Por Héctor López Ruiz
Las próximas elecciones no las va a ganar un hombre, las ganará una imperfecta dama: da democracia.
Permítanme justificarles por qué esto va más allá de Federico Gutiérrez y de Gustavo Petro, pues no son dos hombres los que se disputan el poder sino dos visiones de país, dos colectivos, dos propuestas: la democracia o el fin de nuestras libertades como nación.
Es la democracia, ahora, la reina que exaltamos y debemos defender; es hoy la guerrera y guardiana de nuestra posibilidad de seguirla viviendo y disfrutando con todo aquello que solo ella ofrece: salir, entrar, opinar, viajar, participar, decidir e incidir política y socialmente, respetar y ser respetado, elegir y ser elegido, vibrar con el mundo y bailar por la vida, no padecerla.
Resulta que algunas perversas ideologías han sido diseñadas y amañadas para lavarle el cerebro a la gente, haciéndole pensar que dicha ideología es más importante que incluso la comida que es vital para sobrevivir y evidencia que desde la mediocridad, restricciones y limitantes, nos han enseñado que vivir sabroso, como diría la aspirante a vicepresidente desde el progresismo en Colombia, es no anhelar mucho, es no esforzarse por surgir, es envidiar al otro su producido y lanzarle el zarpazo para que nos reparta el fruto de su esfuerzo, es levantarse a esperar lo que nos puede dar el estado sin plantearnos qué podemos aportarle al país, y no me malentiendan, hay una parte de la sociedad en tanta vulnerabilidad que necesita del apoyo del Estado y de la sociedad para surgir, pero no para ser mendigos de subsidios para siempre, aniquilando así el deseo y la creatividad de emprender, sin importar si se comienza vendiendo dulces o empanadas. Y ahí es donde está el modelo de país que hemos ayudado a construir y cuya democracia, imperfecta y pisoteada, nos sigue permitiendo demostrar el poder ciudadano por encima de las maquinarias, que en últimas, sigue siendo alimentada y engrasada por ciudadanos que con su voto también se aseguran de aportar para ponerle ladrillos y cemento a esta casa que es de todos.
¿Por qué entonces afirmamos que va a ganar la democracia? Porque el deseo del pueblo es que le den condiciones para surgir y así suplir sus necesidades, porque Colombia es tierra de gente trabajadora, país resiliente, donde las ideas facilistas pegan en una pequeña porción de ciudadanos que “nunca le han dado un golpe a la tierra” y aún no entienden el país en que vivimos.
Y es la democracia el único camino certero para vivir en libertad económica, política, social, libertad de credo y culto para desarrollarnos como individuos y sociedad.
Es entonces la verdadera democracia, un tributo y un pasaje a la libertad; es la imperfecta democracia, honestamente aplicada, la que puede hacer grande a cualquier país.
Y solo tenemos un candidato que va en defensa de esta bella dama llamada democracia y es Federico Gutiérrez.
