viernes, abril 19, 2024
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Quintero, deje de romper ventanas

Por Lina Cuartas*

Cuánto amor sentimos hacia Medellín, que se vive en el cuerpo, en el corazón, en el acento.  Suena potente pronunciar su nombre: ME-DE-LLÍN.  Lejos de ser un regionalismo enceguecido chocante o ignorante, ser paisa es una identidad: pertenecer, defender, cuidar, querer, reconocer.

Ese sentido de pertenencia impulsa, motiva, genera deberes, obligaciones, retos, emociones, respeto. El Alcalde de Medellín carece de esa esencia. La ciudad no le sabe, su nombre no le retumba en el corazón, desconoce tradiciones, costumbres, no cuida, no defiende, no le interesa, no le preocupa el interés colectivo. Divide, conquista odios y los promueve. Daña, se burla.

Medellín esta imposible, no salgas. Trancones a todas horas. Medellín está llena de basuras, adiós a la tacita de plata. ¡Qué son esa cantidad de huecos!.

Esos semáforos llevan semanas malos. Cómo así que maltrataron a los silleteros, qué dolor. ¡Uy qué improvisación!. Qué tal la rumba del Alcalde con el vallenatero, quién la pagó. Tanta inseguridad y compraron un Robocop para coger pillos. ¿Qué es lo que pasa en EPM?. ¿Por qué Quintero odia a los paisas?  Preguntas, dolores reales, abandonos, descuidos, desconfianza, incertidumbre, son las conversaciones frecuentes en Medellín, los sentires.  

Medellín va en reversa y rescatar lo alcanzado en los últimos años nos va a costar mucho. La capital de Antioquia tendrá la fortaleza y el empuje de sus ciudadanos para reponerse. Sin embargo es preocupante. Lo más difícil será recuperar la CON-FI-AN-ZA, una palabra poderosa y que ha sido clave para vencer el miedo, mantener inversión privada, oportunidades, desarrollo, credibilidad en las instituciones, el avance de una ciudad en la que su gente todos los días esta dispuesta a darlo todo.  

El ejemplo es un imán, el peligro de ver lo que está pasando en Medellín, por acción y omisión de su gobernante, es que los ciudadanos se desentiendan, que ante tanta orfandad entren en esa misma espiral de caos e indiferencia. 

No es más que la teoría de la ventana rota: si en un edificio aparece una ventana rota, y se deja así por mucho tiempo, el resto de ventanas también son destrozadas por los vándalos. La razón: el ejemplo, el mensaje que se envía de que aquí a nadie le importa, que esto está abandonado.

Cuidemos las “ventanas”, ha sido duro repararlas y mantenerlas, aún hay mucho camino que recorrer de igualdad, equidad y oportunidades, pero el que está rompiendo nuestras ventanas pasará y Medellín retomará su rumbo.


*Periodista
@LinaCuartas

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