El debate de control político citado en el Senado de la República por el senador Andrés Guerra Hoyos, del Centro Democrático, sobre las presuntas irregularidades en el caso del lote Aguas Vivas en Medellín, concluyó con contundentes advertencias jurídicas y políticas. Guerra expuso detalladamente los argumentos técnicos que motivaron la citación, evidenciando cómo la actuación del exalcalde Daniel Quintero Calle no respondió a una política pública legítima, sino a una estrategia que habría tenido como fin el favorecimiento privado a través del volteo de tierras.
Durante su intervención, el senador Guerra realizó un recorrido técnico por las normativas urbanas que regulaban el uso del predio Aguas Vivas. Señaló con precisión lo que estaba permitido y lo que no podía hacerse en ese terreno, concluyendo que el discurso ambiental con el que se intentó justificar el cambio de uso del suelo carecía de sustento legal. Según explicó, se trató de una narrativa construida para encubrir la intención real: modificar las condiciones del predio para beneficio de particulares, valiéndose de decisiones administrativas disfrazadas de interés público.
“Esto no fue una política pública legítima. Fue un plan diseñado para alterar el orden jurídico del suelo con un propósito deliberadamente irregular”, afirmó Guerra, respaldando con estos argumentos la imputación ya hecha por la Fiscalía al exalcalde Quintero.
Un símbolo que se devuelve
El momento más simbólico de la jornada ocurrió al final de la intervención de Guerra, cuando recordó el episodio en que Daniel Quintero, siendo candidato, llevó un queso al Concejo de Medellín para acusar a la clase política antioqueña de robarse los recursos. “Señor Quintero, el queso que usted llevó al Concejo se lo comieron, pero fueron ustedes”, expresó Guerra, devolviendo la metáfora al exalcalde, a quien acusó de representar la misma corrupción que decía combatir.
El debate fue intenso y polarizado. El Pacto Histórico se mantuvo firme en la defensa del exalcalde, y aunque se hicieron varios intentos por deslegitimar las intervenciones de los concejales y senadores críticos, los argumentos jurídicos dominaron la discusión. La bancada petrista se enfocó más en cuestionar la ausencia del alcalde actual, Federico Gutiérrez, que en responder de fondo a las acusaciones. Sin embargo, quedó claro que quien debía comparecer, lo hizo: Daniel Quintero, con una defensa que muchos calificaron como débil y evasiva.
Los concejales de Medellín que intervinieron fueron enfáticos al advertir que lo ocurrido en Medellín es una alerta nacional. “El país debe saber que lo que pasó en el caso Aguas Vivas y en Medellín con Quintero puede repetirse si con estas prácticas llega a la Presidencia”, señaló.
El debate concluyó no solo con una radiografía clara del caso, sino con un llamado de atención al país: lo que parecía una disputa local, se transformó en un mensaje nacional sobre los riesgos del populismo disfrazado de lucha anticorrupción.