El director de Comfama, David Escobar Arango, dirigió una carta a los antioqueños en la que abordó la controversia generada por el evento denominado Congreso de brujería, impulsado por la Caja de Compensación Familiar. En el texto, Escobar explicó el propósito del encuentro, ofreció disculpas por el uso de algunos términos, aclaró los contenidos del evento y planteó una reflexión sobre la cultura, la confianza y el papel de las cajas de compensación en el desarrollo del país.
“Esta carta se refiere a las situaciones vividas por la programación del evento llamado ‘Congreso de brujería’. En ella presento disculpas por el uso de términos como ‘brujería’, doy aclaraciones sobre el contenido pacífico del encuentro y propongo una reflexión sobre la importancia de la cultura y de los proyectos culturales en Colombia”, expresó Escobar.
Según el director, la polémica tuvo un origen religioso y luego derivó en un debate más amplio sobre la compensación familiar. El evento, dijo, fue objeto tanto de apoyo como de críticas, y generó incluso ataques personales y manifestaciones de odio entre quienes respaldaban y quienes pedían su cancelación.
“Comienzo por las disculpas. Los términos ‘brujería’, ‘brujas’ y ‘amuletos’, que tienen acepciones positivas en algunos espacios (…) no se entienden igual en todos los sectores. (…) Por esto y por las consecuencias que trajo, ofrezco, personalmente en mi rol de director y en nombre de nuestro equipo directivo, mil disculpas”, indicó Escobar, agregando que el encuentro podría haberse denominado “Espiritualidad, naturaleza y ancestralidad”, porque eso reflejaba con mayor precisión su contenido.
En su carta, aclaró que el evento no tuvo relación con prácticas de maldad. Explicó que fue una feria cultural en la que participaron artistas, cantautores, el Coro Polifónico de Medellín y conferencistas que abordaron temas sobre espiritualidad, ancestralidad, cocina como ritual comunitario, lenguaje y el papel de las mujeres en las sociedades tradicionales.
Escobar aprovechó el mensaje para invitar a la reflexión sobre la importancia de la cultura en la construcción de confianza y democracia en Colombia. Afirmó que, según la última Encuesta Mundial de Valores, apoyada por Comfama, el país presenta un “profundo déficit de confianza”, por lo que insistió en la necesidad de promover más espacios de encuentro, conversación y entendimiento.
El director compartió también algunos aprendizajes institucionales derivados de la polémica, entre ellos, la importancia de escoger cuidadosamente las palabras, explicar con claridad los temas sensibles y garantizar la diversidad de perspectivas en los proyectos culturales.
Además, resaltó el valor del sistema de compensación familiar, al que calificó como uno de los mayores derechos conquistados por los trabajadores colombianos. Recordó que las cajas, al ser privadas, sin ánimo de lucro y con consejos paritarios entre empresarios y trabajadores, combinan el impacto social con la eficiencia del sector privado.
Escobar destacó que Comfama lidera el sistema en número de empleadores, ocupa el tercer lugar en afiliados y aportes, y el segundo en pensionados e independientes. Mencionó que la entidad beneficia a más de 4,3 millones de personas cada año a través de programas educativos, recreativos, de hábitat, empleo, crédito y salud.
También aseguró que las auditorías y controles de entidades como la Superintendencia del Subsidio Familiar y la Contraloría General de la República no han encontrado irregularidades. “Ninguna de estas entidades ha encontrado corrupción ni despilfarro. Los recursos de la compensación son sagrados para nosotros”, señaló.
El mensaje concluyó con un agradecimiento a los críticos, aliados y colaboradores de la institución. “A los críticos porque nos mantienen en constante aprendizaje; a los amigos y aliados por sus gestos de cariño; y a mis colegas de Comfama, una comunidad de idealistas que se levanta cada mañana a cambiar el mundo ‘desde su banquito’”, concluyó David Escobar.
