. UU., podría ver desplomadas sus exportaciones. Para Trump, “Estados Unidos no necesita amigos, solo intereses”.
Harris: un endurecimiento “gradual” de la política migratoria
Kamala Harris propone un enfoque diferente pero igualmente restrictivo. Si bien su plan no es tan drástico como el de Trump, Harris pretende fortalecer las leyes de frontera, reducir las brechas en el proceso de asilo y limitar el acceso al TPS.
Bajo su administración, los cruces fronterizos ilegales alcanzaron niveles récord, lo cual generó críticas por la falta de control migratorio en la frontera sur con México. Harris, al igual que Trump, enfatiza la necesidad de reducir estos cruces, aunque ha planteado medidas más “graduales”, según indica el académico José Miguel Cruz.
¿Qué está en juego para América Latina?
Las decisiones de inmigración, economía y seguridad, según los analistas, se perfilan como los temas que determinarán estas elecciones. Para América Latina, los resultados de estos comicios podrían significar un endurecimiento de las políticas migratorias que afectaría a los millones de migrantes que buscan en Estados Unidos una salida a las crisis de sus países.
Con la elección de cualquiera de los dos candidatos, América Latina se enfrenta a un futuro incierto, donde la política migratoria será una barrera más difícil de atravesar, y las economías de la región tendrán que lidiar con un país menos dispuesto a apoyar.