En un pronunciamiento público difundido en sus redes sociales, el expresidente Álvaro Uribe Vélez propuso la construcción de un «Gobierno de Transición» y formuló una fuerte crítica al actual gobierno del presidente Gustavo Petro, al que responsabiliza de una profunda crisis económica, institucional y social en el país.
Uribe aseguró que «este gobierno también quebró la ilusión, traicionó la utopía. La única esperanza que le deja a los pobres es que los ricos también sean pobres». Además, afirmó que la inseguridad se ha generalizado, y advirtió sobre un supuesto plan contra la oposición.
«El atentado contra el Dr. Miguel Uribe hace parte del designio descubierto de asesinar la oposición. Y aumenta el asesinato de soldados y policías de la Patria», denunció el exmandatario.
Uribe también se refirió al deterioro del sistema de salud, la situación económica, la política antidrogas y la gestión de las pensiones. Criticó la gestión actual por afectar la confianza en la iniciativa privada y por poner en riesgo la sostenibilidad del sistema pensional.
«El gobierno está próximo a tomar el control de los fondos de pensiones de propiedad de los trabajadores, a saquearlos para compensar la quiebra fiscal de la nación, causada por el derroche y el desgreño», afirmó.
Sobre la vivienda social, aseguró que fue «quebrada» y dejada en «anuncios y en reclamos insultantes y cambios de ministros sin éxito por los esquemas ideológicos de su jefe mayor». También criticó que se esté reemplazando el respaldo ciudadano con «cargos burocráticos insostenibles».
En cuanto al discurso del Gobierno, señaló que «el discurso dialéctico que atrajo electores sumidos en la vieja desesperanza se tornó soso», y agregó que «dilapidaron el interés expectante del ciudadano para escuchar la jefatura del Estado».
Uribe hizo un llamado a una renovación política amplia: «Deberíamos empeñarnos en la artesanía política que elija un gobierno y un congreso que reparen y construyan para el bienestar de todos los colombianos», dijo, invitando a jóvenes y adultos a sumarse a esa tarea desde la preparación, la experiencia y la ilusión renovada.
Planteó la necesidad de un gobierno que actúe con base en el consenso, que escuche, oriente y ejecute, y que sepa construir confianza con transparencia. Además, subrayó la urgencia de restablecer el orden público y combatir sin vacilaciones el narcotráfico:
«Un nuevo gobierno sin vacilaciones para eliminar la droga, con el propósito de proteger a la familia, al joven y al medio ambiente», manifestó.
El expresidente denunció un aumento desbordado de la producción de cocaína: «En 2010 Colombia envió 150 toneladas de cocaína al mercado. El último año la cifra subió a 1815 toneladas. El decomiso es un sofisma de distorsión».
En materia económica, Uribe propuso una administración austera y eficiente:
«Necesitamos un gobierno que reduzca los impuestos, desmonte el tamaño asfixiante del aparato burocrático oficial y sea capaz de financiar con credibilidad el tránsito de la quiebra a la prosperidad fiscal».
También pidió reconstruir el sistema de salud desde lo público y lo privado, con garantías fiscales de largo plazo, y sugirió mantener la administración del sistema pensional en manos del sector privado:
«Debe cerrarse toda rendija que permita a los gobiernos extraer sus reservas para cubrir derroches presupuestales», advirtió.
En educación, pidió masificar el acceso al conocimiento con modelos alternativos que no estén condicionados por “los conceptos anticuados del viejo sindicalismo gremial”.
Sobre el sistema judicial, Uribe planteó que este debe mantenerse ajeno a la política:
«La solidez democrática depende también de la justicia totalmente ajena a la política. Que prime el cotejo de la ley con el hecho y no la orientación política del servidor de la justicia».
Finalmente, hizo una advertencia ideológica: «Tenemos una discrepancia de fondo entre el castrochavismo que se quiso ocultar pero sus hechos y errores lo revelaron y un concepto de nueva democracia que nos exige compromiso», y concluyó con una invitación:
«Construyamos un gobierno de verdadera transición, que conduzca a Colombia desde la quiebra material y el desaliento espiritual hacia una nación segura, con impulso firme, sin claudicaciones y guiada por faros éticos».