Un día antes del 7 de agosto, fecha de doble simbolismo para Colombia por la conmemoración de la Batalla de Boyacá y Día del Ejército, se produjo un movimiento significativo en la estructura de mando del Ejército Nacional. El anuncio oficial, emitido por el Comando del Ejército, presentó la reubicación de varios generales en funciones clave, enmarcándolo como parte de ajustes operativos y estratégicos habituales. Sin embargo, la magnitud de las modificaciones, sumada al contexto político y militar, generó un debate intenso al interior de las Fuerzas Armadas y dejó al descubierto una extraña jugada que a todas luces, parece ser el cumplir, por parte del Gobierno Petro, con exigencias hechas por las disidencias de las FARC. Al menos así lo interpretan varios generales de la República, tanto en activo como en retiro.
El comunicado y los cambios anunciados
Según el comunicado oficial, los traslados respondían a “las necesidades operacionales y estratégicas de la Fuerza” y al desarrollo profesional de los oficiales generales. Entre los principales movimientos, se destacó que el Mayor General Giovanni Rodríguez León, hasta entonces comandante de la Segunda División, pasaría a liderar el Comando de Educación y Doctrina. El Brigadier General Federico Alberto Mejía Torres asumiría la dirección del Centro Nacional de Entrenamiento, mientras que el Brigadier General Javier Hernando Africano López tomaría el mando de la Tercera División.
Otros relevos incluyeron al Brigadier General Rodolfo Morales Franco, designado comandante de la Segunda División; al Brigadier General Jorge Ricardo Hernández Vargas, quien asumiría la Décima Brigada; y al Brigadier General Juan Miguel Huertas Herrera, nuevo comandante del Comando de Personal. El Brigadier General Samuel Salinas Valencia pasaría a la Décima Octava Brigada y el Brigadier General César Augusto Martínez Páez asumiría la Décima Tercera Brigada.
En el cierre del comunicado, el Ejército reafirmó su compromiso con la defensa de la soberanía nacional, la paz y la seguridad de la población, señalando que estas decisiones buscaban fortalecer las capacidades operativas de la institución.
El papel del ministro de defensa y las tensiones internas
La figura del Ministro de Defensa, Pedro Sánchez, resultó central en la lectura política de estos cambios. Su llegada al cargo estuvo rodeada de controversia, no solo por su trayectoria previa en la Fuerza Aérea Colombiana, sino también por el hecho de que, para asumir como civil, debió retirarse sin contar con el rango superior frente a algunos de los oficiales activos. Este antecedente dejó un clima de inconformidad en ciertos sectores militares.
Sánchez había ganado visibilidad nacional e internacional por su papel en el rescate de cuatro niños indígenas extraviados en la selva tras un accidente aéreo, operación que recibió amplia cobertura en medios y plataformas como Netflix y Prime Video. Su nombramiento como ministro había generado expectativas en torno a una gestión fiel a la doctrina militar tradicional, algo que en los últimos meses fue objeto de discusión dentro de las Fuerzas Armadas, en donde crecen las voces de inconformidad y decepción..
El caso del general Mejía
Uno de los puntos más comentados de esta reestructuración fue el traslado del Brigadier General Mejía, comandante de la Tercera División, hacia el Centro Nacional de Entrenamiento en Tolemaida. Según lo indicado en el documento oficial, se trataba de un cambio en el marco de la carrera militar, pero dentro del propio Ejército varios oficiales interpretaron que la medida reducía la capacidad operativa de Mejía frente a las disidencias armadas luego de una cadena d éxitos sucesivos que venía controlando y menguando el actuar de las Farc en disidencia en el Cauca.
Precisamente, Mejía había destacado por su labor en el Cauca, un departamento donde la presencia de grupos armados ilegales, en particular disidencias de las FARC de Iván Mordisco y el frente Jacobo Arenas, que representan un desafío constante para la seguridad nacional. De acuerdo con testimonios recogidos por IFMNOTICIAS entre miembros de alto rango de las Fuerzas Armadas, Mejía era considerado uno de los pocos oficiales que mantenía un enfoque operativo alineado con la doctrina histórica del Ejército, mostrando resultados concretos en la lucha contra estos grupos.
IFMNOTICIAS logró establecer que antes de los cambios en la cúpula, las FARC habían emitido comunicados críticos hacia Mejía, cuestionando su permanencia en el Cauca a través de acusaciones infundadas y desprestigio. Era claro que Mejía le venía haciendo daños a las FARC y que buscaban sacarlo de la zona. Tras conocerse su traslado (de Mejía) la organización terrorista expresó públicamente su desacuerdo con que no fuera retirado del servicio, lo que sumó un elemento político al debate ya abierto en el ámbito castrense. El rechazo de las FARC se produjo el mismo día del comunicado del Ejército oficializando los cambios, 6 de agosto.
