lunes, mayo 19, 2025
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Ángela María Arboleda exdirectora de Radio Nacional, denunció irregularidades en RTVC

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La exdirectora de la Radio Nacional de Colombia, se despidió de su cargo por medio de una carta donde realizó denuncias de lo que ocurre en esa dependencia de RTVC

En entrevista con 6 AM de Caracol, Arboleda, se refirió a lo que ocurre dentro de RTVC gerenciado por Hollman Morris, manifestó sentirse defraudada por la injerencia del gobierno en los medios públicos, «los discursos no son coherentes ni consecuentes entre las palabras y las acciones».

La exdirectora de Radio Nacional, aseguró que lo que está pasando dentro de RTVC, no había pasado en ningún gobierno anterior, donde todo se debe direccionar a una sola corriente política, «Las cosas están siendo absolutamente parcializadas».

Aseguró que varios trabajadores fueron obligados a trabajar sin contrato bajo la figura a la que llamó, «revisar el compromiso».

El siguiente es el texto de la carta publicada por la exdirectora de la Radio Nacional, Ángela María Arboleda:

«Hoy es un día particularmente triste. Hoy, 16 de mayo, cumpliría seis años en Radio Nacional de Colombia, pero hace tres meses me sacaron en medio de un mar de mentiras, malas vibras y traiciones que apenas ahora empiezo a superar. En redes sociales se suelen mostrar solo las fotos bonitas, los recuerdos felices, pero necesito despedirme de la que fue mi casa, mi lugar feliz, mi sueño hecho realidad.

Un viernes, cerca de las 8:00 a.m. me llegó una carta en la que me notificaban que se me aplicaba el “plazo presuntivo” (una figura legal para despedir a alguien). Fue repentino y doloroso, no solo por el golpe que representa quedarse sin empleo especialmente siendo madre soltera, sino porque me rompió en mil pedazos dejar la radio, ese lugar que me formó y que, en muchos sentidos, me definió.

Lo peor, es que el pánico me invadió cuando gente externa empezó a preguntarme que cómo estaba yo, porque el tema de mi despido se filtró en medios de comunicación y no, puedo jurar que no fui yo quién filtró mi salida, que ni siquiera tuve tiempo de reaccionar cuando esto ocurrió y que encima, todo esto lo hicieron para inculparme y echarme más mala vibra encima. Como si yo hubiese sido una persona desleal con la empresa.

Desde los 13 años supe que quería ser periodista de radio. A los 17, me propuse llegar a Bogotá para encontrar mi lugar en Radio Nacional de Colombia, porque creo con cada célula de mi ser, en el poder transformador de la comunicación pública.

En 2019, después de mucho estudio y esfuerzo, gané un proceso de selección para ser Jefa de Información. Me capacité como nunca, aprendiendo cada detalle de la legislación colombiana sobre radio de interés público, emisoras de paz y comunicación regional de la mano con diferentes comunidades y grupos étnicos. En 2023, asumí como directora en encargo, y en 2024, como directora en propiedad. No tuve tiempo de celebrar ese logro, porque la responsabilidad era enorme y el equipo, grandemente reducido.

Me tocó aprender de contratos, manejo presupuestal, liderazgo de más de 300 personas en territorios apartados, indicadores de planeación, contestación de PQR’s/Derechos de Petición y gestión de programación radial, porque, aunque no era la ordenadora del gasto, no había nadie más para hacerlo. Cargué con la responsabilidad de tres cargos, mientras el apoyo disminuía y las expectativas se multiplicaban.

Lo di todo, sin medir el tiempo ni las fuerzas, porque creo con cada suspiro de mi alma, en una radio pública auténtica, que conecte a las personas con su país, sin sesgos ni cálculos políticos.

Pero lo más difícil no fue asumir esas cargas adicionales, sino ser testigo de cómo, de un momento a otro, se empezaron a tomar decisiones arbitrarias que desarticularon el equipo humano de la Subgerencia de Radio. Me vi obligada a sacar personas idóneas, colegas y administrativos que llevaban años trabajando con amor y compromiso por la radio pública, profesionales que entendían el valor de esta misión y que hicieron historia en cada rincón del país.

Fueron decisiones injustas que me partieron el corazón y que me dejaron con las manos atadas. Cada salida era un golpe para el proyecto que amábamos, para la esencia misma de lo que significa la radio pública.

Fui ingenua. Confié en un proyecto que se presentaba como el gran defensor de los derechos humanos, la paz y la Constitución del 91. Creí en las palabras que prometían dignidad para los trabajadores, respeto a la diferencia y justicia social. Me entregué en alma, corazón y vida, pensando que, si uno lo da todo, si trabaja con honestidad, si sacrifica noches y fines de semana, eso sería reconocido. Pero nunca pasó. En lugar de valorar nuestro esfuerzo, se dedicaron a maltratar a quienes hicieron posible la radio pública.

Sé que no fui perfecta. Sé que, a veces, no me daba el tiempo para hablar con todos, para atender cada región, para escuchar a cada colega. Sé que pude organizarme mejor. Pero también sé que amé la radio pública, que dejé la piel y el corazón en cada transmisión, en cada decisión, en cada palabra al aire.

No alcancé a despedirme de muchos en Radio Nacional y en RTVC. Me sacaron de un momento a otro, bajo la promesa de que volvería, y en ese espejismo esperé, esperé y esperé… hasta que fue evidente que solo me ignoraron, mientras los nuevos jefes se dedicaban a menospreciar el trabajo que tanto nos costó construir. Destruyeron lo que amábamos y dañaron la reputación de quienes lo hicimos posible. Las maneras, son las maneras en que se hicieron los cambios, lo que tanto nos dañó moral y sicológicamente.

Estos tres meses han sido de duelo, de lágrimas (muchas), de miedo, de buscar trabajo y de sanar. Porque en el “gobierno del cambio”, no importa si te esfuerzas, si trabajas con honestidad o si das todo de ti. Igual te dan la espalda, te mienten y te maltratan.

A mis compañeros de radio, Radio Nacional de Colombia, Radiónica y Exploremos, sepan que los amo con toda mi alma. Gracias por todo lo que construimos juntos. Gracias por cada palabra, por cada historia, por cada batalla. Perdón por lo que no alcancé a hacer, por lo que quedó en el aire, por los errores inevitables de quien se entrega sin reservas.

Hoy me despido, con la tristeza de quien pierde un hogar, pero también con la certeza de que la radio sigue viva en mí, en nosotros, y en cada voz que se niega a callar. Gracias, gracias de todo corazón a mi familia, a mis amigos y a muchos de mis compañeros que me han sostenido y animado todos estos días. En verdad me han salvado!

Ángela.
¡Amando la radio, con loca pasión!».

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