Cualquiera diría que con el eslogan: «Colombia, potencia mundial de la vida»; y que con el cuestionado proceso de «paz total», los colombianos estarían sintiéndose seguros, viviendo tranquilos y disfrutando como nunca antes del territorio nacional.
Sin embargo, la evidencia demuestra que está ocurriendo todo lo contrario: Colombia está convirtiéndose nuevamente en una «potencia mundial de la muerte» en donde ni siquiera hay «paz parcial», porque los delincuentes, guerrilleros y narcoterroristas retomaron el poder del territorio.
En cifras, bien lo dijo la senadora María Fernanda Cabal en su discurso de oposición el pasado 20 de julio, cuando el presidente comunista de Colombia, Gustavo Petro, instaló la nueva legislatura del Congreso de la República.
«Usted y su ministro de Defensa son responsables de que en cada rincón se viva el fenómeno de la violencia. Habla de paz total cuando hay más de 1 300 grupos viviendo del narcotráfico y de la minería ilegal. Desde el 7 de agosto, fecha de su posesión, ha habido 88 masacres, 303 muertos y 154 líderes sociales asesinados, ¿Dónde quedó la campaña “nos están matando”?», cuestionó en ese momento María Fernanda Cabal a Gustavo Petro, quien la escuchaba en el Congreso.
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Colombia: ¿«Potencia mundial de la inseguridad»?
Es que, a esas cifras, se suman el incremento de la percepción de inseguridad en las zonas urbanas y rurales del país. El incremento de la delincuencia común y del accionar de los grupos guerrilleros, que estaban camino al exterminio desde el primer gobierno del expresidente Álvaro Uribe Vélez, a quien parece que le tocará volver a postularse a la presidencia después de este gobierno para retomar las riendas del país.
Los bloqueos de las vías nacionales por parte de supuestos grupos indígenas que, según denuncias ciudadanas, realmente son militantes guerrilleros disfrazados de campesinos indígenas que reclaman derechos; esos mismos que pisotean en el resto de la población.
No es secreto el incremento de pandillas en las vías nacionales que tratan de bloquear el paso de los transportadores de carga para robarlos, atacarlos y hasta asesinarlos. En otrora tiempo de Uribe lo que se veían eran miembros de la Fuerza Pública cuidando al viajero. Ante la cruda realidad actual, algunos conductores optaron por llevar consigo armas traumáticas para defenderse. Algo que incrementa la violencia y la muerte, no la paz ni la vida.
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Reclamos de la ATC, por ejemplo
Tal vez por esto es que Anderson Quiceno, CEO de la Asociación de Transportadores de Carga -ATC-, exigió que el Gobierno no puede olvidarlos, al denunciar la cruda realidad que vive ese gremio en el país.
«El problema número uno de los transportadores es la seguridad: los polizones, los descuelgues de los vehículos (rompen las carpas y extraen la mercancía con el vehículo en movimiento), el contrabando de madera, la extorsión (hay zonas del país donde aparte de la cédula original necesitamos otra cédula dependiendo del grupo armado), los alrededor de 200 peajes oficiales (y súmele otros 70 peajes no oficiales en diferentes zonas) los bloqueos de días y de meses que nos llevó a pérdidas de 2 horas logísticas diarias, a 12 horas diarias», denunció en IFMNOTICIAS.COM Quiceno.
Pero también hay más asesinatos de policías y de soldados. Volvieron los carros bomba, las pescas milagrosas, se incrementó la extorsión, los atracos a mano armada y un sinnúmero de flagelos y fenómenos que para nada tienen que ver con ser una «potencia mundial de la vida» y menos con una «paz total».
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Mensaje del Gobierno Petro impide a Colombia ser potencia mundial de la vida
Hasta ahora, los únicos que viven en carne propia eso de «paz total», de «Colombia potencia mundial de la vida» y de «vivir sabroso», son precisamente los delincuentes, asesinos, violadores, narcoterroristas… en suma, los que están «bendecidos» en el Gobierno comunista de Gustavo Petro son los delincuentes que desangraron al país por tantas décadas y que aún en la actualidad siguen carcomiendo las entrañas del país, mientras disfrazan sus acciones y discursos de buenas intenciones.
¿Acaso la intención del Gobierno Petro es: «hasta que la dignidad se vuelva costumbre», pero para los peores delincuentes del país, en desmedro de la dignidad del pueblo decente y trabajador? Con razón en redes sociales empezó a decirse que en Colombia «ser pillo sí paga».
Con Gustavo Petro en la presidencia, lo que se volvió costumbre fue el antivalor; mientras que el valor de las cosas se volvió una rareza: «si eres asesino te doy un millón de pesos para que no mates más; si eres delincuente te nombro gestor de paz y te doy una mensualidad; si eres terrorista te doy un doctorado honoris causa para que promuevas la paz; si eres de lo peor de la sociedad, yo te premiaré», es el mensaje que manda el Gobierno comunista a los colombianos.
Por el contrario: «si eres trabajador o empresario, te quito dinero subiendo los impuestos; si eres emprendedor, te quito dinero subiendo tus aranceles; si eres finquero, te expropio la tierra para dársela a quien no se la ganó; si eres gente de bien y te defiendes atacando a los delincuentes para evitar que te roben o te hagan daño, entonces te meto a la cárcel».
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Siempre firmes, siempre adelante
¿Será que la nueva generación decidirá no ir más a la universidad para dedicarse a la delincuencia, con el fin de tener un «mérito» gubernamental el día de mañana?
No obstante, es importante que no se baje la guardia, que se siga haciendo frente a la ola del mal disfrazada de progresismo que se está tomando a Colombia. Es tiempo de exigirle al Gobierno que recapacite y le dé el nombre que le corresponde a cada cosa, sin eufemismos ni infantilismos y que defienda a capa y espada el Estado Social de Derecho. Al fin y al cabo, para eso lo eligió un sector de la sociedad.
Más que nunca, el país necesita de hombres y mujeres que, desde la institucionalidad y la legalidad, defiendan las libertades que han permitido la construcción de una sociedad que sigue firme y adelante en procura del bienestar común.