El próximo lunes 3 de noviembre, Colombia conmemora el Día de Todos los Santos, una celebración religiosa de origen cristiano que rinde homenaje a todas las personas consideradas santas en la tradición católica. La fecha, que según el calendario litúrgico se celebra el 1 de noviembre, fue trasladada al lunes siguiente en cumplimiento de la Ley 51 de 1983, conocida como Ley Emiliani, que busca fomentar el descanso laboral y promover el turismo interno mediante la creación de fines de semana extendidos.
De esta manera, los colombianos disfrutarán de tres días consecutivos de descanso, lo que representa una oportunidad para reflexionar, visitar templos o realizar viajes cortos dentro del país. Aunque para muchos la fecha se asocia con un feriado más, en el ámbito religioso tiene un profundo significado espiritual.
El Día de Todos los Santos se instauró con el propósito de honrar a quienes alcanzaron la santidad plena, tanto los canonizados oficialmente por la Iglesia Católica como aquellos no reconocidos públicamente, pero que vivieron con fe, virtudes y servicio al prójimo. Es una jornada de gratitud y oración dedicada a recordar el ejemplo de quienes, según la creencia católica, ya gozan de la vida eterna.
El origen de esta festividad se remonta al siglo IX, cuando el papa Gregorio IV, en el año 835, oficializó el 1 de noviembre como la fecha para celebrar el Día de Todos los Santos. Su propósito era reemplazar antiguas festividades paganas, especialmente el Samhain celta, una tradición europea que marcaba el fin de las cosechas y el inicio del invierno, y que estaba asociada a rituales en honor a los muertos y a los espíritus.
Con el paso del tiempo, la Iglesia Católica integró elementos culturales de distintas regiones, resignificando el sentido de la fecha y dándole un enfoque espiritual centrado en la vida eterna y la comunión con los santos. Así, el Día de Todos los Santos se consolidó como una jornada de esperanza y fe, en la que los creyentes recuerdan que la santidad no es exclusiva de unos pocos, sino una meta posible para todo cristiano.
Es importante indicar que el 1 de noviembre se dedica especialmente a los santos conocidos y desconocidos que, según la doctrina católica, han superado el purgatorio y alcanzado el cielo. Al día siguiente, el 2 de noviembre, la Iglesia celebra el Día de los Fieles Difuntos, momento en que los creyentes oran por las almas que aún se purifican antes de llegar a la vida eterna. Juntas, ambas fechas forman un tiempo de profunda reflexión sobre la muerte, la fe y la esperanza cristiana.
En Colombia, las parroquias y comunidades religiosas acostumbran a celebrar eucaristías, procesiones y vigilias en honor a los santos y a los difuntos, acompañadas de actos simbólicos como encender velas o colocar flores en los cementerios.
La conmemoración del Día de Todos los Santos ha adquirido distintas expresiones culturales en el mundo. En México, por ejemplo, se fusionó con antiguas tradiciones indígenas para dar origen al Día de los Muertos, una festividad declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. Allí, las familias elaboran altares con fotografías, flores, velas, comida y música, bajo la creencia de que las almas regresan para convivir con los vivos.
En España, Filipinas, Italia y varios países de América Latina, también se celebran misas y visitas a los cementerios, donde las familias limpian y adornan las tumbas de sus seres queridos como muestra de respeto y amor.
Para muchas familias más allá del descanso o los viajes que posibilita el puente festivo, el Día de Todos los Santos se aprovecha para reflexionar sobre la trascendencia, la fe y la espiritualidad. Es una fecha que recuerda la importancia de la virtud y del servicio al prójimo, valores fundamentales de la vida cristiana.





