miércoles, diciembre 10, 2025
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El ABC en IFMNOTICIAS: La diferencia entre activismo y periodismo: roles, objetivos y métodos en el debate público

El activismo y el periodismo cumplen funciones distintas dentro de la vida social y política, aunque en algunos escenarios sus límites pueden resultar cercanos. Ambos buscan visibilizar realidades y poner en circulación información relevante para la ciudadanía, pero lo hacen con intenciones y métodos diferentes. La discusión sobre la relación entre estas dos prácticas se ha ampliado con el crecimiento de nuevos medios digitales, el surgimiento de movimientos sociales y el debate constante sobre la objetividad informativa.

El activismo se entiende como el conjunto de acciones orientadas a promover, defender o resistir cambios sociales, políticos o económicos. Su propósito central es impulsar transformaciones concretas y movilizar a la ciudadanía alrededor de una causa específica. Entre los temas más frecuentes se encuentran los derechos humanos, la protección ambiental, la participación política y asuntos relacionados con la igualdad. Para alcanzar estos objetivos, los activistas emplean herramientas como protestas, campañas, boicots, cabildeo ante instituciones, acciones comunitarias y estrategias digitales dirigidas a generar impacto y visibilidad. Se trata de una práctica que, por definición, adopta una postura clara frente a los temas que aborda.

En contraste, el periodismo se dedica a la recopilación, verificación y difusión de información basada en hechos. Su función es proporcionar datos y relatos documentados que permitan al público comprender el contexto de los acontecimientos y formarse una opinión informada. Para ello, los periodistas realizan investigación, entrevistas, análisis, cubrimiento de eventos y producción de contenidos en distintos formatos, tanto en medios tradicionales como en plataformas digitales. Aunque este trabajo también puede contribuir a revelar irregularidades o situaciones que afectan a la población, su objetivo principal no es promover un cambio específico, sino informar con rigurosidad.

Uno de los elementos que más diferencia a ambas prácticas es la intencionalidad. El activista busca modificar una situación o impulsar una transformación directa en la sociedad. El periodista, por su parte, presenta hechos de manera que la audiencia pueda interpretarlos y tomar decisiones. El ejercicio periodístico puede generar consecuencias sociales o políticas, su propósito declarado no es organizar ni dirigir acciones colectivas.

La neutralidad es otro punto de distinción. El activismo es explícito en su adhesión a una causa y su trabajo parte de un posicionamiento definido. En cambio, el periodismo tradicional se guía por estándares de imparcialidad que orientan a presentar la información sin inclinación hacia un lado del debate. No obstante, en los últimos años han surgido discusiones sobre los límites de esa neutralidad, especialmente en situaciones que involucran violaciones de derechos o problemáticas humanitarias.

A pesar de estas diferencias, existe una zona gris en la que ambas actividades pueden acercarse. El periodismo, al documentar y hacer visibles situaciones de injusticia, puede incidir en la transformación social. El activismo, por su parte, suele incorporar técnicas narrativas y herramientas de investigación para sustentar sus denuncias y difundirlas. Este cruce de funciones ha generado debates sobre el papel de los medios y sobre la responsabilidad de los periodistas frente a hechos que afectan a comunidades o grupos vulnerables.

El diálogo entre ambas prácticas continúa, en un contexto en el que la información circula con mayor rapidez y en el que ciudadanos y organizaciones buscan nuevas formas de participación e incidencia pública.

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