martes, marzo 26, 2024
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Tiempos de convulsión

Por Jaime Restrepo Vásquez

Ante la intimidación que vivió el país, por cuenta de los terroristas simpatizantes del presidente electo, muchos pensaron que, de no ganar, el país viviría un prolongado «estallido social». Eso nunca se sabrá. Lo que sí es evidente, es que Colombia ha entrado en un periodo de convulsiones sociales, políticas y económicas. Este será un tiempo difícil para todos los colombianos, para los adoradores de Petro y para quienes somos férreos opositores del narcocomunismo.

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Lo que hoy pasa en las casas de cambio, lo que se dice en los corrillos, lo que se conversa por teléfono; son reacciones pasionales, resultado del miedo y del sentimiento de derrota que embarga a muchos colombianos: son fruto de la calentura del momento, pero no son señales estructurales de lo que se avecina.

En pocas semanas, el desempleo comenzará a subir, pues se sabe de varias empresas que habían hecho las previsiones necesarias para huir del país y afincarse en otros destinos más benignos y nada totalitarios. Ante el incremento del número de desempleados, el gobierno electo señalará al actual presidente como único responsable de esa crisis. Así, para apaciguar los ánimos, Petro y su equipo trazarán una política de creación artificial de empleo, ampliando el gasto público para contratar a una gran cantidad de desempleados.

Es obvio que esas medidas populistas, propias de los regímenes comunistas, son absurdas, pero le permitirán a Petro anotarse un punto en el tablero de sus simpatizantes. Lo que ellos no quieren ver es que el empleo no artificial, el verdadero, crece a partir de la producción: si una empresa fabrica 100 salas mensuales y, gracias a la demanda, necesita fabricar 200, requerirá duplicar su planta de personal para satisfacer a sus clientes. Por tal razón, pretender que con gasto público se financie la estabilidad de los índices de empleo, es una de las tantas torpezas en las que incurre el narcocomunismo.

Esas «brillantes» ideas fueron materializadas, hace algunos años, en Grecia. ¿Recuerda la crisis griega y los rescates que tuvo que emprender la Unión Europea para recomponer el rumbo en aquel país? La creación de empleo artificial llegó a tal punto, que tenían cuatro personas contratadas para cuidar una matera… ¡No hay equivocación! Cuatro empleados, o funcionarios públicos, encargados de cuidar una sola matera. De ese nivel es el disparate del empleo artificial y es, por desgracia, lo que vivirá Colombia en los próximos meses.

Para sostener ese ritmo del gasto público, le resultará necesario al gobierno del Pacto Histórico, recurrir a dos fórmulas catastróficas: incrementar la deuda pública y subir impuestos. Sin embargo, Petro ya había previsto este escenario y, copiando las decisiones del hampa argentina, anunció en su momento, que despojará a los colombianos de su ahorro pensional.

Sin productividad, sin generación de valor, el dinero se convierte en una ilusión pasajera. Así las cosas, después de embriagarse con el despilfarro, vendrán los tiempos de la estrechez y de apretarse el cinturón, cosa que las masas que votaron por eso de «vivir sabroso» rechazarán con furor.  Ahí comenzará el llanto y el crujir de dientes, pues todos los programas se verán desfinanciados, no se contará con recursos para cubrir las necesidades básicas de funcionamiento y la justicia y la seguridad serán cenicientas que implorarán por las migajas del pastel que ya dilapidaron, lo que impactará la convivencia, la tranquilidad y la protección de la ciudadanía, que recurrirá, como es natural, a cualquier mecanismo que le permita defenderse. Todo lo anterior, sin contar con la ausencia de recursos para mantener la infraestructura, las comunicaciones y los servicios públicos, cuyas fallas se multiplicarán en el tiempo, sin que nada ni nadie responda.

En ese momento, los que producían se habrán marchado, por lo cual, el gobierno no tendrá a quien más ordeñar. Llegará, entonces, el tiempo de la insatisfacción de las masas, de las protestas, de la inconformidad con el gobierno, al que ya habrán abandonado los políticos y dirigentes que se tomaron la foto con el Pacto Histórico.

Por todo lo anterior y por mi convicción moral, me quedo en mi posición de oponerme a todo lo que hieda a comunismo, incluida la conjura politiquera que se financió con el millón de kilos de coca que se producen al año. No voy a esperar a que alguien mande a los marines, ni a que la comunidad internacional mueva un dedo para rescatar a Colombia: somos nosotros los que tenemos que esforzarnos por lo nuestro.

Conversemos en Twitter: @atrabilioso.

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