lunes, junio 30, 2025
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El dolor de una infancia perdida, testimonios de la Corporación Rosa Blanca (Parte 1)

La Corporación Rosa Blanca, aquella que reúne a las mujeres víctimas de las FARC, que fueron reclutadas de manera forzosa por el grupo guerrillero y que sufrieron todo tipo de maltratos, violaciones y ultrajes al interior de las filas, escribieron un libro con algunos de los testimonios de las víctimas, algunos de ellos será reproducidos por IFMNOTICIAS.COM para que no queden en el olvido al que la Comisión de la «verdad» ha intentado someter estas mujeres.

La desgarradora narración muestra la crudeza de la realidad que vivieron estas mujeres siendo solamente unas niñas. Ellas que ahora se esfuerzan por sanar sus heridas mientras sus victimarios se sientan a ser adalides de la «ética», de «la verdad» en el Congreso con sueldos pagados por todos los colombianos, desconociendo que los delitos contra los niños son delitos de Lesa Humanidad penalizados por el Derecho Internacional Humanitario.

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NOTA DE IFMNOTICIAS.COM: Se transcriben textual los testimonios escritos en el libro publicado, y se narran hechos sensibles.

«CATALINA

Soy la sexta hija de mi familia. Mi hermana María, la menor, era una bebé de meses y mi hermana Rosa la mayor, tenía cerca de 21 años, esposo e hijos cuando yo tenía nueve años. En mis recuerdos estaba en primer año de primaria en una escuelita del corregimiento de Balboa, en el Cauca.

Por ese tiempo llegaba la guerrilla de las FARC al pueblo y llamaban a todas las personas a reuniones, citándonos casa por casa. A los niños nos decían que teníamos que ir uno o dos de cada casa a una “capacitación” en una montaña que tenía cerca algunas casas donde ellos instalaban sus campamentos.

Un día me citaron a mí y como a unos cuarenta niños más que provenían de otras veredas. Al inicio estábamos con unos comandantes que se presentaron como alias Gustavo, alias Alexis, alias Jhon, alias Fredy y alias Ramírez. Estuvimos todo el día solamente escuchándolos decirnos que la oligarquía iba a caer con el socialismo, que ellos ayudaban al pueblo y estaban para hacer que el país fuera mejor y que la juventud, que éramos nosotros, debíamos emprender el socialismo.

Yo pensé que por la tarde nos iban a devolver a la casa, pero me di cuenta que, llegando la noche, no iba a ser como yo pensaba… Luego, alias Alexis me llamó y me dijo que tenía una cabellera muy bonita y que esa monita ya se llamaba Leidy.

En ese momento le dije que me quería ir y aclaré que yo no me llamaba así, pero él me respondió que ya me había mirado en el pueblo y que ese nombre ya me lo tenía. Él tenía en ese tiempo 45 años y yo nunca más volví a mirar a mi mamá desde ese día.

A partir de ese momento nos asignó un cambuche a seis niñas más de edades entre los diez y doce años, pero yo era la menor. Como a los ocho días de empezar a dormir nos hizo cambiar de sitio, caminamos de noche muchas horas y ya no supe dónde estaba. Cuando empezamos a acampar en los otros lugares, me ordenó que me quedara con él a dormir.

Cuando pasaron los meses empezó a violarme, diciéndome que yo ya era una mujercita y que debía estar con él. Yo recuerdo que después de eso, tenía ganas de no vivir por
todo lo que me estaba pasando: todo el tiempo me obligaba a estar con él, me pegaba, me mordía el cabello, me lo cortaba cuando él quería, me amarraba en las noches cuando se enojaba con el equipo o por algo, me ponía a palear potreros, a cambiar pastos, trincheras, a cargar leña y como me tenía prohibido tener amigos, cuando me veía hablando con otras muchachas también me castigaba.

La primera vez que quedé embarazada fue a los trece años y cuando me puse enferma me dijeron que tenía fiebre porque en la montaña había mucho zancudo. Me empezó a crecer la barriga a los seis meses, pero solo hasta el momento en que él me dijo que era prohibido tener hijos yo me di cuenta que estaba embarazada.

