martes, abril 23, 2024
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Tres tristes vidas

Por Yesenia Bedoya Gallego

Como ciudadana, responsable de la democracia de mi país, crítica de las actuaciones, hechos y decisiones que en política se conocen todos los días y que nos llegan desde tantas personas e instituciones; este primer mes de gobierno humano me tiene realmente abrumada, casi asfixiada, no solo por la cantidad de información y actores, sino por la gravedad que la mayoría de estas situaciones está revistiendo.

Concentraré mi atención en esta oportunidad en tres personajes protagonistas por acción u omisión; o ambos. 

Caso 1: Álex Flórez. Indudablemente escandaloso, vergonzoso; pero definitivamente evitable.

El hoy senador por el Pacto Histórico es como ese carro de segunda que corre con la suerte de que el comprador no es un hombre diligente en sus negocios y omite realizar una correcta inspección y verificación a fin de encontrar fallas mecánicas o siniestros antecedentes que vicien la compra («Alesito», si lees esto espero que te acuerdes de los primeros semestres de civil, aunque lo dudo). 

El hoy senador, ayer concejal de Medellín, no terminó su periodo; como tampoco ha terminado la universidad porque al sol de hoy no se ha graduado y es un simple bachiller. La mediocridad es su marca personal: renunció ante la inminente confirmación de un fallo que lo dejaba sin curul en el Concejo por corrupto, ¡nada más y nada menos que por corrupto!

Hecha la ley, hecha la trampa, y el borrachín orinado habilidosamente encontró la manera de burlarse de los colombianos y hacerse elegir senador, a pesar de la corrupción que acompaña la mayoría de sus actuaciones como la última vez que, vuelve y juega, ¡borracho!, estrelló la camioneta que tenía asignada por el Concejo, ocasionando pérdida total del automotor, y, a propósito, a la fecha no ha respondido por ese gastico.

El recuerdo de Álex Flórez de su paso por Medellín no puede llamarse menos que deshonroso. El sujeto es reconocido por vulgar, grosero, borracho, mujeriego, irrespetuoso de los ciudadanos y más cuando de la oposición se trata, y ni que hablar del trato con las mujeres: pegarle a la pareja de turno y pretender obligar a abortar son las cartas de presentación del susodicho.

También es recordado, y próximamente espero que las autoridades lo recuerden y le den todo el cariño que se merece, por exigir parte del salario a los contratistas para mantenerlos en el cargo, denuncias todas que están activas, vigentes y esperando no dormir el sueño de los justos en los despachos de la Fiscalía.

Y como olvidar los nombramientos en entidades del municipio de cuanta mujer se llevaba a la cama, pues «Alesito» nos dejó todo su harem de ineptas e inoperantes en cuanta secretaría y dirección pudo, uno de los más críticos: DAGRD.

Ahora le conocimos la faceta de promotor de turismo sexual, el tipo es un pobre diablo que no sabe dónde está parado, un funcionario público que no avizora la envergadura de su cargo, la dignidad que en su caso no lo reviste, sino que lo embiste, no conoce la ética, la moral y no se ha dado por enterado que existe en la legislación colombiana la exigencia del cumplimiento de los valores del servidor público.

Señor Flórez: ya que a la universidad se fue a calentar silla y no se enteró de lo que significa ser un servidor público, aproveche la tal incapacidad y léase los códigos y el reglamento de ética que están colgados en la página de la función pública: valores del servidor público, código de integridad y decálogo de ética – buen gobierno. Anímese que leer le ayuda con la abstinencia.

De este primer caso la conclusión es sencilla y fácil de extraer: falta rigor en la aplicación de las inhabilidades e incompatibilidades a aspirantes a cargos públicos, falta que la ley cumpla su real propósito y sea de verdad efectiva frente a casos tan evidentes como este de corrupción, falta exigencia de idoneidad y capacidad para quienes se presentan a cargos de elección popular, falta respeto por las instituciones y que los ciudadanos nos hagamos respetar de este tipo de personajes que no representan absolutamente nada bueno.

¡El hombre es un dechado de defectos! Si es que a Álex Flórez se le puede calificar como hombre en el sentido amplio de la palabra.

Y para finalizar: ¡mis impuestos no los pago para financiar la rehabilitación de un borracho, de un funcionario exijo que trabaje y si no está en la capacidad de cumplir con sus obligaciones no debe estar ahí y punto!

Caso 2: Irene Vélez, la ministra de Minas y Energía.

Desde el nombramiento y la mención de su formación profesional se supo que la idoneidad era la gran ausente en la titular de una de las carteras más importantes para la economía del país.

En relación con el cargo que ostenta y la materia de los asuntos que atiende, la inteligencia se le limita al acto de caminar erguida.

¡Lo delicado del asunto es lo delicado del asunto!

Del Ministerio de Minas y Energía dependen demasiadas cosas macro en, por y para el país como para dejarlo en manos de una filósofa que todavía cree que se reúne con estudiantes y arma berrinche cuando la «corchan» con una pregunta.

La falta de conocimiento técnico de la ministra es categoría dioses del Olimpo y debería ser un requisito sine qua non para estar al frente de esa cartera. El riesgo está en máximo nivel.

Reflexión: como hacemos para exigirle nivel en los nombramientos de ministros al presidente humano, si él mismo carece hasta de sentido común.

Caso 3: La vicepresidente sin oficio

Según la norma, son funciones de la Vicepresidencia de la República las que le encargue el presidente; y si el presidente faltare, reemplazarlo.

Marta Lucia Ramírez en su periodo como vicepresidente, ejerció como ministra de Relaciones Exteriores, siempre la vimos activa y propositiva.

A Francia Márquez no la hemos visto haciendo nada más que turismo político, dándole continuidad a sus reuniones de activismos populistas como si todavía estuviera en campaña, y si por idoneidad critiqué a la ministra, Francia realmente me estresa.

Francia, literal, hace rato pasó de ser una persona falta de idoneidad a la reina de la barrabasada, es la máxima expresión del populismo politiquero hecho carne, no le he escuchado jamás una postura, concepto, idea, crítica u opinión medianamente razonables y correspondientes con la realidad; tan es así que hasta la tía la desautorizó y la hizo quedar mal con el cuento de los nadies, porque es lo único que sabe decir: cuentos.

Desde la campaña dejó claro que la claridad no es lo de ella.

La reflexión con Francia: ¿qué tan necesaria es la figura de la Vicepresidencia en Colombia?

Mi mensaje para Francia: si en Palacio necesitaran adornos, hay obras de arte que cumplen esa función.

El país no necesita una mascota institucional y mucho menos una tan paseadora y gastona. 

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