En las últimas horas se conoció públicamente la carta de renuncia que, Gustavo Bolívar, director del Departamento de Prosperidad Social, DPS, radicó el pasado 29 de abril. Bolívar, uno de los alfiles más leales del presidente Gustavo Petro, ha enfrentado en los últimos meses una relación cada vez más tensa y deteriorada con el mandatario. Lo que comenzó como una cercanía política y personal, ha derivado en distanciamiento, humillaciones públicas y una serie de desplantes por parte de Petro, que reflejan las crecientes divisiones dentro del bloque oficialista.
Desde que Bolívar empezó a figurar como uno de los precandidatos más fuertes de la izquierda para las elecciones presidenciales de 2026, según varias encuestas, Petro ha mostrado creciente recelo y molestia hacia su figura. Las primeras señales de ruptura se hicieron evidentes en el primer Consejo de Ministros televisado, cuando Bolívar expresó abiertamente su apoyo personal diciendo: “yo lo amo presidente”. Sin embargo, los gestos de Petro han sido, desde entonces, cada vez más fríos e incluso despectivos hacia quien fuera uno de sus principales defensores políticos.
Una renuncia en pausa y maniobras políticas en el oficialismo
La carta de renuncia, que finalmente se hizo pública, fue presentada con más de un mes de anticipación a la fecha límite de los plazos del calendario electoral, buscando evitar que un eventual retraso en su aceptación lo dejara inhabilitado para competir en los próximos comicios. No obstante, hasta la fecha, el presidente Petro no ha oficializado su aceptación, pese a que públicamente ya lo ha marginado de su cargo y de que Bolívar anunció que se iría el 16 de mayo. Ejemplo de ello fue lo sucedido recientemente en Catatumbo, donde Bolívar, aún como director del Departamento de Prosperidad Social, fue excluido del orden del día y no se le permitió dirigirse a la comunidad ni ejercer como vocero gubernamental. Petro fue contundente: “quien renunció, renunció”, cuestionando incluso el desempeño de Bolívar en la entidad.
El contexto político se complica aún más si se considera que Bolívar ha comenzado a acercarse políticamente a la vicepresidenta Francia Márquez, con quien el presidente también mantiene fuertes tensiones. Márquez fue recientemente apartada del Ministerio de Igualdad por decisión del propio Petro, quedando sin funciones dentro del Ejecutivo. Este reacomodo interno, con Bolívar alineándose a Márquez, refleja un juego de alianzas que amenaza con fragmentar aún más al oficialismo de cara a las elecciones.
Preferencias del presidente y los nuevos actores en la contienda
Dentro del escenario electoral, se sabe que Gustavo Petro no tiene entre sus favoritos a Bolívar como posible sucesor. En cambio, nombres como el de María José Pizarro, senadora y figura destacada del Pacto Histórico, suenan con fuerza como apuestas del presidente para la próxima contienda. En paralelo, otros actores políticos, como el exalcalde de Medellín Daniel Quintero, intentan aprovechar el panorama de divisiones para posicionarse y ganar espacio en la coalición de izquierda.
El limbo administrativo de Bolívar, quien sigue siendo oficialmente director de Prosperidad Social, pero ya ha sido marginado políticamente, muestra una estrategia calculada en la Casa de Nariño para controlar los tiempos políticos. Mientras tanto, el retraso en aceptar la renuncia alimenta dudas sobre la estrategia presidencial para condicionar las candidaturas dentro de su propio campo político.
En definitiva, lo que está en juego no es solo una renuncia administrativa, sino una lucha de poder interna, donde las fracturas entre los principales líderes del oficialismo podrían reconfigurar el mapa político de cara a las elecciones de 2026.