La COP30, desarrollada en Belém, culminó con la aprobación del acuerdo denominado Global Mutirão, un documento que plantea impulsar la reducción del uso de combustibles fósiles, aunque sin metas ni compromisos concretos sobre su eliminación.
La decisión fue anunciada por André Corrêa do Lago, presidente de la conferencia, tras una jornada final de negociaciones que se extendió hasta la mañana del sábado.
El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, celebró la adopción del texto y destacó que se presenta en un año marcado por el aumento global de temperatura. Afirmó que el acuerdo representa una apuesta colectiva por mantener los principios del multilateralismo y acelerar los esfuerzos frente al cambio climático.
Sin embargo, la propuesta deja para 2026 decisiones que varios países esperaban concretar este año, especialmente las relacionadas con la transición energética y la eliminación gradual de los combustibles fósiles.
El documento Global Mutirão: Uniendo a la humanidad en una movilización global contra el cambio climático recoge avances en asuntos como adaptación, financiamiento y transparencia.
También subraya la urgencia de reducir emisiones y resalta elementos como equidad, derechos humanos y cooperación internacional. No obstante, el texto reconoce brechas importantes en materia de financiamiento climático y no fija plazos específicos para la descarbonización.
El cierre de la cumbre estuvo acompañado de controversias por la ausencia del llamado “mapa de ruta” para la transición energética, una propuesta respaldada por alrededor de 80 países y promovida por el propio Lula y el secretario general de la ONU, António Guterres. También se retiraron apartes que planteaban acciones sobre deforestación. En contraste, se incluyó un llamado a triplicar la financiación para la adaptación al año 2030, sin definiciones sobre montos o responsabilidades de los Estados.
Esa ausencia de metas generó rechazo de varios gobiernos. Países como Colombia, Alemania, Islas Marshall y Vanuatu enviaron una comunicación formal a la presidencia de la COP30 expresando su desacuerdo con la última versión del texto.
Entre los puntos señalados está la falta de una hoja de ruta para abandonar los combustibles fósiles de forma gradual y con criterios de equidad. Organizaciones ambientales y delegados científicos calificaron la situación como un retroceso frente a lo que habían solicitado en las negociaciones previas.
Las críticas también provinieron de funcionarios europeos. La ministra francesa de Medio Ambiente, Dominique Barbut, manifestó descontento con la eliminación de referencias a la salida de combustibles fósiles y sostuvo que, en su estado actual, el texto no cuenta con el apoyo de su país.
Wopke Hoekstra, comisario europeo de Clima, expresó una posición similar. Frente a esas reacciones, el presidente de la COP30 señaló que este es un momento de “realismo” y que las negociaciones requieren acuerdos posibles entre todos los actores.
La COP30 también estuvo marcada por dificultades logísticas, un incendio en el pabellón principal de reuniones, las conversaciones estuvieron marcadas por tensiones entre delegaciones, críticas a la infraestructura instalada y discusiones sobre el papel de Brasil como anfitrión y promotor de políticas ambientales.
La continuidad de las negociaciones se extenderá durante el fin de semana, mientras se espera la versión definitiva del documento.





