por: Carlos Echavarria
“Es un pequeño paso para el hombre, pero un gran salto para la humanidad”, con esas palabras, Niel Amstrong, cumple el reto lanzado por el presidente John F. Kennedy, de llegar a la Luna antes de finalizada la década de 1960.
La generación que creció en medio de la carrera espacial, recuerda como estaban al frente de los televisores ese 20 de julio de 1969, esperando el desenlace de la misión Apolo 11, que llevaría por primera vez a un ser humano a pisar el satélite natural. Fue la cúspide del desarrollo tecnológico del siglo pasado, como a su vez, fue la declaratoria de victoria por parte de los Estados Unidos sobre la URSS, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, dando un golpe de autoridad tanto en lo político como en militar.
No cabe duda que sin el contorno de la Guerra Fría, la llegada a la Luna no hubiera tenido ni el apoyo, ni los recursos destinados para tal fin y mucho menos se hubiera alcanzado el objetivo tan rápidamente. Para mediados de la década de 1960, Estados Unidos destinó el 5.4% del PIB, para el desarrollo de las misiones de la NASA, pero luego del objetivo alcanzado, La Luna perdió su relevancia política y fue así como el 14 de diciembre de 1972, Eugene Cernan fue el último hombre que pisó la superficie lunar, en la misión Apolo 17. El presupuesto destinado para la NASA, fue recortado sustancialmente, llevando a la cancelación de las misiones Apolo 18, 19 y 20; y con ello, se puso fin al programa lunar.
Casi 50 años han pasado desde el último alunizaje por parte de un astronauta, pero, la humanidad siempre busca nuevos horizontes; mira un poco más allá y el objetivo es ir a Marte en los próximos 30 años, y es allí donde la Luna, vuelve a tener relevancia.
La misión Artemis, en honor a la hermana gemela de Apolo en la mitología griega, tiene como objetivo volver a pisar la Luna en el año 2024; ésta vez será una mujer la que va a dar ese “pequeño paso” como astronauta, además, estará supervisada por otra mujer, Charlie Blackwell-Thompson, quien será la primera directora de lanzamiento de la NASA. Amartizar es el objetivo, pero para ello se necesita conquistar la Luna.
La idea de la Nasa, es crear un asentamiento en la Luna de manera permanente y desde allí poder hacer el lanzamiento de la misión hacia Marte. El mayor consumo de combustible en las misiones espaciales, es el utilizado durante el proceso de vencer la fuerza de atracción que tiene el planeta Tierra debido a su masa; la Luna a tener una masa 81 veces menor, hace que su fuerza de atracción sea más fácil de superar, por ende, permite que los motores desarrollados con la tecnología actual tengan la capacidad para tal proeza.
La tarea no es para nada sencilla y requiere años de preparación y desarrollar una serie de tecnologías que permita traer sanos y salvos a los pioneros. La limitante hoy es conseguir los recursos para la misión, estimados en unos 160 mil millones de dólares, los cuales no han sido aprobados por el Senado de los Estados Unidos.
En un mundo donde la pandemia destruyó gran parte de la economía y aumentó los niveles de pobreza en todos los puntos cardinales del orbe, puede ser que “el palo en la rueda” para que nuestra generación conquiste otros planetas, sea un virus que solo se ve, bajo la lente de un microscopio.
