jueves, marzo 28, 2024
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Vivir sabroso

Por Yesenia Bedoya Gallego

La sola frase nos gusta a todos. Y es que eso de vivir sabroso suena sabroso.

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Para los gustos los colores, y en ese orden de ideas, vivir sabroso puede interpretarse de muchas formas y maneras: viajar, darse gusto en comidas, comprar ropa, casa, carro, estudiar, tener empresa o arrancar un emprendimiento… Pueden ser tantas las definiciones de vivir sabroso como personalidades en los humanos.

Existe un punto en común, un criterio inequívoco para el concepto de vivir sabroso: para poder hacerlo se necesita una seguridad jurídica, social y económica que lo permita.

Colombia necesita seguir creciendo, seguir aumentando la competitividad comercial y en la producción de bienes y servicios. Que el campo sea tecnificado, aportará tanto a la seguridad alimentaria de la nación como al incremento del PIB del país; es necesario, indispensable, que el campo pase a una era de tecnificación masiva.

Necesitamos atraer más turistas y para poder ofrecer un producto que guste y sea más recomendable, necesitamos tener más y mejores vías, y que esas vías sean mejor administradas también; aumentar, mejorar y ampliar la variedad en cuanto a la oferta hotelera; organización de los territorios turísticos de manera que gane el turista y gane el nativo o comerciante.

Necesitamos flexibilización laboral, tenemos una normatividad arcaica y mandada a recoger. Las empresas necesitan herramientas legales para contratar más ciudadanos y que más gente pueda obtener condiciones mínimas de vida digna. La carga fiscal y prestacional es asfixiante, un sinsentido retardatario del progreso industrial, comercial y social.

El arte, el deporte y la cultura deben ser herramientas de transformación social que estén total y completamente integradas a la cadena productiva del país. No puede ser que los colombianos anhelen, ahorren y hasta se endeuden para ir a visitar museos, ver ruinas prehistóricas en el extranjero y no tienen como primera opción lugares como el Parque Nacional Serranía del Chiribiquete, en donde además de la inmensa belleza natural y biodiversidad, tenemos arte rupestre que data de aproximadamente hace 20.000 años, pero si se desviven por ir a Egipto a conocer las pirámides.

¿Cuántos de los lectores saben que en San Jacinto y San Juan Nepomuceno, en el departamento de Bolívar, tenemos petroglifos que datan de 4.000 A.C.? ¿Quiénes han ido al Parque Arqueológico de Facatativá, que también tiene arte rupestre que data de 3.000 A.C.?

Hay algo en lo que estoy de acuerdo con el candidato de las bolsas, y es que Colombia tiene mucho para hacer… ¡Mucho, en verdad! Pero nada haremos si el país elige un mal cambio.

Diría más bien, que elegir al de las bolsas sería como meter mal los cambios (como le pasó a cierto alcalde suspendido) lo que traería como consecuencia el mal funcionamiento que terminará en daños costosos y probablemente graves accidentes por la pérdida de control (como le pasa a cierto alcalde suspendido jajajaja)

Meter un mal cambio es permitir el uso y abuso del ahorro pensional de los colombianos para favorecer el ego del que cree que puede hacer filantropía con la plata ajena; es permitir que el populismo, que en esta ocasión llegó cargado de racismo con aquello de la supremacía blanca (como si no fuéramos todos mestizos) y con su clasismo absurdo permee y dañe más el tejido social construido, que arrase a su paso con proyectos y políticas necesarias para el país como la formalización y legalización de la minería.

Imprimiendo billetes o acuñando monedas a diestra y siniestra no vamos a tener más ni mejores opciones de vivir sabroso. Tampoco vamos a vivir siquiera tranquilos, premiando y perpetuando guerrilleros, asesinos y criminales impunes, en las bancas de las corporaciones públicas, ni eligiendo una vice con serios vínculos con guerrillas activas.

Mi idea de vivir sabroso no es alcahuetear la pereza de aquellos que prefieren un cómodo subsidio para no morir de hambre.

Entiendo que para algunas es más fácil levantarse tarde que madrugar y esforzarse por conseguir el pan de cada día, pero para las mayorías productivas de este país eso no es vivir sabroso.

Algunos vivirán sabroso con los circos que montan a costa de los otros.

Los colombianos queremos vivir sabroso en nuestras cotidianidades, de cuenta de nuestro esfuerzo, y recibir la gratificación que ello merece.

No vote por vivir sabroso… ¡Vote por vivir libre!     

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