En lo que parece una actuación más de las locuras del mandatario de los medellinenses, Daniel Quintero publicó un video realizado en el Clinton Global Initiative en donde estuvo participando, a medias, en Nueva York. En el video, afirmó que la ciudad de Medellín tomó la determinación de que a partir del 2035 no se vendan más vehículos a gasolina, como aporte para disminuir el impacto de la contaminación generada por la combustión de la gasolina.
Y es que la iniciativa no ha caído para nada bien, más allá del impacto que pueda tener y de las implicaciones de la misma, pues en realidad no tuvo ningún tipo de concertación con los actores que confluyen en este negocio, sino que fue una idea «lanzada a la azar» sin poner en consideración incluso los ajustes jurídicos que una idea de esta naturaleza requiere.
Tras la publicación del vídeo ha habido todo tipo de reacciones. Fenalco afirmó que no ha habido ningún acuerdo multisectorial que permita preparar a la ciudad para esta iniciativa y otros ciudadanos se manifestaron haciendo un llamado para que el mandatario local se dedique a gobernar en este 2022, que le está quedando grande, en lugar de esta pensando en el 2035.
Aquí hay varios temas para tener en consideración. El primero es que para que esa propuesta se haga realidad, es fundamental hacer un acuerdo multisectorial, que los importadores de vehículos estén dispuestos a vender este tipo de automóviles, que los precios no excedan a los de gasolina, y evidentemente que exista la infraestructura necesaria para abastecer de energía en puntos fijos y de carga rápida.
Por otro lado las urbanizaciones y edificios también tendrían que adaptarse a esta realidad, por lo que la iniciativa debe ser considerada a largo plazo por el costo de las adecuaciones que tendrían que hacerse tanto en el espacio público como en el ámbito privado.
Finalmente hay un tema que quienes promueven la movilidad eléctrica no suelen tener en cuenta y es la contaminación generada por la explotación de los minerales, como el litio, que son fundamentales para las baterías que permiten la autonomía de este tipo de vehículos y por otro lado la disposición final de estas unidades de carga cuando han cumplido su vida útil que es más o menos 10 años, pues esos desperdicios son extremadamente contaminantes, sobre todo en fuentes de agua.
Las propuestas sin estudios y sin concertaciones con los sectores correspondientes terminan convirtiéndose en ideas insulsas.