Percepciones y lecturas internas
Dentro de la oficialidad, la lectura predominante fue que la reestructuración respondía a factores más allá de lo estrictamente operativo. Aunque el Ministerio de Defensa, Pedro Sánchez, insistió en que se trataba de ajustes normales, en el cuerpo de generales se instaló la percepción de que el movimiento afectaba la capacidad de respuesta del Ejército en zonas de alto riesgo. El hecho de que el nuevo cargo de Mejía —la dirección del Centro de Entrenamiento en Tolemaida— suela estar a cargo de oficiales con menor rango y antigüedad que él, reforzó esas interpretaciones de que todo es bendecido a mover a Mejía para alejarlo de la capacidad operativa contra las Farc y surgió la pregunta: ¿a qué juega el ministro de defensa?
Fuentes internas destacaron que Mejía era respetado por su liderazgo y por su capacidad de operar con recursos limitados, diseñando estrategias que combinaban movilidad táctica con protección de la población civil. Su estilo de mando, respaldado por resultados medibles, le había permitido ganarse la lealtad de sus hombres en escenarios complejos. Por eso la lectura es que el Gobierno le hizo el favor a las Farc y que el ministro se habría prestado para ello.
Contexto político y repercusiones
La coyuntura en la que se produjeron estos cambios no es menor. El Gobierno del presidente Gustavo Petro ha impulsado una política de seguridad que busca combinar negociación con acciones militares focalizadas, en un contexto en el que las disidencias de las FARC y otros grupos armados han incrementado su capacidad de acción en varias regiones fortaleciéndose en detrimento del ejército y capacidad de poder actuar. Esto ha generado fricciones con sectores de las Fuerzas Armadas más apegados a la verdadera doctrina ofensiva y tradicional de un ejército que defiende la democracia.
El traslado de un general con el perfil operativo de Mejía, desde una zona de confrontación directa hacia un puesto eminentemente administrativo y formativo, ha sido interpretado por algunos como un signo de un reacomodo estratégico que prioriza otros criterios sobre el enfrentamiento directo. Este movimiento, además, ocurre en un momento en que el Gobierno enfrenta críticas por la implementación de su política de “paz total” y por los niveles de violencia en regiones estratégicas como el Cauca, reafirmando la idea de que lo que se hizo fue “hacerle caso a las Farc”
La disciplina militar frente al debate
Pese a las tensiones internas, la disciplina castrense ha prevalecido. Los oficiales implicados han cumplido las órdenes y asumido sus nuevos cargos sin reparo y con respeto. Sin embargo, la discusión sobre el alcance real de estos cambios sigue abierta en pasillos y reuniones privadas dentro de la institución. IFMNOTICIAS tuvo acceso a estos círculos en donde las críticas se hacen abiertamente y se manifiesta el descontento, aunque no se pone en duda la obediencia a las órdenes dentro del marco constitucional. La pregunta que resuena es si las decisiones recientes responden únicamente a necesidades operativas o si forman parte de una estrategia más amplia en la relación entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas.
La experiencia de Sánchez, su trayectoria militar previa y su cercanía con el presidente Petro son factores que influyen en la forma en que se interpretan sus decisiones. Para algunos mandos, el desafío del ministro será equilibrar las exigencias políticas con la necesidad de mantener la operatividad y el espíritu combativo del Ejército en un momento de alta presión por parte de actores armados ilegales; aunque algunos con evidente decepción creen que Sánchez se olvidó de la lealtad militar y se entregó a los caprichos políticos de Petro.
Una coyuntura que marcará el rumbo
El impacto de estos cambios no se definirá en días, sino en meses. El desempeño de las nuevas autoridades militares en sus cargos, la evolución de la situación en el Cauca y otras zonas críticas, y la capacidad de coordinación entre las divisiones y brigadas reconfiguradas serán determinantes para medir si la reestructuración fortalece o debilita más, la respuesta del Ejército.
Mientras tanto, el traslado de Mejía seguirá siendo un referente en el debate sobre el papel del Ejército en la estrategia de seguridad del actual Gobierno. La figura del general, reconocida por su enfoque operativo y liderazgo de campo, simboliza para muchos oficiales la tensión entre la doctrina militar tradicional y las nuevas orientaciones políticas.
En un contexto donde la seguridad nacional está marcada por desafíos internos complejos, cada movimiento en la cúpula militar adquiere un significado que trasciende el organigrama. En este caso, lo que comenzó como un comunicado técnico ha derivado en una discusión más amplia sobre el rumbo del Ejército y su papel en la Colombia de hoy y en entender a qué juega el Ministro de Defensa, Pedro Sánchez.