Esta es la carta del director de Comfama a los antioqueños:
Esta carta se refiere a las situaciones vividas por la programación del evento llamado “Congreso de brujería”. En ella presento disculpas por el uso de términos como “brujería”, doy aclaraciones sobre el contenido pacífico del encuentro y propongo una reflexión sobre la importancia de la cultura y de los proyectos culturales en Colombia. Además, comparto algunos aprendizajes de Comfama en cuanto a la gestión cultural y reitero la importancia que tenemos las cajas de compensación familiar para el desarrollo social y económico de nuestro país.
Esta semana se desató una polémica nacional alrededor de Comfama cuya expresión en medios de comunicación y redes sociales comenzó por lo religioso y se convirtió luego, en algunos círculos, en un debate más amplio sobre la compensación familiar. Un evento cultural, llamado “Congreso de brujería”, fue el origen de expresiones que tuvieron desde sana controversia hasta ataques personales, además de algunas manifestaciones de odio entre los que apoyaban y los que pedían cancelar el evento.
Luego de escuchar todas las voces, quiero compartir este texto con algunos pensamientos y comentarios.
Comienzo por las disculpas. Los términos “brujería”, “brujas” y “amuletos”, que tienen acepciones positivas en algunos espacios, asociados a la relación con la naturaleza, la espiritualidad o a historias de mujeres sabias y poderosas, no se entienden igual en algunos otros sectores. Para ellos, estos mismos términos hablan de maldad y de daño a las personas.
Un proyecto cultural como el nuestro, que busca que los colombianos nos reconozcamos en la diferencia, aprendamos a convivir en paz y ampliemos nuestros horizontes intelectuales, existenciales y estéticos, no tendría que usar palabras que dividen y polarizan de esta manera. Por esto y por las consecuencias que trajo, ofrezco, personalmente en mi rol de director y en nombre de nuestro equipo directivo, mil disculpas. El encuentro podría haberse llamado “Espiritualidad, naturaleza y ancestralidad”, para poner un solo ejemplo, porque eso fue realmente de lo que se habló y lo que ocurrió.
Continúo con una aclaración: el evento no tuvo nada que ver con la maldad. Quienes asistieron no encontraron nada de lo que suponían las personas que se quejaron. El evento en el espacio público fue, realmente, una feria popular. En el componente cultural tuvimos música del Pacífico, algunos cantautores y al coro polifónico de Medellín interpretando música sacra, entre otros. En las conferencias y conversaciones se escuchó hablar de la cocina como ritual familiar y comunitario; de cómo a las mujeres en otras épocas se las quemó supuestamente por “brujas” cuando realmente tenían una profunda y sabia conexión con la naturaleza; de la “magia” del lenguaje; de las prácticas espirituales de las comunidades afrocolombianas e indígenas; del papel de las mujeres en las sociedades tradicionales y de cómo en toda cultura hay rituales para celebrar los momentos importantes de individuos, familias y comunidades. Quienes fueron al Claustro encontraron un espacio bello, familiar, con arte, conversación y mucho amor, como todo lo que hace Comfama.
Me permito proponer, por otro lado, una reflexión sobre la importancia de la cultura para construir confianza y fortalecer la democracia. La diversidad natural y cultural son quizás las características más impresionantes de Colombia. Sin embargo, convivir en esta diversidad, requiere de una cultura ciudadana particular. Esa cultura ciudadana tiene urgencia de un proyecto educativo y cultural nacional amplio e incluyente. Necesitamos más conversaciones acerca de nuestro origen, nuestra identidad y nuestro futuro. Necesitamos comprender mejor la humanidad y sus culturas. En un mundo interconectado y en un país tan diverso, debemos aprender a reconocer al otro, al diferente, al marginado, al que piensa y no cree como nosotros pensamos y en lo que nosotros no creemos.
En la última Encuesta mundial de valores, apoyada por Comfama, encontramos un profundo déficit de confianza. La Colombia de 2025 no confía casi nada en los extraños, poco en las personas de otra religión, los desmovilizados y los extranjeros, muy poco en las instituciones públicas y un poco más (aunque menos que en sociedades más maduras) en empresas, universidades y cajas de compensación.
