viernes, marzo 29, 2024

Un cambio al vacío

Por Luis Guillermo Echeverri Vélez

¿Vivimos acaso como sociedad el efecto sociológico de la cultura mafiosa y cocalera con la cual convivimos? Parece que sí, y se refleja en la lucha entre clientelistas y criminales por el ejercicio del poder.

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Parece que desconocemos que el desarrollo de una nación no es cuestión de un día, y menos de un cambio por cambiar, que es el producto de la realización laboriosa día a día, año a año de un objetivo común de nación, sorteando los inevitables problemas y defectos de una democracia en un país de ingreso medio.

Hoy están los negocios creciendo y las empresas generando empleos, tiene ahora el país gratuidad educativa universitaria para aquellos estratos más necesitados que no la tenían, se ha mejorado el ingreso real, la infraestructura, son evidentes los resultados récord en salud, crecimiento del PIB, reducción en índices de homicidio, secuestro y pobreza.

Justo se promueve un cambio a un modelo comunista tipo socialismo del siglo XXI, cuando el Estado-Corporación logra los mejores resultados numéricos y de bienestar en varias décadas, y cuando frente a otros países del mundo tenemos las mejores perspectivas de poder ser un Centro (HUB) regional y global de conocimiento, logística, inversión IED, comercio, turismo y una fuente de energía transformacional que ya inició una transición a tiempo.

Un cambio al vacío, justo cuando somos una fuente de recursos naturales que explotados técnica y responsablemente pueden incrementar exponencialmente las regalías para que el Estado lleve más progreso a las regiones y logremos parar la maldita deforestación y el daño ambiental; factores que, combinados con seguridad y estabilidad jurídica y política, pueden llevarnos a ser una nación civilizada y desarrollada en un tiempo razonable.

Un cambio al vació ahora cuando más podemos generar ingresos y eficiencias estatales para sacar a la juventud del taponamiento intelectual en que la tiene FECODE y los políticos locales que les roban la comida, para llevarla a la era del conocimiento. ¿Justo ahora es que nos metemos en la cantina en lugar de ir a laborar honestamente por nuestro futuro?

Justo ahora, la mitad del país y mucha de su acomodada dirigencia gremial sumida en el clientelismo y la falta de patriotismo, actúa como el pobre adicto al vicio que vive en negación.

Una buena parte de la nación votante no admite su problema, no se deja ayudar. Peor aun, todos saben más que el médico y la institución donde terminan metidos en un tratamiento y de la cual se vuelan para recaer nuevamente en una hoya, una fuma o una botella.

¿No es eso lo que le pasa a la gran mayoría de nuestros políticos tradicionales hoy asociados con los delincuentes narcoterroristas inoculados en el Congreso y a quienes conducen buena parte de las cortes, tribunales y entes de control? Entonces, ¿de qué cambio es del que tanto hablan?

¿No será que la adicción de algunos al poder es más fuerte que la de cualquier otra droga en un individuo?

Más del 40 % de la intención de voto está secuestrada mentalmente por un engaño populista que se vale de la retórica demagógica del cambio. El otro 40 % está aterrorizado y se siente y entiende amenazado por el hecho de que sea un psicópata quien tome las riendas del poder. Y queda un 5 o 10 % sumido en el voto en blanco, que equivale a quedarse parado en medio de una carrilera esperando a que le pase el tren por encima, porque no se siente cómodo en ningún lado de la vía.

¿Será que si nos merecemos las mieles de la democracia? ¿Será que estamos amancebados con el vicio de la anarquía? ¿Será que no comprendemos que mientras los camaleones políticos tradicionales y sus nuevos socios, incesantes mamones de la ubre pública, se reencauchan y son perennes habitantes del Congreso y las cortes, la economía y los negocios son especialmente sensibles al riesgo político y a la inestabilidad jurídica?

Toda economía sea de nación, familia, negocio o personal, debe manejarse de forma conservadora, siempre ortodoxa, y no sobre planteamientos tan ilusos e irresponsables como la nacionalización del ahorro pensional, la expropiación de la propiedad a quienes la han conseguido con su trabajo o imprimir más billetes para dárselos a los necesitados, ignorando que para entonces el dinero perderá su poder adquisitivo y esas personas no comprarán un cuarto de lo que compran hoy.

Es falsa la premisa de que quitar a los ricos para darle a los pobres, crea justicia social. Precisamente lo que ello crea es el fracaso social engendrado en una utopía igualitaria, es decir miseria y pobreza como consecuencia de la insuficiencia monetaria de la que adolece el comunismo.

Equidad no es igualdad. Equidad es nivelar los ingresos particulares por lo alto y tener un Estado que garantice las libertades, el orden normativo, la operatividad de la justicia y la seguridad personal, que facilite y deje progresar la economía de mercado.

No es exageración decir que la iniciativa privada se ha quedado con pocos líderes que la defiendan.

¿Será que no queremos ver como países hermanos han caído en la misma trampa de osos en la que estamos a punto de caer si no recapacitamos? Despierta Colombia o el 8 de agosto, tendremos a medio país conformando una resistencia al engaño y en contra un régimen opresor.

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