fbpx
lunes, mayo 13, 2024
InicioOpiniónÁlvaro Ramírez González(OPINIÓN) El fin de la inocencia. Por: Álvaro Ramírez González

(OPINIÓN) El fin de la inocencia. Por: Álvaro Ramírez González

Este artículo de mi viejo amigo y colega exalcalde Rodrigo Ocampo, es sencillamente genial y por esa razón decidí compartirlo con Ustedes!

“ A quienes tratan inútilmente de entender como un importante sector de la población educada del país sigue creyendo en el proyecto Petro a pesar de la claridad de propuesta, llevar la salud al modelo cubano, la libertad al venezolano y la economía al de Corea del Norte, les convendría leer un libro de Stephen Koch llamado “El fin de la inocencia” donde describe a Willi Munzemberg, un alemán refugiado en París en 1930, crea una red de propaganda a favor de Stalin y logra captar para su causa a escritores como Hemingway y Sartre y aun influir en Hollywood. Esos intelectuales pronto descubrieron la realidad de la dictadura estalinista con su gulag, purgas y hambrunas provocadas que aún recuerdan con rencor los ucranianos, sus principales víctimas, pero se negaron tercamente a aceptar la realidad.

Probablemente porque a los intelectuales les resultó difícil reconocer que habían sido engañados no obstante su capacidad de discernimiento y fama. Así ocurrió con García Márquez que nunca se retractó de su amistad con Fidel Castro a pesar de la evidencia de sus actos contra la democracia en Latinoamérica o su intervención en Angola.

Pudo ser soberbia o falta de honestidad, pero en todo caso una calamidad para las miles de víctimas de largas dictaduras que pudieran haber sido más cortas sin el respaldo de tan sonados personajes. Una escena repetida con los Petristas criollos al estilo de José Antonio Ocampo, Alejandro Gaviria o Rudolf Hommes, con la diferencia de que ellos si están arrepentidos y lo reconocen como lo hizo Vargas Llosa frente a Castro. Pero hay muchos, muchísimos, que prefieren callar a cambio de oportunidades, como la Niña Mencha o por simple estupidez pues creen que el comunismo aquí no sería tan dañino como lo ha sido durante cien años en el resto del mundo, ni los devorará también como les ocurrió a los idealistas que creyeron en el Che Guevara.”

Sobremesa

Ese artículo me hace recordar un famoso almuerzo que le hizo en Bogotá, un destacado empresario francés del turismo a Gustavo Petro, al que acudieron un número importante de empresarios judíos y criollos.

Pensaron que ese almuerzo sería la vacuna para ellos, contra los atropellos y reformas del petrismo.

Quedaron con sus colegas empresarios como unos esquiroles y también con la opinión pública, y la vacuna de nada sirvió.

ÚLTIMAS NOTICIAS