En un hecho que sacude la estabilidad de Medio Oriente, el Ejército israelí confirmó que Irán lanzó un ataque a gran escala con misiles balísticos contra el Estado de Israel.
Este ataque, se produjo en la madrugada de este martes, 1 de octubre, es el primero de Irán contra Israel desde el 13 de abril, cuando más de 200 drones y misiles fueron enviados al territorio israelí, la mayoría interceptados fuera de sus fronteras.
La situación puso en alerta máxima a toda la nación israelí, con sirenas de alarma antiaérea resonando en cada rincón del país, incluidas zonas sensibles como Jerusalén.
Hasta el momento se conoce que el Ejército israelí reportó decenas de explosiones en el cielo sobre la ciudad, producto de los esfuerzos del sistema de defensa aérea para interceptar los proyectiles.
Horas antes del ataque, el portavoz del Ejército israelí, Daniel Hagari, ya había advertido sobre la inminencia de una ofensiva de gran envergadura por parte de la República Islámica, en respuesta al asesinato del líder de Hizbulá, Hasán Nasrala, el viernes pasado en un bombardeo israelí en Beirut.
“Estamos siguiendo la amenaza con seriedad», declaró Hagari en una conferencia de prensa, donde también pidió a la población que siguiera las instrucciones del Comando del Frente Interior y se refugiara en los búnkeres ante el inminente ataque.
El portavoz israelí confirmó además que Estados Unidos, uno de los principales aliados de Israel, había advertido que Irán se estaba preparando para lanzar el ataque, una operación que finalmente se concretó pocas horas después.
El bombardeo israelí que acabó con la vida de Nasrala desató una escalada de tensiones, y esta respuesta iraní parece ser un paso más en la ya complicada y peligrosa situación que vive la región.
Israel se enfrenta a un desafío crítico, dado que los misiles balísticos, que siguen trayectorias impredecibles tras alcanzar grandes alturas, podrían dificultar su interceptación, incluso con sistemas de defensa tan avanzados como el Domo de Hierro.
Este ataque ocurre en medio de una ofensiva terrestre israelí en el sur del Líbano, que busca debilitar las posiciones de Hizbulá tras los enfrentamientos recientes. La región está al borde de un conflicto mayor, con las grandes potencias observando atentamente cada movimiento.