1. RCN Radio en su programación de fines de semana (que incluye festivos) hace honor a los deberes del buen periodismo: Informar, educar y entretener; en el marco de la responsabilidad y la ética. En cambio, en horario nocturno entre semana, hay un espacio que no se identifica si es independiente o corporativo; en todo caso, es conducido por el señor Julián Parra, a quien hay que reconocerle la variedad de temas tratados, además de actualidad, todos muy importantes y con invitados de gran calado sumamente conocedores de lo que tratan. Pero cuando al señor Parra no le satisface la disertación de su invitado -parece ser porque no hay coincidencias con lo que él piensa desde su particular pensamiento de tipo ideológico- entonces interrumpe, arrebata la palabra y contradice al invitado; de manera que uno como oyente se queda a medias por no poder oír las opiniones completas que son las que nos interesan. Un ejemplo reciente, (la noche del 24 de agosto) típico de lo que pasa con invitados que no se enfocan (sea el tema que sea) desde la misma línea política del director: Estando como invitado el señor Santiago Tobón Zapata, economista de EAFIT, quien desde su saber, y en un marco puramente técnico, abordó el delicado asunto del glifosato, y lo relacionado en ese entorno que es de tantísima importancia en nuestro país; su disertación fue interrumpida por el señor Parra, cada vez -así me lo pareció- que desde la postura política, no técnica (como estaba siendo tratado por el doctor Tobón Zapata) al señor Parra, director del espacio, no le gustaba.
2. Lapsus (equivocaciones que no matan decía algún mensaje de reflexión), el uso de tenis en reuniones oficiales, el vestuario y el gusto por el baile observado en la primera dama de la Nación, y otras nimiedades si se les comparan con la situación cruel y tipos de violencias que padecen muchos colombianos, eso sí digno de analizar, se aceptan o se esperan de parte de ciudadanos del común que les dan tanta trascendencia en redes sociales. Pero en boca de «gente bien» son total sandeces.
3. En el Concejo de Medellín hay un ambiente de continua hostilidad. Cree uno, ciudadano de a pie, que son muchos los asuntos a tratar con responsabilidad, juicio, y la altura debida en ese recinto, como para que todo lo miren desde la óptica del partido político que representan. El alcalde de la ciudad, Daniel Quintero, está de paso igual que los concejales (aunque éstos puedan quedarse allí sembrados gracias al voto que les sea eternamente favorable); así que tomar decisiones por llevarle la contraria al mandatario de turno, o complacerlo según el caso, no para responder debidamente al compromiso en su rol, sino porque se les antoja, es absolutamente reprochable.
