Un informe reciente de la ONU titulado Previsiones de la Población Mundial ha revelado que Colombia alcanzará su pico poblacional en el año 2051, cuando el país alcanzará los 59,3 millones de habitantes.
Esta proyección marca un cambio importante, ya que a partir de ese año se espera una reducción progresiva en el crecimiento demográfico, con una base de población más envejecida y una menor proporción de jóvenes. Este cambio estructural anticipa una serie de desafíos sociales y económicos que demandarán respuestas inmediatas y de largo plazo.
La tendencia que vivirá Colombia replica la de muchos países en Europa y Asia, donde la población en edad laboral disminuye y el envejecimiento se convierte en una constante.
Wilson Tovar, gerente de investigaciones de Acciones & Valores, señala que el envejecimiento de la población económicamente activa impactará directamente en el crecimiento económico.
Según el experto, «menos nacimientos significan una disminución en la población activa futura, que actualmente representa el 65% del total. De seguir esta tendencia, hacia el año 2050 podríamos ver una contracción de la fuerza laboral, reduciendo el crecimiento anual del PIB en hasta 1%».
Esto se traduce en una presión creciente sobre los sectores productivos que sostienen la economía, una situación que podría llevar a una desaceleración económica si no se toman medidas preventivas.
A su vez, el impacto en el sistema de pensiones será significativo. En la actualidad, alrededor del 22% del presupuesto nacional se destina a cubrir las pensiones, pero con el incremento de la población mayor, esta proporción crecerá, lo que pone en riesgo la sostenibilidad fiscal.
La ONU advierte que, sin reformas profundas, el sistema de pensiones podría llegar a ser insostenible en pocos años, afectando no solo a las personas mayores, sino a las generaciones jóvenes que enfrentarán una carga tributaria cada vez mayor.
El fenómeno del envejecimiento tendrá además efectos sobre el consumo interno, un pilar clave del dinamismo económico. Las proyecciones de Fedesarrollo muestran que, en el futuro, el consumo interno podría reducirse entre un 3% y un 4%, afectando sectores como el comercio, la vivienda y los servicios.
Este cambio en los patrones de consumo impactará de forma negativa a la economía, ya que la demanda interna es uno de los motores principales de crecimiento y empleo en el país. Con menos jóvenes en edad de consumir y una población mayor más cautelosa en sus gastos, el país podría enfrentar un escenario de baja demanda interna, que limitará la expansión de sectores estratégicos.
Ante estos desafíos, el informe de la ONU propone destinar mayores recursos al desarrollo de habilidades técnicas y profesionales para la población activa, además de impulsar una mayor inversión en tecnología y digitalización. Estas medidas buscan preparar a la fuerza laboral para un entorno económico que requerirá cada vez más adaptación y productividad.
También se sugiere el fomento de la natalidad, mediante incentivos económicos y un incremento en la oferta de servicios de cuidado infantil. En Colombia, solo el 40% de los menores de cinco años tiene acceso a guarderías, un índice bajo que, según Tovar, debería aumentar al menos hasta el 70% en los próximos cinco años para apoyar a las familias y facilitar que más personas participen en el mercado laboral.