Por: Oscar Jairo González Hernández
¿Cuándo, en qué momento comenzó a percibir la necesidad de este libro, de hacer realidad “Temblor de trébol”; qué lo hizo mover, qué lo llevó hacia ello; qué buscaba mantener en la relación sostenible e insostenible de hacerlo, y de qué se trata, qué intenta con él y como lo proyecta a su medio, tanto en lo que es, como en lo que un lector podría hacer con y de él; sus bases son la realidad y el símbolo o no por qué?
Temblor de trébol nace como evocación, como mirada lejana, a una infancia precaria, permeada por el horror de la pobreza, pero a su vez, es la exaltación de la infancia y su resistencia para no dejarnos despojar del asombro, ni de la epifanía de la niñez, que nos permite siempre ver un mundo debajo del mundo. El temblor del trébol fue siempre un ave dormida en el nido de la memoria. El encuentro con los otros nos mueve y pone en movimiento el pensamiento, la emoción y los sentidos. Miramos el universo en su aparente apatía, pero el universo mismo nos mira.
De esta relación de mutua observación nace la inquietud creadora y la necesidad de materializar aquello que creemos haber visto con el sentir del pensamiento. Lo creado adquiere forma y quiere sostenerse y permanecer, pero sólo mientras exista la memoria habrá presencia. La vida es efímera y nada es para siempre. Temblor de trébol trata de la evocación de la infancia, realidad y ensoñación se conjugan, pero siempre estará lo sub textual lo que hay detrás de las palabras, no hay una hermenéutica definitiva para el lenguaje poético.
Se plasma en el libro, en una suerte de serendipia o de hallazgo afortunado o inesperado la presencia de epígrafes en cada uno de los poemas, a manera de pequeño homenaje de mi parte, con algunas de nuestras poetisas y poetas, (hubiese querido nombrarlos a todos) pero cuyo umbral abro, para que sirva de excusa, de incitación a los futuros lectores de Temblor de trébol, para que lean no solo este poemario, sino para que indaguen busquen y se embriaguen con las voces de nuestras y poetisas y poetas, muchas de ellas y ellos por suerte todavía entre nosotros, pero para que lean también, a aquellas y aquellos que nos han dejado el canto inconcluso de su verso.
TEMBLOR DE TRÉBOL
“Desperté nostálgica de transitar mi infancia, de ir tan lejos mientras dormía”
Paty David (8)
Lejano encantamiento de la niñez
sol antiquísimo despedazado
en los acantilados.
Los navíos en la pleamar
desembarcan en añicos
en el desmenuzado canto de las arenas.
Fatigados de su ardua travesía
por las aglomeradas espumas
y sus ondulaciones, encallan en la orilla.
Soñábamos el mar al borde del estanque
entre el aceite rancio de los peces muertos,
marmita abollada de tizne y de ceniza.
¿A quién le importa la danza
de las moscas verdes sobre el olfato
de un niño con hambre?
Él, en su alucinación,
se trastorna con el temblor del trébol.
- Poema: Inédito
Temblor de trébol. Medellín. Augusto Paniagua Editores. 2024.