Cuando el fenómeno de La Niña impactó al país, por allá en 2011, la única excusa del entonces presidente Juan Manuel Santos fue maldecir a la naturaleza. Siguiendo ese ejemplo, Daniel Quintero Calle ha decidido culpar a la lluvia y al cambio climático de los deslizamientos y las inundaciones que se han presentado en Medellín.
Ciertamente el año 2022 ha mostrado un incremento en los niveles de lluvia en la ciudad. Sin embargo, una administración proactiva y eficiente hubiera concentrado sus esfuerzos en moderar los riesgos y proteger la vida y los bienes de los ciudadanos. Eso es difícil, cuando la improvisación y las corbatas políticas rigen los destinos de una entidad como el Dagrd, que siempre fue dirigida únicamente con criterio técnico.
Es tal la desconexión de la realidad de quienes desgobiernan a Medellín, que ante tres situaciones de emergencia, con la tragedia de dos vidas perdidas en una avalancha, el alcalde siguió en lo suyo, es decir, en tuits, memes y peleas en Twitter.
Además, una ciudadanía acostumbrada a la eficacia difícilmente puede ser distraída con cuentos de hadas o cortinas de humo. Las realidades saltan a la vista: falta de mantenimiento, descuido de la infraestructura y negligencia, son causas fundamentales de las inundaciones y avalanchas que se han presentado en la ciudad.
El abandono por parte de la administración distrital ha llegado a tal punto, que la ciudadanía está sufriendo, literalmente, por cuenta de la ineptitud de los funcionarios que deberían dar las órdenes en la Alcaldía, en EPM y en Emvarias. Ellos solo tienen para mostrar los premios que logran comprar, porque la gestión que han adelantado, más que deficiente, ha sido nefasta y cruel con los medellinenses, muchos de ellos, arrepentidos votantes que padecen las consecuencias de una equivocación electoral.
El próximo lunes 8 de agosto, en la cuarta parte de Los males de Medellín: crisis en la infraestructura educativa, metrosalud y el colapso hospitalario.