¿Cómo aprendemos entonces a confiar? Necesitamos conocernos mejor, escucharnos más y encontrarnos con mayor frecuencia. Por esto, son necesarios proyectos culturales como el de esta Institución, que busca exponernos a ideas, saberes y artes de todos los rincones del mundo, este mundo “donde caben muchos mundos”. ¿No creen ustedes que ante una polémica como esta perdemos todos si solo nos maltratamos con apelativos como “herejes demoníacos”, de un lado, y “camanduleros retrógrados” del otro? ¿No será esta una oportunidad para reflexionar sobre cómo queremos tratarnos?
Quisiera, adicionalmente, compartir algunos aprendizajes que Comfama ha recogido esta semana. Cuando vayamos a hablar de un tema incómodo o controversial, debemos enmarcarlo adecuadamente y explicar con el mayor cuidado posible. Nos toca elegir muy bien nuestras palabras, porque el lenguaje tiende puentes o abre abismos. Debemos procurar que en los diálogos haya múltiples miradas, así la gente podrá apreciar todas las dimensiones de un asunto y sacar sus propias conclusiones. Será clave seguir acudiendo a expertos y académicos para que acompañen estos procesos. Adicionalmente, las sabidurías popular y tradicional deben mantener un buen espacio en todo proyecto cultural. Seguimos en la reflexión…
El sistema de la compensación familiar es esencial, no podemos olvidarlo por ningún motivo. A veces las sociedades no valoran lo mejor que tienen y se arriesgan a perderlo. El sistema de cajas es uno de los mayores derechos conquistados por los trabajadores colombianos en su historia. La prestación social de la compensación, con similares en América solamente en Chile y Brasil, es fundamental para el progreso y el bienestar de los colombianos. Recordemos los parques, centros de salud, clínicas, colegios, universidades, teatros, bibliotecas, viviendas y créditos sociales. Sin estas instituciones y su capacidad de generar transformación social perderíamos el rumbo.
Al ser privadas, sin ánimo de lucro y gobernadas por consejos directivos paritarios de empresarios y trabajadores, las cajas combinan el impacto social de lo público con el impulso innovador y la eficiencia de las empresas privadas. Por eso se han convertido en una poderosa plataforma de responsabilidad social del empresariado colombiano y un apoyo esencial para los objetivos sociales del Estado. Reguladas y vigiladas por varios entes, funcionan, en su inmensa mayoría, con una eficiencia y transparencia ejemplares.
Desde Antioquia, Comfama se destaca en prácticamente todos los indicadores, de eso debemos sentirnos orgullosos. Primero por su tamaño al ser la número uno del país en empleadores, la número tres en afiliados y aportes, y la segunda en pensionados e independientes. También por la calidad de sus servicios, el reconocimiento de empresarios y el cariño de los trabajadores. Es, además, una de las cajas más innovadoras y emprendedoras con una amplia huella rural y programas educativos, de hábitat, recreativos, de empleo, crédito y salud que cambian positivamente la vida de más de 4,3 millones de personas por año.
Cada año recibimos visitas de la Superintendencia del Subsidio Familiar y de la Contraloría General de la República. Continuamente hay, como es debido, una activa labor de control de parte del consejo directivo, el comité de auditoría, el comité de ética y la revisoría fiscal. Ninguna de estas entidades ha encontrado corrupción ni despilfarro. Los recursos de la compensación son sagrados para nosotros.
Para despedirme quisiera, finalmente, agradecer. A los críticos porque nos mantienen en constante aprendizaje. A los amigos y aliados por cada uno de sus gestos de cariño. A mis colegas de Comfama, una comunidad de idealistas que se levanta cada mañana a cambiar el mundo “desde su banquito”, por su labor y por su persistencia; creo en su capacidad, compromiso y bondad. El trabajo que hacemos, no lo duden jamás, es hermoso, fundamental y necesario.
Saludos.
David Escobar Arango
Director de Comfama







