Con el rito de la traslación concluido este miércoles en la mañana hora local de Roma, el Vaticano dio inicio formal al conjunto de actos fúnebres en honor al Papa Francisco, el único papa latinoamericano de la historia. En una ceremonia solemne y cuidadosamente organizada, el cuerpo del pontífice fue trasladado desde la residencia de Santa Marta hasta la Basílica de San Pedro, donde permanecerá en cámara ardiente hasta el viernes en la tarde, día de su entierro.
Traslado del féretro por las calles del Vaticano
El rito comenzó a primera hora del día, cuando catorce asistentes del Papa cargaron el ataúd, acompañados por la Guardia Suiza Pontificia. La procesión recorrió las calles internas del Estado Vaticano, siguiendo un trayecto desde la residencia papal, ubicada en la Casa Santa Marta, hasta la nave central de la Basílica de San Pedro, donde miles de fieles ya comenzaban a concentrarse.
Este acto, que forma parte de los protocolos establecidos por la Santa Sede para la despedida de un sumo pontífice, fue ejecutado con sobriedad y respeto, marcando el inicio de las exequias abiertas al público. A pesar de las conocidas reservas del Papa Francisco frente a los rituales que consideraba excesivos, el Vaticano cumplió con lo estipulado en el ceremonial para despedir a un jefe de la Iglesia Católica.
Cámara ardiente en San Pedro y sepultura en Santa María la Mayor
Una vez en la basílica, el ataúd fue ubicado frente al altar mayor, donde permanecerá en cámara ardiente hasta el día de su entierro, programado para este viernes a las 19:00 horas, hora local de Roma. Durante este tiempo, se espera una afluencia masiva de fieles, diplomáticos, autoridades religiosas y civiles que acudirán a rendir homenaje al pontífice que condujo la iglesia durante más de una década.
Según lo expresado por el mismo Francisco en su testamento, su voluntad era ser sepultado en la Basílica de Santa María la Mayor, una iglesia de especial significado espiritual para él. A pesar de su deseo de evitar ceremonias suntuosas, el protocolo vaticano vigente para papas fallecidos ha sido aplicado, como ocurre con todos los pontífices, en cumplimiento de las normas que rigen este tipo de transiciones.
Tras la sepultura, el sábado se dará paso a una de las fases más importantes del proceso sucesorio en la Iglesia Católica: la convocatoria del cónclave. Los cardenales que integran el Colegio Cardenalicio serán convocados al interior del Vaticano para iniciar las deliberaciones que culminarán con la elección del nuevo líder espiritual de la Iglesia.
Este proceso se desarrollará bajo estrictas normas de confidencialidad y aislamiento, conforme al procedimiento establecido desde siglos atrás. Los cardenales se reunirán a puerta cerrada en la Capilla Sixtina, donde se efectuarán sucesivas rondas de votaciones secretas. La atención del mundo se centrará entonces en la emblemática chimenea de la capilla: el humo negro indicará una votación sin resultado, mientras que el humo blanco anunciará al mundo que se ha alcanzado un consenso.
El fallecimiento del Papa Francisco ha generado expresiones de condolencia en todos los continentes, reflejo de su relevancia no solo en el ámbito religioso, sino también en la diplomacia y el diálogo interreligioso. Líderes políticos, representantes de diversas confesiones y millones de fieles han reaccionado con respeto y admiración por su legado.
La transición que ahora se inicia será seguida con atención tanto por creyentes como por analistas y observadores internacionales. La elección del próximo papa definirá el rumbo de la Iglesia en temas tan relevantes como la reforma institucional, el papel de la mujer, el cuidado del medio ambiente y la relación de la Iglesia con el mundo moderno.