viernes, marzo 29, 2024
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Protestas violentas arruinan funeral de presidente de Haití

Haití se despidió ruidosamente del presidente asesinado Jovenel Moise el viernes cuando su funeral se vio sacudido por disparos y protestas cercanas, lo que provocó que una delegación estadounidense de alto nivel se fuera abruptamente y otros dignatarios se metieran en vehículos por seguridad.

El funeral de estado en la ciudad norteña de Cap-Haitien tenía la intención de fomentar la unidad nacional, pero los disturbios reflejaron profundas divisiones por la atrocidad del 7 de julio, en la que presuntos hombres armados extranjeros entraron aparentemente sin oposición en la residencia de Moisés y dispararon contra el presidente varias veces. también hiriendo a su esposa.

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El humo acre de las pilas de llantas en llamas y los autos destripados que bloqueaban las carreteras fuera del recinto donde se llevó a cabo la ceremonia se expandió hacia el servicio, depositando cenizas negras sobre los dolientes.

Con un discurso emotivo que cambió entre francés y criollo, la viuda de Moise, Martine, cerró la ceremonia con un llamado a la justicia para su esposo, rodeando a sus críticos y prometiendo continuar sus esfuerzos para construir un Haití más justo.

“La lucha aún no ha terminado”, dijo, con el rostro casi oculto bajo un sombrero negro de ala ancha y el brazo derecho vendado en cabestrillo. “Él ya nos ha mostrado el camino. Y estará con nosotros hasta que lleguemos, aunque el viaje sea largo”.

Han surgido pocas respuestas sobre quién planeó el asesinato o por qué.

No hubo informes inmediatos de heridos entre manifestantes o dolientes en el funeral. Los testigos de Reuters olieron gas y escucharon detonaciones como disparos fuera del sitio del servicio.

Los medios locales informaron que una tienda de muebles para el hogar cercana fue saqueada durante los disturbios. Se podían ver filas de personas cerca que llevaban lavadoras y otros electrodomésticos mientras los últimos dolientes salían del complejo.

La delegación de Estados Unidos salió de la arena improvisada que albergaba el servicio menos de una hora después de ingresar. Durante el servicio, decenas de personal de seguridad armado formaron cordones de protección alrededor de los oficiales en las gradas.

El asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, dijo que Washington estaba “profundamente preocupado” por la situación en Haití cuando anunció que la delegación de Estados Unidos había regresado a casa a salvo.

“Instamos enérgicamente a todas las partes a que se expresen pacíficamente y pedimos a los líderes de Haití que dejen claro que sus partidarios deben abstenerse de la violencia”, dijo en un comunicado.

La embajadora del presidente estadounidense Joe Biden ante las Naciones Unidas, Linda Thomas-Greenfield, encabezó la delegación estadounidense. Más temprano, cuando su equipo llegó a Cabo Haitiano, pidió al nuevo primer ministro de Haití, Ariel Henry, que creara las condiciones para las elecciones legislativas y presidenciales “tan pronto como sea posible”.

“El pueblo haitiano merece democracia, estabilidad, seguridad y prosperidad”, dijo Thomas-Greenfield en Twitter.

PROTESTAS

Los problemas estallaron minutos después de que una banda de música y un coro de la iglesia abrieran formalmente la ceremonia fúnebre de Moise.

Salpicado por declaraciones de simpatizantes que acusaron a las autoridades de ser responsables de la muerte de Moise, el servicio se desarrolló en una atmósfera de tensión y los organizadores llevaron el programa a cerrar casi una hora antes de lo previsto.

A veces, los gritos de rabia se veían ahogados por fuertes oleadas de sombría música devocional que se reproducía en los altavoces.

Conmovida, la familia inmediata de Moise elogió al difunto presidente como un defensor de los pobres que se había atrevido a desafiar a las élites políticas y económicas dominantes de Haití.

Martine Moise, quien argumentó que el sistema haitiano estaba en su contra desde el principio, dijo que su esposo había sido víctima de enemigos llenos de odio y “oligarcas corruptos”.

Ella permaneció con su ataúd durante más de una hora después de que lo llevaron a un mausoleo con dosel, lo colocaron en una tumba de concreto de unos diez pies (tres metros) de profundidad, luego lo cubrieron con barras de hierro y lo sellaron con tablas de madera, cemento y rocas grandes. .

La tumba estaba cerca de un mausoleo del padre de Moise, quien murió el año pasado.

Más temprano, los funcionarios haitianos que llegaron se reunieron con protestas, y muchos dirigieron su enojo hacia el jefe de la policía nacional Leon Charles.

“¿Por qué tiene toda esta seguridad, dónde estaba la policía el día del asesinato del presidente?” dijo un manifestante.

Las manifestaciones han convulsionado a Cap-Haitien, su ciudad natal, durante tres días. Los manifestantes han expresado su enojo por las muchas preguntas que siguen sin respuesta por su muerte.

Algunos vieron en el asesinato la mano continua de potencias extranjeras en el país más pobre del hemisferio occidental, que fue el primer estado de América Latina y el Caribe en independizarse de Europa a principios del siglo XIX.

Funcionarios haitianos dicen que el ataque fue llevado a cabo por un grupo que incluía a 26 ex soldados colombianos, de los cuales al menos seis habían recibido entrenamiento militar estadounidense.

La agitación ha elevado a Haití a las prioridades de política exterior de Biden y el jueves el Departamento de Estado de Estados Unidos nombró un enviado especial para el país. Pero Biden ha rechazado una solicitud de los líderes interinos de Haití de enviar tropas.

El propio Moise se enfrentó a importantes protestas. Una auditoría del Senado lo acusó de estar involucrado en la malversación de más de $ 2 mil millones de ayuda venezolana, afirma que desestimó. Enfureció a sus oponentes al gobernar por decreto y presentar leyes para expandir el poder presidencial.

La violencia de las pandillas aumentó durante su mandato y la economía se debatió. Pero el apoyo a él fue prominente en su ciudad natal. Pancartas celebrando a Moise adornaron edificios a lo largo de las estrechas calles del casco antiguo de Cap-Haitien, con proclamas en criollo que incluían “Mataron el cuerpo, pero el sueño nunca morirá”.

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