martes, diciembre 9, 2025
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(ANÁLISIS) Las decisiones que desbarataron las consultas. De la Espriella, Cepeda y Fajardo reconfiguran el tablero político

La política colombiana entró en una fase de aceleración inesperada con el anuncio casi simultáneo de Sergio Fajardo y Abelardo de la Espriella de marginarse de las consultas interpartidistas previstas para marzo de 2026, que se suman a la decisión, ya tomada por Iván Cepeda en la izquierda. Aunque todos provienen de corrientes diferentes, sus decisiones convergen en un mismo efecto, alterar el mecanismo que, desde 2010, ha servido para ordenar candidaturas dentro de los bloques ideológicos.

La retirada reciente de dos figuras con reconocimiento sólido, De La Espriella y Fajardo, una desde la derecha y otra desde el centro, coloca a las consultas en un estado crítico, cuestiona su pertinencia y abre una nueva dinámica en la contienda presidencial.

El impacto no se limita a un cambio de estrategia; implica un reordenamiento temprano de fuerzas en un escenario marcado por la polarización extrema y por una fragmentación interna que es, en muchos sectores, más profunda que la diferencia con sus adversarios tradicionales. Si ya existían dudas sobre la utilidad de las consultas, lo ocurrido esta semana parece sellar su agonía.

El quiebre del mecanismo, cuando los punteros abandonan la pista

El hecho más revelador del momento político es que quienes hoy ocupan los primeros lugares en las encuestas son justamente quienes han decidido marginarse de las consultas, una reflexión que va más allá de l coincidencia y se acerca a el acierto estratégico y calculado. En el espectro de izquierda, Iván Cepeda avanza con una candidatura consolidada, respaldada por las estructuras del Pacto Histórico. En el centro, Sergio Fajardo ha recuperado terreno luego de años de desgaste y logra ubicarse en posiciones competitivas. En la derecha, Abelardo de la Espriella se convierte en el fenómeno electoral más acelerado del ciclo, pues en solo cinco meses pasó de ser un actor externo al sistema partidista a ocupar el segundo lugar en la última encuesta nacional y quién es llamado a seguir los pasos de Álvaro Uribe Vélez, aunque ni el propio expresidente y muchos de sus afectos, quieran reconocerlo.

Este dato modifica la lectura tradicional del proceso. Las consultas, creadas para escoger entre varios aspirantes fuertes, quedan ahora vacías de contenido, pues los candidatos con mayor tracción ciudadana ya no están allí. En consecuencia, el mecanismo se convierte en una plataforma para quienes buscan relevancia que no han logrado por vía propia. La consulta deja de seleccionar líderes poderosos y se transforma en un espacio de supervivencia política para quienes necesitan un empujón institucional.

Esa es la primera señal de su debilitamiento irreversible, porque cuando las figuras con mayor fuerza se salen del mecanismo, el mecanismo deja de ser punto de partida para convertirse en atajo de emergencia.

El antecedente de 2022. La historia no solo se repite, se amplifica

El país ya vivió una situación similar. En 2022, la consulta del Equipo por Colombia fue ganada por Federico Gutiérrez, resultado que le permitió consolidar el apoyo de la mayor parte de los partidos tradicionales. Sin embargo, el verdadero fenómeno electoral se produjo fuera del mecanismo. El entonces candidato Rodolfo Hernández, sin consulta, logró llegar a la segunda vuelta, dejando por fuera precisamente al ganador de la consulta.

La lección de aquel momento fue clara pues la consulta no garantiza competitividad real. Lo determinante no es ganar un mecanismo interno, sino construir una conexión directa con un electorado cansado de los pactos burocráticos. Y es que el país que elige activamente ya lo hizo a seguidor de maquinarias no estructuras tradicionales y busca conectar directamente con el candidato ante el análisis propio de su entorno y situación, con respecto a quien le propone mejorar el país y se acerca a esa realidad propia.

