Por Álvaro Ramírez González
Con ese titular terminé mi anterior artículo referente a la coca. Acabo de ver una entrevista en el Canal Caracol en el malecón de Barranquilla, entre su director Juan Roberto Vargas y el presidente Iván Duque.
Afirma Duque que, si la fumigación aérea y manual se suspenden por este gobierno que arranca el 7 de agosto, el área sembrada de coca llegará muy rápido a las 300 000 hectáreas. Yo escribí que serán 400 000. Esa cifra la saqué de una conversación privada con un alto ejecutivo del Ministerio de Defensa. ¿Por qué no salir entonces a sembrar coca? ¿Si se trata del cultivo más rentable que pueda tener el campo colombiano, por qué no sembrar más?
Si la posición del nuevo mandatario es proponer la legalización mundial de la cocaína, pero por sobre todo, no fumigar una hectárea más, ni encarcelar a más agricultores y raspachines, entonces, ¿qué va a detener la invasión de cultivos nuevos de coca? Pues lo claro es que Colombia se va a inundar de coca. ¿Y qué viene con esa inundación de coca? Pues muchos dólares, muchas armas, y muchos ejércitos privados al mando de los capos de la cocaína. Y naturalmente un desconocimiento e irrespeto a las instituciones, a la ley y a la fuerza pública.
Si ustedes miran las estadísticas, el 98 % de todas las masacres en los últimos dos años son en zonas de clara influencia de la cocaína. Lo mismo ha ocurrido con el asesinato de líderes sociales. Tumaco, Pizarro, El Charco, Ricaurte, Magui Payán, Roberto Payán y Barbacoas, en Nariño. Balboa, Toribio, Cajibio, Caloto, Morales, Argelia, Patía, el Tambo, Rosas, Timbiquí, López de Micay, Caldono, Corinto, Suárez y Santander de Quilichao, en el Cauca. Caucasia, Tarazá, Puerto Libertador, San José de Ure, Cáceres, Nechi, Montecristo en el bajo Cauca.
San Vicente del Caguán, Puerto Rico, Montañitas, la Unión Penella, Curillo, Doncello, Pajuil, y Cartagena del Chairá, en el Caquetá. Mocoa, Orito y La Hormiga, Puerto Caicedo, Puerto Leguízamo, Puerto Guzmán, San Miguel y Puerto Asís en el Putumayo. Ocaña, San Calixto, Ábrego, Convención, Hacarí, el Carmen, Tibú, el Tarra, La Gabarra, y Teorama en el Catatumbo. Arauca, Arauquita, Tame, Puerto Rondón, Cravo Norte, Fortúl y Saravena en el Arauca. San José, El Retornó Miraflores y Calamar, en el Guaviare. Buenaventura en el Valle del Cauca. Alto y Bajo Baudó en el Chocó.
Es cerca del 32 % del territorio nacional afectado directa o indirectamente por el negocio de la cocaína. Esa cocaína que produce miles de millones, capos naturales, ejércitos privados y una justicia privada, es la que ha hecho un fracaso del acuerdo de La Habana. Son hoy tres veces más los disidentes de las FARC, que los reinsertados.
La nueva política de Gustavo Petro, frente a las drogas, va a ser completamente permisiva y cómplice en cuanto a que no va a enfrentarlas porque con alguna razón afirma que «la política de combatir las drogas ha sido un completo fracaso».
Si hoy estamos aterrados de la cantidad de masacres y crímenes que vive la sociedad colombiana, con 230 000 hectáreas de coca hoy sembradas, solo imagínense la violencia y la desinstitucionalización que va a enfrentar el pueblo colombiano con un 50 % más de cultivos ilícitos. Cada capo, tendrá su ejército propio y el dominio total de un pedazo de país. Será un país atomizado en mil pedazos.
Y no habrá acuerdo, ni negociación, ni perdón, ni sometimiento, ni garantías, que hagan retirarse a estos nuevos emperadores de ese negocio. Además, los conflictos entre ellos por territorios, rutas, negocios, y pagos se van a disparar. La codicia del crecimiento empresarial también los va a picar. Veo negros nubarrones en el futuro del país.
El renacimiento con mucho más vigor político, militar y económico de los paramilitares. La persecución sistemática y sin pausa del gobierno Duque, no resolvió el problema mundial de las drogas, pero sin duda alguna fue un mandato que detuvo el crecimiento y el dominio de los bandidos y capos. Y desbarató muchas estructuras delincuenciales.
Pero suspenderlo todo, será el caos, y la parcelación del país. Y como dije antes, ríos de sangre!
