- Cuando hay precisamente todo el interés de por fin hacer la reforma rural en Colombia que logre integrar, con acercamientos y diálogos que pueden ser eficaces, a los distintos actores del sector, aparecen, por un lado invasores de predios particulares que pretenden apoderarse de lo que no les pertenece; y por el otro lado, sale el señor Lafaurie, a proponer que el sector ganadero se organice para enfrentar ese problema. ¡Cómo somos de contradictorios! ¡Qué incoherencia! Cuando el gobierno da muestras tan claras de gestión positiva, como la pretendida por el actual mandatario de los colombianos, explicada con toda claridad por la señora ministra de Agricultura, en busca de regular asuntos por siempre enredados, resultan los unos acudiendo a medidas inaceptables como las de hecho, invadiendo tierras ajenas; y por el otro la contraparte hablando de organizar a los civiles para protegerse, cuando precisamente los militantes del CD han defendido al Ejército y a la Policía, como las instituciones que merecen toda confianza y credibilidad. ¿Por qué no dejar en menos de las instituciones correspondientes la defensa de tierras invadidas? ¿A dónde queda la confianza que, en cambio, justamente sí deposita en ellas el gobierno mismo? Al darles 48 horas a los invasores de lo tomado ilegalmente para que desistan, o de lo contrario ordenará su desalojo por parte de las fuerzas del orden, se está sentando un precedente importante: Se pueden concertar intereses para que, en justicia, sin abusos o atropellos que vayan en detrimento de alguna de las partes en conflicto, éstas queden satisfechas. ¿No es muy inconveniente que se vaya en contravía de la voluntad política? Eso de sugerir “organizarse” por su cuenta y riesgo suena muy maluco. Ah, y por esos mismos lares, enfurecer porque el mandatario nacional quiere menos armas circulando entre civiles, tampoco armoniza con la confianza en las instituciones que nos protegen y dan seguridad, como nos lo recalcan y creemos. ¡Otra contradicción!
2.”Dios nos permita recomponer tanto agravio…”. Sí, contra el país, contra sus instituciones y organizaciones en las que hay mucha gente buena; contra infinidad de personas humildes; de igual manera, persiguiendo cruelmente con agravios inhumanos a los que piensan distinto; son muchos frentes agraviados. Pero no es de Dios venir a “recomponer” el daño de unos colombianos contra otros colombianos. Es el Amor a Dios (Suprema Misericordia) lo que recompone el impulso desmedido de herir, producto de tanta rabia en las mentes y odio en los corazones de quienes miran a los demás con desprecio, sin mirarse a sí mismos.
- No se conoce en la historia de las reformas tributarias en Colombia, una que se haya expuesto abiertamente como la actual, para el análisis con la suficiente anticipación, para permitir las discusiones pertinentes ante decenas de sectores que puedan sentirse golpeados por ella, hacerse oír y que se les tenga en cuenta. Lo extraño sin duda, es que esos diversos grupos de presión, representantes de distintos sectores de la economía, la industria, el comercio y otros, todos de significativo poder pertenecientes a las clases dominantes, hablan en su nombre, en el de sus gremios y, dizque, en nombre de los pobres. Además, aducen que la clase media colombiana va a verse muy, muy afectada. Hace años que este grupo valioso de la sociedad, a punta de superación permanente, honradez, entusiasmo, responsabilidad y temperancia, sobrevive decentemente, formando familias buenas educadas con ingentes sacrificios; y hasta soportando que en muchos casos se les explote, laboralmente, dados sus conocimientos puestos al servicio del país. La clase media va disminuyendo en la medida en que se les “ahorca” con exigencias que en cambio no asumen los más “solventes”.