La decisión de Fajardo y De la Espriella confirma que ambos comprendieron ese mensaje. Como Rodolfo Hernández, pero con mayor estructura y reconocimiento, apuestan por la legitimidad del voto directo en primera vuelta, sin intermediaciones, sin negociaciones tardías y sin desgaste previo. El cálculo es claro, lo que ocurrió en 2022 no fue un accidente aislado, sino una señal del nuevo comportamiento político del votante colombiano.

Mientras Fajardo mantiene su estructura del centro y busca unir los sectores del país político en torno a su nombre midiéndose directamente en primera vuelta, De La Espriella sabe que acerca a la gente en torno en la necesidad popular de defender la patria, entendiendo ésta, como el “cada uno” de quienes habitan el país.

La implosión interna del centro y la derecha

El retiro de ambas figuras no ocurre en un vacío. Llega en un momento de creciente radicalización, de tensiones internas acumuladas y de una evidente falta de narrativa común. En la derecha, la fractura entre quienes apuestan por mecanismos rápidos y quienes insisten en mantener las consultas ha desembocado en un nivel de confrontación interna que supera, en ocasiones, los ataques al propio Gobierno. En el centro la situación no es mejor y múltiples precandidatos compiten por el mismo electorado sin ofrecer un horizonte de unidad.

Lo paradójico es que mientras el país enfrenta crisis económicas, seguridad degradada y un ambiente institucional frágil, buena parte del debate político opositor se ha concentrado en disputas internas y ataques cruzados, dejando en segundo plano la construcción de agenda pública. El retiro de Fajardo y De la Espriella de la consulta de Marzo, evidencia esa distancia entre la urgencia nacional y la obsesión por definir un mecanismo que, parece, qu ya no responde a las realidades del electorado.

La salida de ambos obliga a los sectores enfrentados a replantear su estrategia. Quienes se quedan en las consultas deberán resolver una pregunta incómoda ¿cómo convencer al país de que un mecanismo abandonado por las principales figuras puede producir un liderazgo competitivo?.

La factura económica. Un gasto público difícil de defender

El elemento financiero agrava aún más el panorama. Las consultas interpartidistas representan un costo elevado para el Estado. La logística electoral exige tarjetones, jurados, sistemas de transmisión de datos, reposición de votos y acompañamiento institucional. En tiempos de estrechez fiscal, con un déficit creciente y una economía bajo presión, resulta difícil justificar el uso de recursos públicos para un mecanismo que ha perdido legitimidad entre quienes aspiran a gobernar.

La pregunta que emerge es si ¿tiene sentido financiar con dinero público un proceso que no representa ya las preferencias de los votantes y que beneficia únicamente a candidatos con dificultades para ganar visibilidad?. Desde una perspectiva técnica, la relación costo-beneficio es cada vez más difícil de sostener. Desde una perspectiva política, es un mensaje contradictorio que quienes exigen austeridad no pueden promover un mecanismo que compromete recursos sin asegurar impacto electoral.

Una contienda que ya no espera a marzo. Todo se define desde ahora

El retiro de Fajardo y De la Espriella tiene un efecto inmediato, pues desplaza el centro de gravedad electoral hacia la primera vuelta. Los electores ya no esperarán a marzo para conocer cuál será la oferta real del centro y la derecha. Ese escenario se define hoy, y los aspirantes que queden dentro de las consultas deberán competir en desventaja, pues los líderes con mayor tracción ya habrán avanzado en consolidación narrativa, alianzas regionales, propuestas, planes de gobierno y posicionamiento público.

Para la derecha, el cambio es especialmente relevante. Abelardo de la Espriella, con crecimiento sostenido y con base ciudadana verificada, no solo decide no participar en consultas, sino que presenta un camino alternativo con mayor viabilidad. Su movimiento Defensores de la Patria ha demostrado capacidad de movilización nacional y se convierte en un polo atractivo para sectores conservadores, independientes y regionales que buscan un liderazgo firme, coherente y sin vínculos con la política tradicional.

