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miércoles, noviembre 13, 2024
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    (OPINIÓN) A mi hermana no le gustan las de miedo. Por: Juan Ortiz Osorno

    “A mi chica le gustan las de miedo…” Decía una canción vieja. De cuando uno invitaba a la chica que le gustaba, a cine, para aprovechar cuando ella se asustara y agarrarla por primera vez. Así de vieja. Ahora ninguna chica va a cine sin haberte cogido antes. De hecho nadie que yo conozca va a cine y ya las chicas no saltan y agarran novios sino novias, a su trío, o a su «gang». O no quieren agarrar a nadie.

    Pero no es por el empoderamiento femenino que el género del terror está en crisis. Tampoco es porque la industria del entretenimiento esté en crisis. Algo contradictorio porque nunca antes habíamos tenido tanta oferta audiovisual, tanto contenido y tantas películas y series de cada género. Quizás esa sea la razón misma de la crisis que tiene a la plataforma más vista de películas y series, con el mismo público que la plataforma de nopor más visitada. Y si visitas esas plataformas de nopor, sabrás porque a las chicas ya no les gustan las de miedo, sino que ellas dan miedo y son en sí las películas a mirar.

    Las películas de terror no dan miedo, porque están mal escritas y el escritor se saltó la teoría del guión. Lo que vemos ahora en las películas de terror es un inventario inagotable de zombies que hay que descabezar o de pedazos de cuerpos que un asesino dejó. No hay más. El terror no da terror. Da pena. Da jartera verlo, por obvio y porque hay un unanimismo de pensamiento que determinó que el terror sólo se alimentan de muertes brutales. Y sucede todo lo contrario. Mientras menos muertes haya en la pantalla, más miedo dará ver el riesgo de que maten a alguien. Y eso los libretistas actuales lo han olvidado.

    Por eso el maestro del terror es Hitchcock. Pensemos en Psicosis, un guión de Joseph Stefano basado en el libro de Robert Bloch. La historia empieza como un MISTERIO. En la primera secuencia vemos que una chica hermosa trabaja en una oficina con un jefe desagradable. Sabemos menos que la protagonista que tiene un plan que desconocemos. Y sabemos menos que el antagonista que ni lo hemos visto. Pero estamos intrigados. Lo siguiente que pasa es que la chica que creemos buena, la mandan por un dinero y ella recoge el dinero y huye con el dinero del trabajo, de su casa y de la ciudad. Como ha robado, maneja hasta que sus fuerzas se agotan y se hospeda en un hotel de carretera donde el antagonista la recibe y la hospeda como manager del hotel. Sabemos menos que el antagonista, pues no sabemos que él, tan amable, va a matar a la chica. Seguimos en un MISTERIO. Cuando la chica se desnuda para bañarse ya no es un MISTERIO sino que ahora es SUSPENSO. Sabemos lo mismo que ella. Sabemos que robó pero ahora vamos a disfrutar de una ducha. La música nos anuncia que va a pasar algo y el baño no es sensual. Cuando el cuchillo rompe la cortina y apuñala a la chica con la persistencia de la música, ya no estamos en un SUSPENSO, hemos llegado a la IRONÍA DRAMÁTICA. Ahora sabemos más que la chica, que ahora está muerta y que pensábamos que era la protagonista de una película de MISTERIO o de SUSPENSO. Y han sucedido más cosas, en este que es el clímax del primer acto. Descubrimos al antagonista, que nadie, excepto nosotros, sabe que es un asesino. Ya sabemos que estamos viendo una película de TERROR. Pues la teoría bien construida, nos ha llevado al lugar más terrorífico. Estamos en un hotel y el manager del hotel quiere matarnos.

    Por teoría del guión, una buena película de terror debe tener elementos de misterio, de suspenso y de ironía dramática. En el MISTERIO, el público mientras ve la película sabe menos que los personajes. Generalmente el público sabe menos que el antagonista que es el que amenaza a la protagonista. En el SUSPENSO, el público sabe lo mismo que los personajes. El público sabe lo mismo que la víctima. En la IRONÍA DRAMÁTICA, el público sabe más que los personajes. El público sabe QUÉ le va a pasar a la protagonista pero el público se pregunta CÓMO Y POR QUÉ. Y eso debe despejarlo el guionista. El guionista debe elegir qué escenas de sus tramas serán misterio, cuáles ironía dramática y cuáles suspenso y deberá jugar con esas diferencias de los géneros, para nutrir la sorpresa que el terror debe tener para dar miedo y no ser obvio y plano.

    Si los escritores actuales hicieran la tarea como el guionista de Hitchcock, no estaríamos escogiendo qué película ver según cuál cabeza de zombie cae mejor, sino que elegiríamos con verdadero miedo a ver una película y por ella no poder dormir bien, en muchos años. Elegiríamos con miedo a quedar traumatizados de por vida como hace Psicosis con todos los que la ven y les toca una cortina de baño en cualquier hotel.

    De niño, mi hermana me dijo que no le gustaba ver películas de terror porque ella pensaba que si había una persona capaz de escribir esas historias era porque había personas capaces de hacerlas realidad. No en un film, sino realidad en la realidad. De grande sé, que ese miedo de mi hermana, es la emoción que debe provocar un buen film de terror.

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