Por Claudia Posada
Mucho ruido en torno a la escogencia de Oscar Iván Zuluaga como el candidato oficial del CD para suceder a Iván Duque. Particularmente se oyen fuertes rumores que anticipan el torcido -no sería el primero por demás- con el que en unos meses le saldrán al exministro Zuluaga para concretar el cambalache por Federico Gutiérrez, exalcalde de Medellín; quien, para algunos sectores del mismo CD, al posicionarse como de centro, tendría menos resistencia que Zuluaga u otro cualquiera que hubiera sido escogido este 22 de noviembre. Esto se traduce en una trastada que llevará al señor Oscar Iván al mismo club al que pertenecen otros tantos fieles incondicionales. El trueque no será sorpresa si la permuta es como la vienen pregonando de meses atrás; pero si sería raro que la planteen distinto en enero de 2022 y Fico se quede con los crespos hechos, si acaso es cierto que los “paolos” lo tienen como carta bajo la manga.
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Las elecciones presidenciales del 2022 en Colombia se van a parecer mucho a la reciente jornada electoral en Chile; muy posiblemente aquí también pasarán a segunda vuela los que van a representar la extremas (derecha e izquierda). Todos los precandidatos que dicen ser del puro centro, del centro derecha, o del centro izquierda, hoy entalegados en el asunto de resolver a los definitivos de cada lote, van a tener que resolver prontico quién es el ungido por la respectiva coalición y en consecuencia emprender cohesionados el trabajo que les falta. A todos los de centro ya les cogieron ventaja en orquestación de campaña, tanto los de derecha como el de la izquierda, al igual que independientes como Rodolfo Hernández.
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Fui de las personas más sorprendidas cuando Alejandro Gaviria hizo la rueda de prensa para comunicar su candidatura por firmas a la presidencia de Colombia. Ya se venía comentando que de anunciarse su aspiración, iría acompañada del anuncio de total independencia, aunque estaba más que cocinada su avenencia con César Gaviria el expresidente sembrado, él solito, en la Dirección Nacional del Partido Liberal. A. Gaviria se metió en un mundo que no le va, no le queda, no es para su estilo de vida. Pero se metió, y dando una especie de salto mortal se presentó a los colombianos. Ahora ni en el Partido Liberal, ni en una coalición, ni en otra lo vemos cómodo. Sus características personales no encajan en la clase política.