Por esos días mandaron a traer un doctor de ellos y me dijo que venía para revisarme la barriguita a ver cómo estaba. Pero cuando ese médico me aplicó una inyección yo me dormí y al despertar vi que en un tarro había unos pedazos de carne… Ahí empecé a ponerme más triste… Él decía que prefería los abortos y no dejarme planificar porque yo estaba muy joven, y como había muchos muchachos jóvenes no quería que estuvieran
conmigo.

Al poco tiempo quedé embarazada otra vez y a los cinco meses volvió a llamar un médico, pero cuando me iba a poner la inyección, como yo sabía qué me iban a hacer, no me dejé y
me resistí, pero varios guerrilleros me cogieron a la fuerza y me inmovilizaron para ponerme la inyección y hacerme abortar de nuevo… Volví a despertarme y volví a darme cuenta de lo que había pasado.

El tercer embarazo me di cuenta a los tres meses y como él me hacía revisar a cada rato, se dio cuenta ligero. Por esa época los médicos de él decían que ya habían llegado unas pastillas de Cuba y ese día una guerrillera que llamaban alias Marina me dio cuatro pastillas que, al tomármelas, me empezaron a dar dolor de cabeza, mareos y sentí como si fuera a tener un niño, y ya… ahí se vino.

En el cuarto embarazo, tenía dos meses… recuerdo que me sancionó hartísimo: me puso a cargar mucha leña, a hacer trincheras, a cocinar para otra gente, a cercar potreros, a dormir amarrada a un palo al agua y me ordenaba que me tenía que tomar las pastillas… Y se me vino el niño.

Después quedé embarazada nuevamente por quinta vez, pero como en esa época él era el encargado del secuestro de los diputados de la Asamblea del Valle, lo mandaron a llamar del Secretariado porque él tenía que hacerse cargo de ellos junto con alias El Paisa.

Como se dio cuenta de mi estado antes de irse, me dejó encargada con alias Marina, la enfermera, quien tenía que vigilarme e informarle todo de lo que pasara conmigo. Como ella tenía que hacerse cargo de mucha guerrilla, yo le pedía las toallas higiénicas
y me cortaba las partes íntimas y la boca al interior para pasarle las toallas llenas de sangre. Cuando él regresó, alias Marina no se encontraba en el campamento y como yo ya estaba con el embarazo avanzado, con casi ocho meses, al verme alias Alexis, me mandó a amarrar diciendo que ese niño no era de él y eso iba para fusilamiento.

Varios guerrilleros hicieron el hueco donde me iban a enterrar porque la orden del Secretariado era que mi embarazo daba para fusilamiento, que estaba programado para las once de la mañana; pero justamente ese día, una hora antes, sobre las diez de la mañana volvió al campamento alias Marina, quien al verme, le aclaró a alias Alexis que yo no había estado con nadie y que ese hijo sí era del comandante, entonces me soltaron y decidieron mandarme para la casa de unos campesinos, donde tuve a mi hijo con ellos.

Cuando el niño tuvo tres meses, de nuevo me mandaron la orden de alistar la ropa y presentarme con él, pero yo le mandé a decir que no iba porque el niño estaba enfermito. Por mi reacción, él se molestó conmigo y dio la orden a tres guerrilleros que hicieran con el niño lo que quisieran, pero que a mí me tenían que llevar al lado de él. En ese momento ellos llegaron a decirme que acomodara mis cosas y me fuera con ellos, pero yo les volví
a decir que no iría.

Como yo tenía la maleta lista, se me acercaron y uno de esos guerrilleros me quitó el niño y en el instante en el que le iban a pegar con el arma para matarlo de un golpe, yo me defendí y tomé al niño y salí corriendo con él; pero al llegar en medio de dos caminos, me di cuenta que había un barranco y me tiré por ahí cayendo río abajo. Duré como ocho días escondida y después, al volver a Popayán, pedí ayuda en el batallón y allá me
desmovilicé.

Cuando llegaron a recogerme los funcionarios del DAS, al darse cuenta que estábamos muy mal de salud y el niño tenía pulmonía, nos remitieron al hospital.

A causa de estas cosas, mis padres y mis dos hermanas fueron amenazados y desplazados forzadamente por varios grupos armados de la zona y a mí me han amenazado varias veces.«

Testimonios de La Rosa Blan… by Ifm Noticias

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