La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático COP16, organizada en Colombia, ya es señalada como un fracaso político y diplomático, incluso antes de su inicio. La convocatoria esperaba reunir a líderes de las potencias económicas y a representantes de países ricos en biodiversidad, pero ni unos ni otros respondieron a la cita. En su lugar, los únicos mandatarios confirmados provienen de naciones con menor influencia en términos ambientales y económicos: Bolivia, Haití, Surinam, Armenia y Guinea-Bisáu.
El evento, que se proyectaba como un espacio clave para definir compromisos hacia la protección de la biodiversidad y el combate al cambio climático, queda en entredicho por la falta de figuras de peso en la política internacional. La ausencia de mandatarios de países con gran responsabilidad medioambiental, como Brasil, Indonesia, India, y de los líderes de potencias económicas como Estados Unidos, China, y la Unión Europea, reflejan la falta de interés o compromiso en fortalecer las iniciativas climáticas globales y pone en duda la capacidad de convocatoria y liderazgo internacional del presidente Gustavo Petro.
¿Ausencia del Secretario General de la ONU?
Un aspecto crucial en este escenario incierto es la falta de confirmación de la asistencia del Secretario General de las Naciones Unidas, quien previamente había anunciado su intención de participar y cuya presencia la próxima semana aún no está confirmada totalmente. De no venir, su ausencia confirmaría el poco peso que esta cumbre ha logrado captar en el ámbito internacional.
Sin su presencia y la de líderes mundiales, la COP16 se convierte en un espacio vacío de poder de decisión, dejando únicamente a delegaciones técnicas y representantes ciudadanos interesados en el tema ambiental.
Precisamente el tema de las delegaciones es otra de las falencias que muestran el fracaso adelantado de la cumbre, Colombia esperaba más de 130 delegaciones internacionales pero oficialmente se habla de sólo 33 de estas delegaciones, aunque todavía falta una semana.
Colombia, Anfitrión y Coordinador, sin Resultados Tangibles
El papel de Colombia como anfitrión y coordinador de la COP16, que se esperaba fuera una oportunidad para consolidar su liderazgo ambiental en la región, ahora luce empañado. Desde que se anunció la sede en territorio colombiano, se generaron altas expectativas, impulsadas por la biodiversidad y los ecosistemas únicos que posee el país. Sin embargo, esta cumbre, que debería servir de plataforma para los temas de urgencia ambiental, parece ahora relegada a un encuentro de carácter protocolario, sin posibilidad de avanzar en acuerdos contundentes.
En efecto, COP16 empezó con gran emoción y parecía contradecirles vaticinios de varios medios de comunicación y escépticos, pero poco a poco el evento se ha ido desinflando y sólo han salido a relucir las disertaciones polémicas del Presidente Petro en algo que parece más un monólogo de discursos que plantean alucinaciones en vez de realidades.
Y es que al anfitrión Gustavo Petro lo dejaron solo y le quedaron mal hasta sus más entrañables amigos ideológicos de la región. A la COP16, no asisten los presidentes de Brasil, México, Chile, Perú Panamá Honduras, Guatemala, Venezuela y Costa Rica dentro de los países de la región en donde varios de ellos con cercanía ideológica; pero tampoco vinieron países como España, Noruega, Suecia, Francia, Canadá, Suiza o Dinamarca; que tradicionalmente se han preocupado por estos temas medioambientales.
Un Espacio sin Resoluciones
Con la participación de cinco naciones incipientes en términos de biodiversidad y recursos ambientales, el impacto real de la COP16 se ve reducido drásticamente. La falta de compromiso y participación de los grandes actores responsables de las mayores emisiones de gases de efecto invernadero y de los países megadiversos deja a esta cumbre sin capacidad de abordar seriamente los desafíos climáticos y sin una declaración, compromisos o acuerdos de carácter multinacional de peso.
Un Fracaso Político Global
La situación actual de la COP16 evidencia el creciente escepticismo y la falta de coherencia entre los discursos climáticos y las acciones y compromisos de los gobiernos por la biodiversidad.
La ausencia de compromisos concretos y la falta de representatividad en la cumbre refuerzan la percepción de que los foros internacionales sobre cambio climático, los recursos naturales y otras banderas que defiende Gustavo Petro, están cada vez más alejados del interés real mundial para generar impactos tangibles y urgentes, en cambio confirma que son temas que continuarán ligados al activismo ideológico.
En conclusión, esta COP16, lejos de ser un espacio de esperanza y acción, está destinada a quedar en la historia como un ejemplo de fracaso político y diplomático.
La lucha contra el cambio climático necesita algo más que buenas intenciones: requiere de liderazgo, credibilidad, responsabilidad y de la participación activa de aquellos países cuyas decisiones impactan de manera más significativa al planeta. Sin ellos, esta cumbre no podrá ofrecer soluciones reales ni cumplir con las metas ambientales globales. De todas formas quedan varios días para que termine esta cumbre internacional y verificar si en realidad la COP19 será un fracaso o no.