Los sondeos más recientes lo ubican en segundo lugar, convirtiéndolo en el único dentro del espectro opositor con posibilidad real de disputar el paso a segunda vuelta. El análisis crítico de las encuestas revela además un punto omitido por algunos comentaristas; los modelos que lo muestran perdiendo en segunda vuelta no contemplan aún el escenario de alianzas, como ya lo ha dado a conocer IFMNOTICIAS, en otro de los análisis. Con la salida de figuras que podrían dividir su electorado, y con una eventual convergencia de partidos tradicionales, movimientos cristianos y votantes independientes, el panorama se transforma sustancialmente.

Por su parte Sergio Fajardo busca capitalizar de entrada, a todos los descontentos de la izquierda y la derecha que se reúnen en el centro y que lo han acompañado tradicionalmente en tres elecciones pasadas. Por lo que una consulta no cambia su panorama y yendo directamente a la elección, suma el descontento de los extremos. Si bien en la encuesta de Invamer es la primera, la ley mordaza y el cambio de la metodología, no es garantía de resultados en las urnas. Las encuestas siempre han sido basadas en el deseo y percepción de un momento que no necesariamente se refleja en votos.

Entre tanto, Iván Cepeda, hiberna en en la expectativa de su idea de unir a la izquierda radical, con la misión de continuar el proyecto comunista de Gustavo Petro, un sector ideológico disciplinado pero que tiene techo, conocido y pocas opciones de crecer y que teme a tener que contentarse, con sólo aparecer de primero en las encuestas, por el pésimo gobierno actual que le resta posibilidades a su futuro.

Un país polarizado con poco espacio para errores estratégicos

El contexto general no puede ignorarse. Colombia atraviesa uno de los momentos de mayor polarización en décadas, con un debate público dominado por acusaciones, radicalismos y choques ideológicos que impiden construir consensos mínimos. En este ambiente, las consultas pierden eficacia porque su esencia es la negociación, la concertación y la definición colectiva. Las bases electorales actuales, especialmente en los extremos del espectro, buscan decisiones rápidas, liderazgos firmes y posiciones claras.

El fuego amigo dentro de la oposición se convierte así en un riesgo mayor que la confrontación con el candidato oficialista. La retirada de Fajardo y De la Espriella obliga a cada bloque a ordenar su discurso y a definir prioridades. El país exige propuestas, no pugnas internas; soluciones, no debates procedimentales. La competencia real ya no está entre los candidatos de la consulta, sino entre quienes logren articular una narrativa de reconstrucción nacional capaz de captar la frustración social acumulada.

El nuevo escenario tras las dos decisiones que cambiaron la campaña

La contienda presidencial de 2026 entró en una fase distinta. Las consultas interpartidistas, diseñadas para ordenar el panorama, quedan debilitadas. Las candidaturas con mayor respaldo se alinean hacia la primera vuelta. Las estructuras tradicionales pierden el control del ritmo político. Y el país observa cómo un outsider como De la Espriella consolida un espacio que hace seis meses parecía improbable, mientras Fajardo sueña con que esta vez, sí será la vencida.

Lo que ocurrió esta semana no es una anécdota. Es un cambio de paradigma. Los liderazgos fuertes han decidido que el futuro no se definirá en marzo, sino directamente en mayo. Las consultas, al quedar sin protagonistas principales, se transforman en un mecanismo simbólico, sin peso real en la elección general.

El ajedrez electoral se reacomoda. Los votos ya no se disputan en urnas internas, sino en la calle, en las regiones, en el debate público. Y es ahí donde los líderes con crecimiento real llevan ventaja.

Fajardo y De la Espriella, desde orillas distintas, han enviado el mismo mensaje. El país no está para rituales burocráticos, sino para decisiones contundentes. Y esa es la brújula que marcará la campaña hacia 2026.

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