Por Claudia Posada
Se publicó la edición bilingüe del libro titulado “Turquía en mi corazón” escrito por el exgobernador de Antioquia Fernando Panesso Serna, quien fuera el primer embajador de Colombia en ese país. La obra trata sobre las relaciones entre Turquía, Colombia y su desarrollo. En la publicación tuvo mucho que ver el profesor Necati Kutlu, de la Universidad de Ankara; para el autor del libro, la persona en Turquía que más conoce de América Latina. ¡Cómo es de bueno cuando los colombianos en el exterior se lucen! Son pocos los que representan a Colombia con todo mérito; el resto no nos representan, son favores políticos que les pagan por encarnar otros intereses.
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El Representante a la Cámara de Dignidad, Jorge Gómez, y su diputado Luis Peláez, se manifestaron con relación al asunto Hidroituango y lo atinente al cambio de constructores para continuar el mega proyecto ante la suerte incierta de la culminación de las obras, después del 1 de enero del próximo año. Mencionan las demandas, detrimentos, retrasos y concretamente el aviso que debieron darle al Consorcio CCC Ituango antes del 1 de julio de este 2021 si no se quería proseguir con esta firma. Es innegable el daño que puede hacerle al país y sus gentes, llevarse el punto, unos y otros, de no ceder cuando se trata de obras en convenios gubernamentales con privados. La gran trascendencia y magnitud del proyecto energético que ha dado tanto de qué hablar no es un reto de poderes. Y no es que tengan que callar ante irregularidades; no, es que una vez divulgadas ante los organismos correspondientes y a la opinión pública, se proceda a concertar sin poner de por medio caprichitos de pura inmadurez, para enfrentar a los poderosos arrogantes que tampoco saben de humildad.
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Es sumamente angustiante oír entrevistas a gentes que representan con sus voces de denuncia y peticiones al Estado, las carencias y olvidos que les menguan la existencia día a día y los postran en la más dolorosa pobreza. En nuestro país tan rico, cómo es posible qué, gobierno tras gobierno, se reducen las oportunidades para mejorar condiciones como las padecidas por los habitantes de pueblos lejanos -tan colombianos como los afortunados de las principales ciudades que desde su comodidad explotan la ruralidad para enriquecerse aún más- mientras en veredas marginadas no hay ni lo mínimo vital. En la clase dominante se valen de aquellos de la clase política, que siguen echándose discursos cargados de fanfarronadas y argucias.
