domingo, julio 20, 2025
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120 niños y niñas fortalecen habilidades emocionales con acompañamiento institucional en Medellín

La Alcaldía de Medellín implementa la estrategia Parceros Buen Comienzo en cuatro jardines infantiles ubicados en zonas priorizadas por su nivel de vulnerabilidad, como parte de una línea del proyecto Parceros enfocada en la prevención desde la primera infancia.

Actualmente, 120 niñas y niños participan en este proceso, que busca promover el desarrollo emocional, el cuidado de la salud mental y la prevención del reclutamiento por parte de grupos delincuenciales. Esta iniciativa se plantea como un modelo de intervención temprana para reducir riesgos sociales que pueden derivar en formas de violencia durante la adolescencia.

Las actividades se realizan en el Jardín Infantil Buen Comienzo Carpinelo (Popular), el Centro Infantil Cri Cri (Santa Cruz), el Centro Infantil Casa del Encuentro (La Candelaria) y el Centro Infantil Un Mundo de Sonrisas (San Cristóbal). La metodología utilizada es la del Monstruo de Colores, que aborda conceptos como la alegría, el miedo, la rabia y la tristeza, promoviendo en los menores y en las agentes educativas el reconocimiento emocional y el fortalecimiento de herramientas psicoemocionales.

“No es solo un ejercicio de juego, es una oportunidad para sembrar capacidades que les permitan crecer con referentes sanos, con confianza en sí mismos y alejados de los modelos violentos que ofrece el entorno”, señaló Paulina Patiño, directora del programa Parceros.

Desde la Secretaría de Seguridad y Convivencia se enmarca esta intervención como parte de una política pública orientada a generar seguridad mediante el cuidado, la prevención social y la construcción de confianza en los territorios. Para el programa Parceros, esta línea de trabajo responde a un enfoque de seguridad humana que articula inteligencia emocional, acompañamiento comunitario y acción institucional.

“Prevenir desde la primera infancia es una apuesta por la vida. Queremos que estas niñas y niños no sueñen con pertenecer a grupos armados, sino con construir comunidad, con crecer seguros, respetados y acompañados por el Estado desde edades tempranas”, agregó Patiño.

Según estudios y alertas comunitarias, en zonas con altos niveles de exclusión, algunos menores manifiestan intenciones de vincularse a estructuras criminales debido a dinámicas de poder, reconocimiento o necesidad económica. Estos hallazgos sustentan la necesidad de intervenir desde la primera infancia antes de que el delito sea considerado un proyecto de vida.

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