Por Jaime Restrepo Vásquez
El único patrimonio real que posee cualquier individuo es el de la credibilidad, es decir, el del buen nombre. En su defensa, si es preciso, hay que librar las batallas más duras y, de ser necesario, sacrificar incluso la vida.
Esta semana, en una nueva puesta en escena, Daniel Quintero Calle dio a conocer una carta, presuntamente escrita de su puño y letra, en la que muestra ese talante oscuro, mentiroso y narcisista que lo caracteriza. De hecho, el escrito es francamente patológico.
Comencemos por señalar que, en su visión autocrática de la ciudad, dijo que la ciudadanía los ha acompañado, a él y a su mujer, en «la pandemia, el trasplante de nuestra hija, la defensa de EPM, la revocatoria y tantos otros retos en una ciudad que nunca duerme». ¿Qué tiene que ver la enfermedad de la menor con los temas fundamentales y verdaderamente importantes para Medellín? ¡Absolutamente nada! Salvo que la percepción de sí mismo lo halla llevado a verse, con su familia, como el epicentro de la ciudad y del país. Es, en realidad, uno de los tantos desvaríos que afligen al suspendido.
A continuación, inicia un recorrido falaz de los acontecimientos que terminaron con la suspensión de su cargo. Aduce, faltando a la verdad, que el presidente Duque nombró procuradora a Margarita Cabello. De seguro algunos despistados le creerán esa mentira. Sin embargo, o Quintero es un completo ignorante al desconocer que el procurador es elegido por el Senado entre una terna conformada por candidatos del presidente, de la Corte Suprema y del Consejo de Estado, o, como parte de su discurso lastimero, busca ser el «pobrecito» al que persigue ese poder monstruoso del presidente.
En ese mismo párrafo, Quintero miente nuevamente al afirmar que la medida de la Procuraduría «violó la constitución y la ley, los tratados internacionales que prohibían y que insistían que solo un juez después de un juicio justo podía sacarnos del cargo». Además de la pésima redacción, de la ausencia de signos de puntuación y de los errores ortográficos, el suspendido quiere inducir al error en el asunto, pues desde marzo entró en vigencia la Ley 2094 que reformó la Procuraduría. Dicha norma incluyó las exigencias de la CIDH. Total que, según la Ley vigente, el Ministerio Público sí puede suspenderlo, no movido por una mezquina persecución política, sino para penalizarlo por los abusos, las picardías, las triquiñuelas y las tropelías que él ha cometido contra la Ley… De eso, obviamente, no habla en su cartica.
Posteriormente, Quintero Calle tiene la desfachatez de afirmar que «significamos el cambio y gobernamos con independencia de los grandes poderes políticos y económicos». Además de la tragedia que ha significado para Medellín el que unos cuantos ciudadanos hayan apostado por el regresivo cambio, es importante detenerse en la inexistente independencia de los grandes poderes políticos: ¿acaso no está respaldado por Gustavo Petro, César Gaviria, Luis Pérez, Iván Cepeda y Leon Fredy Muñoz, entre muchos otros? Con semejante cantidad de culebras políticas, hablar de independencia es un oxímoron y nada más.
Más adelante, Quintero dice que «no soportan que queramos construir la Medellín Futuro, una Medellín amplia y diversa en la que quepamos todos». Le faltó precisar que en ese «todos» no estamos incluidos los firmantes de la revocatoria, a quienes nos dijo que Medellín ya no nos pertenecía. ¿Será esa la inclusión a la que se refiere de manera falaz?
Casi al terminar el escrito, afirma que quiere volver «para seguir trabajando por nuestra ciudad: Matrícula Cero, iniciar el Metro de la 80, entregar Hidroituango…». En el mundo virtual en el que parece vivir Quintero Calle, no concibe que la Matrícula Cero existe por el presidente Duque, que el Metro de la 80 fue una iniciativa de anteriores alcaldes y que Hidroituango estaría en riesgo en caso de ser elegido aquel que el suspendido quiere como presidente, pues Petro ha dicho que quiere desembalzar y desmontar la represa, que es otra de las tantas estupideces que ha expresado el candidato comunista.
Sin necesidad de escribir a mano, debo decirle a Daniel Quintero Calle que los medellinenses no queremos que siga asaltando las arcas de la ciudad, ni que continúe promoviendo la obstaculización de la administración distrital, mediante la «resistencia» de sus conmilitones de las distintas secretarías: Oiga, Daniel «pinocho» Quintero, ¡tenga algo de dignidad, déjenos en paz y váyase a freír espárragos… ¡pero bien lejos, por favor!
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