miércoles, abril 24, 2024
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Un país en manos del montón de pícaros que aceptamos

Por : Claudia Posada

Un año, éste,  de promesas, embobamientos, descontento, embelecos; de campañas y  elecciones, será muy agitado políticamente; y ni qué decir en cuanto a preocupaciones en lo que respecta a la salud pública, la seguridad,  la tranquilidad ciudadana tan alterada en todo el país, y la zozobra que día a día aumenta en razón de los caprichos de un mandatario que parece seguir instrucciones precisas para que no dé ni un solo paso encaminado a la pacificación de Colombia; sobre intentos nuevos en tal sentido, puede adivinarse que no le son permitidos, y tratar de sacar adelante lo estancado hace unos cinco años, tampoco: Iván Duque, presidente de todos los colombianos aunque beneficiando, ampliamente, apenas a unos cuantos de su resorte y privilegios, con toda la “melcocha” .

Ya no se trata de “mermelada”, ahora, el dulce empalago,  es más consistente y envuelto en papel brillante, como las melcochas de antaño.

De lo buenito que ha hecho Duque -todos hacen algo rescatable, unos más otros menos- ya han hablado suficiente los que gozan de las  mieles del poder, en mayor o menor medida. Algunos disfrutan calladitos para no notarse, pero como “el que busca encuentra”, cuando cumpliendo con el deber de vigilar el gasto de los dineros públicos, “resucitan” a trabajar responsablemente los funcionarios del caso, o los excelentes periodistas (tan criticados por los “enmelcochados”) destapan enredos que los protagonistas dicen no conocer; además,  de la manera más desvergonzada se “sorprenden”,  tal vez, por obra y gracia de las redes sociales, las ventajas de la Internet y algunos ciudadanos decididos, se hacen evidentes los sucios manejos que no dejan cambiarle los padecimientos  a Colombia.

Desde este sábado 29 de enero y hasta el 11 de marzo del 2022, se llevarán a cabo las inscripciones de candidatos que quieren participar en las elecciones para presidente y vicepresidente de la República a realizarse el 29 de mayo próximo. Por el momento, hay demasiados aspirantes para apostarle a ser el sucesor del Presidente Duque; pero una vez termine la jornada del domingo 13 de marzo, fecha también para las votaciones legislativas, queda reducida la lista.

Quienes aspirando desde un colectivo que se presenta como alianza conformada por precandidatos que se identifican entre sí de alguna manera, ahora se confrontan ante los ojos de los ciudadanos que irán a las urnas haciendo uso del derecho ciudadano por excelencia;  entonces, de cada coalición saldrá uno, y estos se sumarán a los demás, supuestamente independientes,  favorecidos por los electores en la fecha mencionada.

Lo anterior, que será pues el 13 de marzo, un domingo como aquellos que han sido tan determinantes para la vida del país pues se nombraron Representantes a la Cámara y Senadores, los colombianos de a pie queremos hoy, más que nunca, lograr la mejor renovación, la más amplia y valiosa en la historia penosa del Congreso, no queremos saber más de las desconsoladoras votaciones en las que las mayorías conformadas por congresistas que se apoyan entre sí, jugando divinamente para satisfacer sus intereses particulares.

Los nuevos buenos (que los hay) y uno que otro  de los viejos que los hay decentes,  necesitan otros políticos honestos para por fin empezar a generar los cambios que, desde el Congreso, se encaminen a la consolidación de mayor equidad y bienestar para todos los colombianos. Claro que no podemos hacernos excesivas ilusiones; justamente porque no hay formación política para un buen ejercicio ciudadano  -lo que para los insolentes políticos, sinvergüenzas, es buenísimo-   se prevé escasa asistencia a las urnas para las legislativas; grave probabilidad. ¿Por qué?

Porque entonces los de siempre van a volver a salir triunfadores, seguirán calentando curul pues ellos tienen los electores que les facilitan el “voto cautivo”; es decir, los votantes con lealtad fuertemente dependiente: son sus parientes, amigos, beneficiados (a estos son los que más cuidan, son endulzados con burocracia pues siempre les ayudan a conseguir más votos). La tía simplemente va y vota ella; el amigo muy querido va y vota él; los hermanos votan y hasta ponen otros voticos que cuentan, al fin y al cabo tener un hermano con poder es muy importante para “agilizar” mucha cosita, y así por el estilo. Es la estrategia para quedarse eternamente todo congresista con éstas y otras mañas sabidas.

Nuestro país tiene enromes brechas, tristes carencias en zonas abandonadas por los gobiernos desde siempre. Y ni qué decir de los manejos en ese mismo Estado en el que los señores y las señoras dueños de decidir en los distintos poderes públicos,  por siempre  ha sido una mayoría que en esas esferas, están “comiéndose” la plata que no les pertenece.

Ahora, no sabemos si porque hay más investigación en los medios de comunicación serios, así como por parte de algunos periodistas firmes en su deber; gracias a que para unos y otros la tecnología permite adentrarse mejor y más rápido en archivos y decisiones chuecas, o porque cada vez son más ambiciosos (para su costal) los políticos y los “vivos” que los rodean con agallas insaciables, los montos de lo averiguado resultan más abultados y visibles. 

Lo mismo los tentáculos descubiertos, esos con los que arropan a hijos, esposas, y demás parentela muy cercana, aquellos que  disfrutan “generosamente” del pedacito o pedazote de poder que les fue otorgado,  ferozmente ocultos porque la dimensión de la desfachatez con la que actúan,  francamente es desconsiderada e infame con el pueblo colombiano.

Hay que salir a votar con decisión. Es el ciudadano quien permite con su indiferencia o apatía, que se perpetúen los mismos; la jornada electoral no es un partido de fútbol cuyo resultado afecta o favorece simplemente una clasificación. Cada voto por partido político, personaje, o en blanco (más importante de lo que creemos) puede favorecer a los millones de colombianos  “sin padrino”. A miles podrá dar mejor calidad de vida si entendemos cuánto vale un voto por alguien que desde el Congreso va a trabajar,  defender y votar, según las causas que enuncia en sus discursos.

A centenares de corruptos (del sector público y del privado)  va a beneficiar, si ese voto se da al mejor postor, sin reflexionar. Y finalmente, nosotros mismos, dejándonos engatusar una vez más, estaremos después quejándonos, sin ningún derecho distinto al pataleo que reprimen; y todo por no tomar conciencia del vacío en el que se hunde nuestro país,  en manos de un montón de pícaros que no debemos aceptar.

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